Resilencia

t r e i n t a y u n o

Para cuando llegamos al castillo era media tarde, maso menos, entre los dos nos habíamos puesto de acuerdo en no separarnos mas de lo necesario y volver siempre al mismo lugar.

Espere que llegue el horario de cambio de turno entre los guardias y Rebeca abrió un ovalo directamente en la habitación de la reina.

Al entrar había algo raro en el aire, como un olor o una sensación pesada de tristeza, de pesar, de dolor que iba venia y por poco me hizo suspirar y bajar los hombros rendido. Pero no, eso era de la habitación, yo no me sentía así.

Seguí a Rebeca por las paredes blancas, el descanso con los sillones y la oficina que estaba dentro de la misma habitación, pasamos un par de estantes con libros y una pequeña sala de estar que se veía que nunca había sido usada. El objeto extraño que vi cuando la reina llego, la silla con las ruedas al lado, estaba al lado de dos puertas corredizas, descansando.

Rebeca golpeo y luego abrió las puertas para dejar a la vista la enorme cama de enfermería donde tenían recostada a la reina que dormía con pesadez.

—No puede ser.—Soltó Rebeca caminando hacia la mujer en la cama e inclinándose para mirarla de cerca.

Trague saliva mirando su pecho subir y bajar con esfuerzo, se la veía peor que antes, mas delgada, mas desecha, los huesos estaban marcados en todo su rostro y sus hombros y parecía que iban a romper con su piel de un momento al otro y a salirse de su cuerpo.

Mire la mesa al lado de la cama y me encontré con una jarra con agua, una taza de té y galletas.

—Son esas.—Indique a Rebeca caminando hacia el plato y tomando una de encima. Se veía apetitosa, por dentro estaba blanda y por fuera crujiente con chispas de chocolate decorándola a la par que las semillas de Ricino, tan pequeñas y machucadas que casi ni se veían.

—¿Que le hicieron?.—Susurro Rebeca tomando la mano de la reina a punto de llorar. De repente sus ojos se abrieron con sorpresa y miro la mano como si hubiera visto un fantasma. Me miro.—Alex, me apretó la mano.

De repente la puerta de la habitación, la que daba hacia el pasillo, sonó con dos golpes y Rebeca me miro asustada.

—Tenemos que irnos.—Apure caminando hacia las puertas en la punta de la cama y cerrándolas antes de poner el cerrojo. Mire a Rebeca esperando que este preparada y con el ovalo abierto pero ella solo miraba a la reina con lastima.— Rebeca...

Me miró pensado, miró a la mujer moribunda en la camilla y luego soltó la peor idea que se le pudo haber ocurrido en el momento justo en que se oían los pasos de los guardias del otro lado de la puerta, avanzando hacia nosotros.

—Vamos a llevarla.— Corrió hacia una esquina de la cama a mi lado. 

—¿Que? No.—La mire mientras le sacaba el seguro a las rueditas de la cama de enfermería de la reina Thea. Trague saliva con el corazón acelerado por los ruidos del otro lado de la puerta y comencé a susurrarle.—¡Rebeca, ya me robé una princesa no puedo robarme también una reina!. 

—En teoría la princesa te secuestro.— Sonrió cuando tuvo todo preparado y yo suspiré, era en vano discutir con ella cuando se metía una idea en la cabeza. Mire a la reina moribunda luchando por respirar con lastima y me coloque al lado de Rebeca mientras un óvalo se abría en la pared detrás de su cabeza.—¿En qué clase de cuentos de hadas vives?.

Se notaba la diversión en su voz y eso me hizo volver a suspirar pensando en por que abrí la boca para ir ahí en primer lugar. Empujamos la cama y a nuestra espalda se escucho como los guardias comenzaban a forcejear con la puerta cerrada.

—En uno muy raro.

* * *

Para cuando llegamos del otro lado lo primero que hicimos fue instalar a la Reina en la que era mi habitación, colocamos la cama que ya estaba a un lado y pusimos ambas una al lado de la otra dentro. No quedaba mucho espacio pero si el suficiente para que estemos los dos dentro y podamos movernos.

Rebeca insistió en desintoxicarla, cosa que no tenia ni idea de como íbamos a hacer, así que hicimos té con medicina para resfrió que ella había tomado y le había echo bien e intentamos despertarla para que beba un poco.

—Iré a servir un poco de sopa para ver si puede tomar.—Comente luego de un rato de verla semi despierta bebiendo a cucharadas el té que Rebeca le daba. Asintió y para cuando volví la vi medio inclinada sobre la reina llorando y dándole mas té.

Lleve una silla para que pudiera sentarse tranquila y ella solo limpio sus lagrimas como hacia cuando no quería que vea que estaba llorando. Me sentía mal, mirándola llorar, sufrir por la persona en la cama, medio muerta, y no poder hacer nada por ella.

Así que hice lo mejor que podía y me quedé ahí con ella, a su lado, ayudándola.

 

*****

Rebeca.

Pasaron dos días hasta que la Reina Thea pudo por fin despertar y estar consciente recostada en la cama.

—¡REBECA!.— Alex me grito desde dentro de la casa y sin dudar me levante de la tierra donde estaba cosechando y entre corriendo para ver a la reina con los ojos abiertos de par en par mirando al techo y moviendo la cabeza con desesperación. 

Mi corazón se atoro en mi garganta y me acerque a ella despacio.

—Hola.— Salude cuan fuerte pude para que me vea, se detuvo y me miro con los ojos cargados de lagrimas que se derramaban y volvían a llenarse. Me acerque a la cama y Alex se levanto de la silla para cederme el lugar. Suspire aliviada de verla reconocerme y sentí la mano de Alex darme un apretón en el hombro antes de salir de la habitación cerrando la puerta. No quería que se vaya. Me senté al lado de la reina y la mire intentando no llorar.—Hola...

Abrió la boca, sus labios secos, grises y cuarteados por el veneno. Aun no sabia como no había muerto.

Me acerque para escucharla.




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