Resilencia

t r e i n t a y t r e s

Ope se levantó de la mesa de golpe y se volteó hacia la cocina.

-Se quedarán a comer.- Indico revolviendo algo en una olla al fuego bajo.

Mire la mano de Alex con la mía y recordé a la reina en nuestra cabaña, sola (bueno, con Watson), quizás con frío y hambre.

-Ope no podemos...

-Rebeca.- Alex me interrumpió.- Va a ser mejor que descanses primero.

-¿Pero la reina Thea...?.

El chico a mí lado suspiro cansado y lo vi debatirse entre lo que tenía que hacer y lo que quería hacer. Frunció el ceño como si algo de lo que pensara estuviera ganando y me miro.

-Ella podrá arreglárselas sola.- Apretó mí mano y lo mire durante unos minutos intentando buscar la duda o siquiera un titubeo, pero no encontré nada y al final asentí sentándome de nuevo apoyada contra él.

Pasaron unos minutos en lo que Ope revolvió la olla, nos miró por encima del hombro, agrego cosas dentro luego de cortarlas en pedazos y se volteó con un trapo en la mano.

-¿Van a contarme que demonios pasa acá o seguirán pensando soy una vieja cenil?.- Intenté no reírme y ella se dio cuenta, alzó el trapo y me golpeó con el mientras Alex se ruborizaba a mí lado.- ¡Ni se te ocurra burlarte de mí ahora, me tienes preocupada por semanas, primero haces que todo el pueblo se de vuelta y luego desapareces también del castillo!.

Solté la mano de Alex, que intentaba apañar los golpes apartándose, y alce las manos en rendición.

-Lo siento...

-¡No me sirve tú lo siento, quiero una explicación, ibas a casarte con ese príncipe rubio y desapareces!.- Se inclinó hacia adelante en la mesa y me miro con la mano sobre su pecho.-¡Tu padre puso el grito en el cielo!¡Estuvimos días buscándote en el bosque!¡Pensamos que te habían traicionado!¡Quicieron organizar un motín!.

Mis ojos se abrieron por la sorpresa, no entendía aún como podía importarle a esas personas que había lastimado tantas veces, como aún buscaban una manera de ayudarme, preocupados, después de tanto desastre que hice.

Alex a mí lado me miró con suficiencia, esa división ya la habíamos tenido y por mucho que me costara, admitía que tenía razón.

Bajé la cabeza apenada.- Lo siento, mí boda con William fue demasiado y tuve que irme...

-¿Donde?.- La voz de la anciana se quebró y al mirarla parecía a punto de llorar. Se sentó frente a nosotros de nuevo.

-A una cabaña muy lejos de acá.- Mire mis manos en la mesa y suspiré.- Lo siento, debería haber avisado o algo pero salió tan de imprevisto que... No pudimos hacer mucho y luego...

Y pasaron varios minutos en los que solo se oyeron las respiraciones de los tres junto con el hervidero de la olla en al cocina antes que la silla dónde estaba sentada cruja.

-¿Pudimos?.- Alce la cabeza, nos estaba mirando con la ceja alzada.

Alex se aparto ruborizado y yo sonreí asintiendo y tomando su mano por encima de la mesa.

-Estamos viviendo juntos.- Él abrió y cerró la boca tan rojo que parecía a punto de estallar. Me hizo reír aún más.- Como pareja, prometidos.

Los ojos de Ope se abrieron de par en par antes de mirarlo, juzgarlo, fijamente. Alex trago saliva, me miró y entrelazó sus dedos con los míos antes de intentar relajarse.

-¿Por qué no le has dado anillo?.- Ope lo regaño.

Él se encogió con hombros.- Ella no quiso aceptarlo.

Lo pise por debajo de la mesa y él solo soltó una mueca con una sonrisa.

-¿Por qué le contas?.

-Ella pregunto.- Alex me miró con dulzura, sonriendo como solo él puede hacer para que no me enoje. Suspiré frustrada y lo golpeé en el hombro escuchando su risa suave antes de mirar a la señora enfrente observarnos con ternura y admiración.- Decidimos que lo mejor sería dejar las formalidades para más adelante, con vivir juntos es suficiente...

Estaba asombrada, había escogido cuidadosamente cada palabra para hacerme quedar bien, aunque por la mirada de Ope ella intuía que era por mí.

Baje la cabeza evitándolos a ambos.

- Alex me ofreció un anillo hermoso, el más hermoso que vi en mí vida, y lo amo como para casarme con él...- Al decir eso sentí como mí corazón palpitaba con más fuerza y Alex a mí lado se tensaba mirándome sorprendido. Lo ignore intentando no ruborizarme.-...pero necesito sentirme libre...

Se oyó un suspiro de Ope y mí mirada quedó clavada en el suelo al lado de mis pies.

-Y lo entiendo.- Alex de repente estiró la mano por encima de la mesa y tomo la mía.- Pero el que nos casemos no te hace menos libre que ahora.- Apretó mis dedos con suavidad y lo mire.- No voy a obligarte a hacer algo que no quieres, Rebeca, pero tienes que saber que el matrimonio, el amor, no es impedirle hacer cosas a la otra persona u obligarla a hacer otras, es acompañarse mutuamente.

Los ojos de Alex eran hermosos, pensé en ese momento, sus labios también, todo él era hermoso. Pero sobre todo lo otro también lo eran sus palabras, él podía parecer un terco gruñón y a veces exasperado en todo momento, pero cuando estaba conmigo no lo era, era un chico dulce, cariñoso, divertido y sabio.

Me mordí le labio para que ninguna de las palabras que pensaba salieran de mi boca y me incline hacia él para apoyar la cabeza sobre su hombro.

Oí a Ope volver a suspirar, esta vez con dulzura.-Si no te casas con él yo lo hare.

Me reí escuchando el pecho de Alex vibrar por su risa y mi cuerpo se lleno de agradables cosquillas que me dejaron volando en una nube. 

 

Ya por la noche, a la hora de dormir, Ope nos asigno a cada uno una habitación distinta. No es como que me moleste pero me había acostumbrado a Alex a mi lado en la cama y ahora era como que me faltaba un pedazo importante.

Aun así él no discutió y se encerró en su habitación justo después de que yo cierre la puerta de la mía.

Sabia que no iba a hacerlo.—Solo será por hoy, Rebeca.

Bufe pero no dije nada, él no quería abusar de la hospitalidad de la señora de la casa, secretamente sabia que quería impresionarla, y yo, bueno yo era parte de esa casa mas que del castillo así que no sentía que abusara de la hospitalidad sino que sentía injusto para mi.




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