-Te dije que salir con vestido a la noche no era buena idea.-Gruñí cuando la mire temblar con los dientes castañeando, me quite la campera que había llevado y se la pase por los hombros mirando su cara de odio y sonriendo.
-Blah blah blah.- Se coloco la campera por los brazos y sostuve la bandeja de pan para que no se le caiga.-No entiendo por que no podemos aparecernos y ya.
-Por lo que se Ben te explico la cosa del pago por usar las habilidades y eso.- A pesar de que el comentario salió con sarcasmo no dejaba de preocuparme por eso.
Ella me miro despreocupada pero no pude evitar sentir un asqueroso peso en el pecho. No quería llegar de nuevo a ese momento en que la perdía, no podría verla morir de nuevo sabiendo que esta vez no seria una alucinación.
Cuando había averiguado todo sobre los pagos estaba desesperado intentando buscar la cura para el dolor de Ben, sus voces, su locura. Sus cicatrices que día a día aparecían decorando su cuerpo, amenazando con llevárselo.
Jamás me había esperado enterarme lo que pasaba así, mirándolo morir a joven edad por descuidarse, por ignorar el castigo que tenia usar su sangre. No. No quería que Rebeca pasara por eso por que tenia miedo a no llegar a tiempo, a que sea tarde.
-Ey...- Susurro colocándose frente a mi en cuanto estuvimos a solo pasos de la puerta de nuestros vecinos. Me miro preocupada y nos detuvimos con su rostro suavisandose.-Se como funciona, no deberías...
Abrí la boca para replicar sobre lo preocupado que estaba, todavía no sabíamos como pagaba y me tenia inquieto, pero la puerta se abrió y de adentro salió una ola de calor que le siguió a un sonriente Jonas.
-¡Hola!.-Saludo desde la puerta, Rebeca tomo mi mano y le dio un apretón antes de quitarme los panes de la mano y caminar hacia la casa sonriendo de oreja a oreja.
-Hola, Señora Jonas, trajimos pan.
Resulto ser que la supuesta cena tranquila que creímos que íbamos a tener estaba todo menos tranquila.
Dentro había por lo menos diez personas riendo a carcajadas y conversando entre si en los enorme sillones, la mesa y la chimenea. Rebeca se pego a mi en cuanto los vio, asustada, y pase mi brazo por encima de sus hombros para tranquilizarla.
Jonas se puso al lado nuestro.
-¡Gente, ellos son los nuevos vecinos, Azucena y Alex!.-Todos en la habitación se voltearon a vernos y de repente las ganas de quedarme en la cabaña se hicieron mas grandes. Todos sonrieron y Jonas nos miro.-Ellos son mis hijos.-Frunció el ceño mirando a la gente y nos volvió a mirar.-Bueno no, solo los varones, los otros son sus parejas.-Alzo la mano y señalo a un tipo de pelo negro.-Menos él. ¿¡JIMMI QUE HACES AQUÍ!?.
El peli negro se volteó a mirarnos con el rostro encendido de rojo.- Héctor me invito, Tío Jonas.
El viejo acaricio su mentón y luego asintió.
-Quédate pero si incendias algo esta vez te bañas en el lago.
Todos en la habitación estallaron a reír y el chico Jimmi, que se notaba era mucho mas joven, se puso aun mas colorado. Rebeca tomo mi mano, nerviosa y fingió una sonrisa. Había cinco tipos con el característico similar del cabello rubio de Rosa sonriendo frente a nosotros y el chico Jimmi de cabello negro.
Dos de ellos, notablemente mas grandes que nosotros, se acercaron sonriendo. Se notaba que eran hermanos por su parecido y la sonrisa iluminada que compartían con su padre, uno de ellos era mas alto y tenia arrugas a los lados de los ojos y el otro tenia una pequeña cicatriz en la boca y los brazos cubiertos de tatuajes extraños.
-Así que ustedes son de quienes no paran de hablar.-Comento el mas alto con diversión, extendió la mano hacia mi y la estreche.-Soy Leo.
El otro, de cicatriz en el labio, estrecho la mano de Rebeca.- Hola, Jerome.
-Azucena.-Se presento la chica a mi lado con una leve sonrisa, me miro.-Él es Alex.
Alguien a lo lejos alzo la mano en nuestra dirección.-¡La chica flor!.
Todos gritaron.-¡LA CHICA FLOR!.
Rebeca se ruborizo y me miro sonriendo antes de inclinar la cabeza como saludo hacia todos.
-¡Dejen de gritar!.-Bufo Rosa desde la cocina luego apareció secándose las manos con un trapo y por primera vez veía sus brazos cubiertos de líneas negras y puntos enormes.-Parecen primates.
El mismo que grito la primera vez volvió a aparecer.-¡La mujer flor!.
Todos se rieron y luego le siguieron gritando a todo pulmón y ruborizando también a la señora en la puerta de la cocina que luego de unos segundo rio y dejo que Jonas la abrace sonriendo. Me lanzo una mirada de "¿viste?" y sonreí asintiendo antes que vuelva a la cocina.
Jonas apareció sonriendo y con vaso de cerveza en la mano que me entrego.
-¡POR LOS PROMETIDOS!.
Hubo un silencio en el que todos se volteaban a sujetar sus vasos de cerveza y a alzarlos.-¡POR LOS PROMETIDOS!.
Me reí con la chica a mi lado y miramos como todos daban tragos a sus vasos sonriendo y viboreando por nosotros.
Nos indicaron que nos sentemos en los sillones y nos unamos a las conversaciones o a la supuesta celebración.