Samuel caminaba por los pasillos del gran palacio del reino Fénix, con la mirada llena de decisión, dirigiéndose al jardín.
Ahora que aceptó que le gusta la princesa Stephanie, debía decírselo antes de que ella sé dé cuenta de que es un... feo ogro.
El chico se detuvo y miró al suelo, pensativo.
¿Y sí ya era muy tarde? ¿Y sí ella todo ése tiempo sólo quería ser su amiga? ¿Y sí ella ya tenía a alguien? ¿Y sí es rechazado y ella se le burla en la cara y les dice a todos para que el rumor se esparza, haciendo de él un objetivo de burla donde sea que vaya?
Sí, ahora que lo pensaba mejor, mejor volvía a la habitación con sus hermanos.
Samuel se dio media vuelta y delante de él estaba de brazos cruzados y con mirada intimidante, el Conde Draco.
-C-Conde Draco, ¿qué... hace aquí?- preguntó el chico mientras desviaba la mirada, algo asustado.
Es posible que ése hombre... dragón... lo que sea, quiera su cabeza luego de hacerlo pasar por una gran humillación.
-Me infiltre al palacio que por cierto tiene pésima seguridad y venía a buscar una oportunidad para acabar con la vida de un feo ogro, tú, pero mientras me acercaba sentí el peor aroma de todos, la cobardía.
¿Qué te pasa, adefesio?- preguntó el Conde con despreció.
El chico se vio claramente nervioso por lo agresivo que era ése tipo, pero necesitaba desahogarse.
-Yo... creo que me gusta la princesa Stephanie... pero no tengo las agallas para confesar como me siento.- respondió Samuel.
Quizás no sea muy listo de su parte decirle la verdad a su rival, pero no se sentía cómodo hablando de éso con sus hermanos.
Jax lo hacía ver fácil y Arturo entendía menos que él, le podía preguntar al rey, pero... apreciaba su vida.
El hombre dragón dio un suspiro con fastidio, agarró al chico del brazo de manera algo brusca e hizo que lo siga.
No había nada mas que odié que la cobardía e inseguridad, y ése "príncipe", tenía ambas, así que antes de eliminarlo, le iba a dar algo de ayuda.
Llegando al jardín, se ocultaron detrás de unos arbustos.
-La inseguridad y falta de comunicación pueden ser la perdición de un ser humano, así que antes de confirmar cualquier sentimiento por mi bella princesa caballero, intenta interactuar con otras chicas para ver como te sientes.- dijo el Conde, mientras Samuel lo veía con sorpresa.
¿Su propio rival, estaba ayudándole?
-¿Ves a ésa hermosa princesa que está recogiendo flores?- preguntó Draco, mirando a una chica.
El de cicatriz en el rostro miró en la misma dirección que su nuevo amigo, viendo a una chica de cabello plateado, recogiendo flores se manera inocente.
-¿Luz?- preguntó el chico.
-Ella se ve pura, dulce, frágil, tímida... una presa fácil. - exclamó el Conde Draco.
Definitivamente las chicas inocentes y puras eran las mas fáciles de conquistar para él, y ésa chica se veía tan inocente y pura que parecía no conocer el mal.
-No es una princesa y vive con el caballero negro, quien erradico al 90% de tu especie en menos de un año, por atacar a los humanos.- dijo Samuel, con disgusto.
Ya estaba entendiendo las intenciones ocultas de su nuevo amigo.
-N-no es una princesa, así que...
Y el "nervioso" dragón con forma humanoide, miró a otro lado.
-Sí damos la vuelta, vamos a ver a nuestro primer objetivo.
Ella se ve como una chica difícil de ganar pero no será imposible.- exclamó, viendo a Candy, quien estaba persiguiendo a una gallina.
En ése momento el Conde Draco se sintió tan confundido.
-Es la prometida de mi hermano menor.- respondió Samuel, viendo como ahora Candy era perseguida por varios gallos y gallinas.
-Aquella damisela...
Y el de ojos dorados miró en dirección de una bella princesa rubia que parecía ser normal pero al pasar bajo un árbol, cayó un panal de abejas, saliendo las abejas y persiguiendo a la chica que se puso a correr lo mas rápido posible.
¡¿Qué no había nadie normal en ése loco castillo?!
-Es la prometida de mi hermano mayor.- aclaró Samuel, viendo como los guardias iban a ayudar a Andrea.
¿La princesa Andrea no estará maldecida con mala suerte, mucha mala suerte, hasta más que la de él?
Sí lo llegaba a oír, no lo iba dudar ni un segundo.
-¡¿Qué ninguna chica está disponible o no es una amenaza?!- preguntó el hombre dragón, enojado.
Éso le pasaba por querer ayudar a un feo ogro.
-No es común que princesas se reúnan y mucho menos en este reino.- explicó Samuel.
Por lo que sabía, las princesas eran hermanas y amigas ya que el rey en verdad era muy sobreprotector con ellas.
-¡Como sea!
Lo que te quiero decir es que quizás la bella princesa caballero no es para ti, sólo te sientes así por ser ella la primer chica que se preocupó por ti.- exclamó el Conde con fastidio.
-Lo dices sólo por que te gusta.- dijo el chico, frunciendo el ceño.
En ése momento no tenía miedo, por la princesa Stephanie olvidaría el miedo.
-No lo niego, pero piensa en mis palabras, ¿y sí otras chicas empiezan a ser amable contigo y les gustas?- preguntó Draco.
Samuel prefirió no decir nada, sólo se dio media vuelta algo enojado y a la vez confundido.
No quería aceptar pero ése tipo quizás tenga razón.
¿Y sí sólo le empezó a gustar la princesa Stephanie por que ella era la primera chica en acercarse a él y ser amable?
-Samuel...
El ojiverde levantó la mirada y vio a la dueña de sus pensamientos en ése momento, viéndolo con... ¿miedo?
-Princesa Stephanie, yo...
El chico sonrió nervioso e iba a acercarse a la princesa pero vio como ella parecía estar a la defensiva.
¿Hizo algo malo y ahora lo odiaba?
Lo sabía, por pensar tanto ya era muy tarde.
Samuel sintió un fuerte golpe detrás de su cabeza, abriendo sus ojos al máximo para luego cerrarlos, perdiendo la conciencia.
-Nunca le des la espalda a un cazador y menos sí sabes que eres su objetivo.
Editado: 14.05.2021