Resilencia

c u a r e n t a y t r e s

—Alex, lo siento.

—Todavia no me explicaste qué pasó.—Respondió cuando estuvimos fuera, lejos de la casa y caminando uno al lado del otro con Watson entre medio.

Se lo estaba tomando bien para haberse enterado que sería rey... Si él lo quería.

Exhale aire, era su decisión. Tenía que repetirmelo una y otra vez, podía no querer quedarse conmigo.

—Mi padre secuestro a la hermana de el rey de Nakama por qué nos ayudó a escapar...—No quería mirarlo, me daba miedo saber qué pasaba por su rostro o cuál sería el gesto que pusiera cuando le cuente la verdad.

—Espera.—Me interrumpió deteniéndose y Watson siguió de largo hasta un árbol donde se sentó a esperarnos.—¿Entonces no soñé a la chica de fuego y viento?.

Negué confundida y un poco celosa.—No, Briana nos ayudó a escapar y June, también... bueno, algo parecido.

—¿Tu hermana?.—Sus cejas se le iban a salir de la cabeza.

Asentí.—Dijo que la próxima vez nos iba a matar.

Ahora fue él quien asintió luego de pensarlo mejor, miró el cielo y luego frunció el ceño con los ojos clavados en sus manos.

—¿Entonces volamos en dragones?.

Me reí negando.—No, eso sí fue parte de tu sueño.

Su ceño se frunció su mas y me dieron unas ganas tremendas de abrazarlo de nuevo, de tomarlo y llevármelo lejos de esa tormenta que se había convertido mí vida.

Esta ansiosa, si, pero también quería posponer el momento tanto como pudiera y comencé a caminar de nuevo hacia el arrollo.

—¿Entonces?.—Alex camino a mí lado rascándose la nuca.

Watson olisqueo el aire y nos siguió.

—Lucas, el hermano de la chica que nos salvó, recibió un ultimátum de mí padre...—Llegamos a los viejos árboles  que darían paso al camino de tierra directo a la casa de Jonas y giramos para evitarlo.

—¿Qué?.

Suspire mirando mis manos. Sentía como si toda la energía hubiera salido de mí cuerpo tan de repente que la sacudida me mareo.

Era como ver mí cuerpo, la situación, desde fuera.

—Quiere una alianza entre Nakama y Tasalimanía, el reino de William, eso acabará con el clima guerra de Mangata y unirá las flotas de navegantes, pero abrirá paso a piratas y el tráfico.—Me estaba llendo por las ramas pero era un tema extenso que veníamos conversando hace años (aún antes que yo naciera ya tenían problemas para resolverlo). Alex parecía no entender nada así que suspire.—No podemos romper la alianza con Nakama y tampoco podemos obligarlos a aliarse con Tasalimanía con ese idiota como rey.

—¿Y?.

Bien, llegó el momento. Cerré los ojos, inhale aire y los abrí para mirar el agua fluyendo por entre las piedras del arrollo.

—Con Lucas llegamos a la conclusión de que... Tengo que tomar el trono para evitar la guerra.

Su rostro perdió todo el color de repente, Alex se había detenido varios pasos detrás mio y me miraba con las manos a cada lado de su cuerpo.

—¿Tu?.

Trague saliva.

—Si, soy la siguiente en la línea y no tenemos mucho tiempo.

Lo mire apretar los dientes con fuerza mirando el suelo y luego a Watson tomando agua en la orilla del arrollo.

¿Qué pasaría con él cuando me vaya?¿Se lo quedaría Alex?.

Abrí la boca pero el chico a mis espaldas me interrumpió.

—No no no, espera a ver si entiendo.—Hizo un gesto sacudiendo las manos.—¿Este tipo quiere que tomes la corona para que él no entre en guerra con tu padre?.

Su tono no sonaba en absoluto amistoso.

—No, para no entrar en guerra con mí reino...

—Eso lo entiendo Rebeca, pero para eso tendrías que...

—Matar a mí padre.—Asentí interrumpiendolo justo cuando Watson alzaba la cabeza y nos miraba como si supiera que hablábamos de asesinar al monarca.—Pero eso es lo de menos...

—Rebeca.—Parecia exasperado ante la idea y de repente dobló las rodillas y se sentó en el suelo a mí lado.—Matar a tu padre no es lo de menos.

El cerdo camino hacia Alex y se recostó sobre sus piernas.

Me senté también.

—Ya lo sé pero... Alex, tengo que hacerlo.

Él se quedó en silencio, solo se veía el cielo azul después de tanta llovizna y el sol calentando y secando todo a nuestro alrededor.

El arrollo chapoteaba y los pájaros cantaban la más infinita melodía en lo que el chico que acariciaba al cerdo procesaba la información.

—¿Y que pasará con nosotros?.—No alzó la cabeza para mirarme cuando lo dijo, solo acarició detrás de las orejas de Watson y suspiro.

—No lo se.—Me encogí de hombros y arranque un pedazo de pasto con tantas ganas de llorar que me sorbí la nariz.—Es... Tu desición.

—¿Qué?.—Se detuvo y me miró sorprendido.

Lance el pedazo de hierba a un lado.

—Alex, te ofrezco ser mí rey, estar a mí lado en el trono como mí marido y soberano de Mangata...

Silencio y Watson bufo regañandolo.

—Yo...

—No es tu obligación hacerlo.—Me apresuré.—Puedes...

—Rebeca, cállate y déjame pensar por favor.—Gruño y asentí cabizbaja, ansiosa y a la ver con un nudo en la garganta que me asfixiaba.—Pero... ¿yo, rey?.

Me encogí en hombros.—Eres mí prometido.

El trago saliva, miró al arrollo y se levantó haciendo saltar a él pobre cerdo que había comenzado a dormirse.

Camino hacia el agua, se detuvo, paso las manos varias veces por su cabello y su rostro y luego volvió a caminar hacia mí frustrado.

—Rebeca, soy uno de afuera.

—¿Y?.—Alce las cejas casi riéndome de cómo no podía dejar de pasar el peso de una pierna a la otra.

Aunque también podía ser que mis nervios me jugaban una mala pasada.

Frunció el ceño.—No puedo ser rey así, inútil y débil.

Se lo veía en serio enojado con eso y me hacía enojar a mí también.

Desde que había discutido con Ben caí en cuenta cuantas veces Alex me dijo que era inútil por ser de afuera, lo cual me parecía absurdo. Tambien había escuchado a su madre decirlo cuando la visitamos en la aldea y él no dejaba de repetirlo cada que le decía que lo quería.




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