Resilencia

t r e i n t a y c i n c o

Lo primero que hice al cabo de unos minutos de mirar el anillo hipnotizada fue mostrárselo a Mike que solo lanzo un bufido de disgusto y aparto mi mano con asco.

—¿En serio?¿Te muestro mi símbolo de felicidad y solo bufas?.—Me dolió.—Eres el peor amigo que tuve...

—Me cae mal.—Volvió a bufar en dirección a la puerta con el ceño aun fruncido.—Te secuestro...

Le lance una mirada de odio.

—¿¡Por que todo el mundo piensa que Alex me secuestro a mi!?.—Mire el anillo y puse mi mano contra mi pecho, protegiéndolo.—Me quitan merito.

—¿Entonces fuiste tu quien lo secuestro?.—Sonreí y asentí con la cabeza orgullosa, pero él no se rió como yo quería sino que bajo la cabeza a sus manos encima de sus muslos, apenado y dolido.—¿Por que a él?.—La pregunta me sorprendió por completo y borro mi sonrisa.—¿Por que no me pediste ayuda a mi?.

Trague saliva, admito que había olvidado ese tema que había desatado tanto problema con Alex, en esas horas que pase enojada con él pensé en lo que había pasado con Mike durante mi momento en el pueblo. Yo había sentido algo por él, si, fue uno de los por que me fui al castillo cuando aparecieron los guardias en primer lugar, por que tenia miedo de lo que sentía, de que no fuera correspondido, quería protegerlo y protegerme. 

Mike fue el primer chico que me había gustado. Pero ahora ya no era lo mismo. 

Baje la mirada a mis manos y sentí la necesidad de salir de la habitación, de huir de ahí tan rápido como podía.

Suspire.

—Azucena...—Comenzó.— Rebeca...—Me obligue a mirarlo, por que era lo correcto. Se lo debía. Estaba pálido, parecía dolido, pero a su vez había algo raro en sus ojos, vergüenza.— Me gustas, desde que te vi con el rostro medio vendado que me pareciste linda, pero después me gustaste muchísimo mas.—Abrí la boca para contestarle, pero él me interrumpió.—No, espera que no puedo hablar si me contestas.—Señalo el anillo.—Eso prácticamente es un rechazo y ni siquiera me diste oportunidad para confesarme.—Solté un bufido rodando los ojos y asenti.—¿Me dolió cuando me entere que eras la princesa? Sí, pero ¿que importaba? Yo quiero a la chica fea que salta entre la gente sonriendo y que ayuda a todo el mundo con su hermosa sonrisa, aun si es o no la princesa. No puedo competir con el tipo que veías todos los días al salir de tu habitación, el guardia real...—Hizo un movimiento sarcástico, burlándose de Alex, pero solo me reí negando con la cabeza.—Él seguramente paso tiempo contigo y fue dulce, y no dudo que si lo elegiste fue por que es bueno contigo y te acompaña en todo.—De nuevo me reí y él me miro con las cejas alzadas.—¿Que?.

—Alex no es exactamente eso que dices...

—¿No?.—Volví a reírme y a negar cuando sus ojos se abrieron de par en par.—¿Pero por que estas con él?¿Que...?.—Y luego se detuvo para tomar mis manos entre las suyas con rapidez y llevarlas a su pecho.—Puedes estar conmigo.

Quite mis manos de las suyas.

—No, espera.—No entendí.—¿Que?.

—Él no te quiere...— Murmuro y sus ojos brillaron con una sonrisa.

—Me parece que entendiste mal... Alex.—Me volvió a interrumpir.

—Yo te quiero, te amo, si te hubieras quedado nosotros.—Tiro de mis manos de nuevo hacia él, llevando e consigo.

Me resistí.—No po...

Y de repente se lanzo hacia adelante, tomo mi rostro entre sus manos y me beso.

Me quede paralizada unos segundos, mi corazón golpeando con fuerza y un horrible nudo ajustándose en mi pecho. Lo aparte de mi y me levante de la cama lo más rápido que pude, abriendo la puerta de la habitación y saliendo.

—Azucena...—Intento seguirme pero me volteé y lo detuve con la mano en el pecho.

No sabía que hacia, no quería ni siquiera mirarlo de la vergüenza de no corresponderle a sus sentimientos como antes. Pero debía hacerlo, me dije a mí misma algo molesta, Alex había tenido razón.

—No, Mike entendiste mal.— Me sentía mal por lo que hacia pero también me podía seguir sintiendo sus labios fríos contra los míos, sus manos en mi rostro. Me sentía humillada, asqueada, como si de repente fuera algo y no alguien.

—Él...

Le lance una mirada.—Estoy con Alex por que lo amo, por que lo quiero y quiero estar con él...

—Pe...pero dijiste que...—Se veía como comenzaba a derrumbarse y eso no hacía más que empeorar el nudo que tenía en el pecho.

—¡Si!¡Alex y yo no siempre nos llevamos bien!¿Y que?¡Al principio nos odiábamos!.

Frunció el ceño, confundido.—Pero...

—Oh, por el amor a Dios, no podes simplemente pensar que podemos estar juntos por que dije que nos odiábamos. Si, Alex es gruñón malhumorado pero también es dulce, cocina bien y me quiere ¡Dios no se como explicarlo! es tan bueno, se preocupa tanto y... Mira, no lo entendiste...

Se aparto varios pasos.—Si, ya lo entendí.—Suspiro dolido y asintió. Cerré los ojos, suspire pensando en algo que no fuera ese dolor en mí pecho, y al abrirlos solo vi una mueca en el rostro de mí amigo.—¿Podemos simplemente...fingir que no paso nada?.

Hice una mueca.—¿Estas bien con eso?.

Asintió y suspiro cansado antes de que asienta a su par y le sonría fingiendo que no le había dolido.

De nuevo bajamos las escaleras a la cocina en silencio, estaba tan incómoda por todo lo que había pasado que no tenía ni idea de que hablar o como siquiera hablamos antes. Parecía que no conocía al chico a mí lado y que nunca habíamos congeniado por la manera en la que él se apartaba y yo me limitaba a evitar su mirada.

Es común, lo sé, pero no dejo de sentirme mal por eso.

Me detuve en los últimos escalones y alce la cabeza hacia la cocina y las tres personas en ella. Por un lado estaba Por sentada en la mesa inclinada sobre una taza que seguramente era de Té y por el otro, de espaldas a la anciana, estaban Freya parada sobre una silla con un delantal y Alex riéndose de algo a la vez que amasaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.