Príncipes y princesas se dirigían hacia la torre del dragón, montando sus veloces caballos, dispuesto a rescatar al príncipe cautivo.
-No una, ¡van dos veces que Sam es secuestrado por un dragón!- gritó Jax, claramente enojado por ser su hermano secuestrado otra vez, por el mismo dragón.
Esta bien que tenía mala suerte, pero hasta éso debía tener un límite ¿no?
-Primero como la princesa Samanta y ahora como el príncipe Samuel.- dijo Candy, muy animada.
Por fín cumpliría sus sueños de ir a una aventura con sus hermanas, Luz, un gran príncipe como Jax y el otro tipo.
-¡No es tiempo de discutir sobre éso! ¡La vida de Samuel está en juego!- gritó Andrea, que a diferencia de su hermana menor, iba asustada.
¡¿Cómo rayos se metió en éso?!
Cuando se dio cuenta, ya iba montando un caballo, rumbo a la torre del dragón.
Sabía manejar un poco la espada, pero odiaba pelear, tenía una muy severa enfermedad llamada cobardía, que le prohibían pelear con cualquier monstruo aterrador que te puede quemar en un instante o devorar de un bocado, y estaba muy segura de que muchos padecían de ésa misma enfermedad.
-Sí ustedes no quieren venir, no lo hagan, yo rescatare a mi príncipe otra vez, sin quejas.- dijo la princesa Stephanie, quien como la primera vez, iba con su armadura puesta.
Nunca planeó ir con alguien, estaba por ir sola pero justo fue vista por sus hermanas, detenida, interrogada y acompañada.
-No nos melentiendas, ése tonto es nuestro hermano y es nuestro deber ayudarlo.
La última vez no lo pudimos hacer por que nuestro padre y hermana nos lo impidieron, pero ahora ya nada nos detiene.- explicó Jax.
Su indignación aquel día por no poder ayudar a su hermano fue grande, pero ahora que podía hacerlo, nada lo detendría.
-Yo... sí.- dijo Arturo, quien la verdad no estaba dispuesto a sacrificarse en una pelea con un inmenso dragón por su hermano, pero no diría nada por que iba en medio de la princesa Candy y de Luz.
Algo le decía que sí era honesto, podría salir lastimado y ésas dos iban a sus costados para que no se atreva a huir, pero en su defensa, ¿qué tipo de persona esta dispuesto a luchar con un terrible monstruo, sólo por un hermano?
No hombre, tiene otro hermano así que tener uno era más que suficiente, es más, a ése también se lo podían llevar que no iba a presentar quejas.
Los caballos se detuvieron sin recibir la orden, confundiendo a todos, menos a la princesa caballero que veía hacía el frente, donde una mujer con el cabello rubio hasta los hombros, ojos azules y una sonrisa que daba algo de miedo, vistiendo una túnica púrpura y usando un sombrero negro de bruja, estaba sentada de piernas cruzadas sobre una escoba.
Todos los presentes la reconocieron al instante y sintieron gran escalofrío.
-¿Qué... quieres aquí, bruja?- pregunto Stephanie, con seriedad.
Aunque tenga que enfrentarse a una aterradora bruja, lo haría una y mil veces por su príncipe.
-Antes que nada, hola jóvenes, ¿podrían llamarme Esmeralda y no bruja?
Digo, soy una bruja pero tengo un nombre, yo no los ando llamando humanos fastidiosos... y hola Luz, me alegra ver que estás mejor.- dijo la rubia de manera divertida mientras Luz le saludaba con su mano derecha, sonriente y Candy se acercó para que dejé de hacerlo.
-Ya tenemos suficientes problemas, pero sí quieres pelear contra nosotros...
La princesa caballero sacó su espada, lista para el combate mientras los demás se preparaban, no negando en sus miradas que tenían miedo, mucho miedo.
-Calma, princesita, ése carácter me recuerda al de cierto señor lobo.
No te preocupes, no vengo a maldecirlos ni nada por el estilo... no está vez.- dijo la bruja mientras miraba hacía el cielo el cual se estaba nublado.
-¿Entonces qué es lo que quidef?- pregunto Andrea, intentando ser la hermana mayor valiente que debía ser, pero se mordió la lengua y se contuvo el dolor.
Ojalá que nadie se haya dado cuenta de éso.
-Quiero darles esto.- la bruja dio un chasquido de dedos e hizo aparecer una espada delante de Stephanie, quien la agarró.
-Yo ya tengo una espada.- dijo la princesa con armadura.
No quería aceptar algo de ésa mujer que tanto daño le ocasionó a los príncipes y a su familia.
-Ésa no es cualquier espada, es una espada encantada, la cual sirve para matar a un dragón.
Estoy segura de que la que ustedes llevan, sólo son espadas comunes a pesar de que su reinó es el que más armas encantadas posee.- exclamó Esmeralda mientras sonreía de manera dulce.
Ésa sonrisa dulce hizo estremecer a todos ya que les produjo más miedo.
Odiaban a ésa bruja a no más poder, pero tenía razón y no poseían una espada encantada.
-Por cierto, ¿creen que es prudente ir todos juntos?
El rey Erick va a enloquecer sí descubre que todos se fueron, así que sería apropiado que todos regresen a casa, actúen como sí nada sucede y que la princesita de armadura vaya al rescate de su príncipe en apuros con... Luz, así el rey sólo creerá que los novios salieron de paseó y su invitada sólo anda por los alrededores, robando comida.- dijo la mujer, mientras movía su pie derecho levemente.
-No necesitamos tu consejo, largo.- dijo Stephanie, apuntando a la bruja con su espada.
Tenían cuentas que saldar con ella, pero ése no era el momento.
-¡Uy! Pero que carácter, señorita lobo.
Y tras decir éso, la bruja Esmeralda se alejó a gran velocidad en su escoba.
Era tan divertido ver las locuras que hacían ésos chicos, que no se pudo resistir en ayudar.
-Odio ser yo quien lo diga, pero ella tiene razón.
Sí su padre descubre lo que sucede, es posible que hasta nos prohíba volver a acercarnos a ustedes por miedo a que las metamos en problemas.- exclamó Jax.
No sólo ése era el problema, ir todos juntos haría que el dragón entre en mayor alerta y quería acabar con ellos rápido, a diferencia de que sí va uno o dos, que no lo verá como amenaza.
Editado: 14.05.2021