Anteriormente, Candy reveló que quería que quería renunciar a su título de princesa, siendo apoyada por su familia, como toda buena familia lo haría.
-¡¿Estás loca?! ¡¿Qué se supone que significa éso?!- gritó el rey Erick, bastante calmado para ser él.
-¿Por qué quieres renunciar a ser princesa?
Sí es por la responsabilidad, por favor, eres la persona menos responsable del mundo y éso que conocemos a Luz.- dijo Andrea, con sus brazos cruzados.
Candy, que tenía las miradas de todos sobre ella, miró a Stephanie que se veía asombrada.
-¿Y tú? ¿No me dirás nada?- pregunto la menor de las hermanas.
La princesa caballero volvió en sí y medito un poco antes de hablar.
-Sé que tu sueño desde siempre es ser una especie de aventurera y viajar por todas partes, pero ten en cuenta que estando en el palacio ya corremos riesgos.
Por más que dejes tu título atrás, siempre serás parte de nuestra familia y cualquier maleante querría capturarte para pedir una recompensa a cambio.- exclamó la segunda hermana.
Alguien con sangre de la realeza, siempre será visto con interés, aún sí deja su título atrás para vivir su propia vida, aún sí quiere crear su propia historia.
-¡Sí, éso!- gritó el rey, de acuerdo con el apoyo de sus hijas mayores.
Sabía que sus hijas favoritas estarían de su lado y no con la rebelde.
-Ya no soy una niña, sé defenderme sola.- exclamó Candy, mirando a su padre con seriedad.
Los hermanos que seguían con ellos y veían toda ésa discusión, ya no estaban soportando la incomodidad.
-Jax, di algo, esto es incómodo.- susurro Arturo, al mayor de sus hermanos.
El mencionado que estaba perdido, mirando a su hermosa princesa Andrea enojada, volvió en sí y miró a sus hermanos.
Cierto, debía de ser maduro para impresionar a su amada princesa.
-Yo... disculpen que me meta, pero Candy, tu familia tiene razón.
Yo estuve involucrado en guerras para proteger a mi reinó, y estuve al borde de la muerte en más de una ocasión.
Sé que los cuentos pueden ser increíbles, pero la realidad es muy aterradora.- dijo Jax, intentando hacer entrar en razón a la menor de las hermanas.
¡Seguro que con éso ganaba muchos puntos con Andrea!
-¿Le estás diciendo a mi hija que hacer?- pregunto el rey, mirando con sed de sangre a ése... "príncipe."
-¿Qué te hace creer que Candy no se puede defender sola?- pregunto Andrea, con su ceño fruncido y sus manos sobre su cintura.
Jax, como perrito caniche asustado, retrocedió al tener la mirada asesina del rey y la enojada de Andrea.
-Yo... oigan, yo sólo quería ayudar.- aclaró el chico, intentando entender a ésa rara familia.
Al parecer, estaban dispuestos a decirle que no a Candy pero no toleraban que otros le digan que no.
-Sé a lo que se refiere Jax, por más buena que sea en combate, alguien con malas intenciones no va a atacar sólo o en el momento en el que estoy alerta, pero ya no quiero ser una aventura solitaria.- dijo Candy, salvando a Jax de las miradas amenazantes.
-¿Entonces? ¿Por qué quieres renunciar a tu título?- pregunto Stephanie, intentando no perder el control como su hermana mayor y su padre.
-Siempre lo dicen, yo no nací para ser princesa y no lo niego porque sé que es verdad.
Soy la menor de todas y mis responsabilidades son pocas, responsabilidades que de hecho siempre se las dejó a Andrea.
Ahora no sé que quiero hacer, pero... sé que no quiero ser princesa y como ustedes son mi familia, espero que me apoyen.- exclamó la chica, mirando a su familia.
Las miradas parecieron relajarse al oír éso.
¿Qué clase de familia horrible serían sí la menor de ellos no recibe su apoyo?
-No, no haremos tal cosa, aquí no te hace falta nada.- exclamó el rey Erick, mientras se cruzaba de brazos.
-¡Papá!- gritó Andrea, viendo con enojó a su padre.
¿Ése hombre no podía dejar de ser tan sobreprotector por un minuto?
-Como tus hermanas, te vamos a apoyar en lo que decidas ser.- dijo Stephanie, acercándose a su hermana menor.
-Nunca creas que no te queremos porque sí te soportamos tanto tiempo, es por amor.
Eres nuestra alborotadora favorita, nuestra hermana, nuestra amiga.- dijo Andrea, acercándose a sus hermanas.
-Gracias chicas, son las mejores.- dijo Candy, alegré mientras abrazaba a sus hermanas.
Su futuro era incierto, pero con recibir el apoyo de su familia, por el momento era felíz.
Las tres hermanas se separaron t miraron al rey, quien se veía pensativo.
-¿Papá?- habló Candy, algo nerviosa.
En verdad, deseaba el apoyo de su padre para ésa decisión tan difícil y loca que estaba tomando.
-Soy tu padre y el rey, mi deber es poner mi cabeza ante que mi corazón.
Como padre, teniendo mi corazón antes que nada, me duele ver que crezcas pero entiendo lo que sientes; como rey sensato, te digo que estás por hacer una idiotez y más por ni saber que es lo que en verdad deseas.- exclamó el hombre, dando un gran suspiro resignado.
El pasar de los años, era lo más doloroso para un padre, porque cada vez sus preciadas princesas, se hacían más y más grande, separándose más y más de él.
-Como hija pésima que soy, te digo que no me importa lo que digas, haré lo que quiero, pero como en mi una pequeña parte es una buena hija, te doy las gracias por siempre querer lo mejor para mí.- dijo Candy, con una sonrisa en su rostro.
Quizás no era buena hermana y para nada era una buena hija, pero tenía al mejor padre y hermanas del mundo para ella y no los cambiaría por nada.
-Yo... disculpen que vuelva a interrumpir esté momento bello entre ustedes pero incómodo para nosotros, pero ya paren o déjenos ir, porque el pequeño Samuel está por llorar de la emoción.- dijo Jax, señalando a su hermano que limpiaba un par de lágrimas traidoras que salieron por ése emotivo momento.
Editado: 14.05.2021