Resilencia

c u a r e n t a y c u a t r o

Nos levantamos temprano.

La primera fue Rebeca, que salió de la habitación en silencio sin siquiera despedirse.

Estaba preocupado por ella, desde que entró a hablar con la reina Thea actuaba extraña, había algo que le molestaba o le preocupaba y no quería decírmelo.

Y luego estaba yo.

Me levanté suspirando y sin ganas de estar más tiempo en esa cabaña y salí a la cocina para encontrarme con Ben tirado en un colchón en el suelo durmiendo con Watson encima de su estómago, y a Rebeca sentada en la mesa con una taza en las manos y la mirada pérdida en su contenido.

—Hola.—Su mirada se iluminó en cuando me vio salir y me subió el ánimo.—¿Quieres desayunar?.

Exhale la preocupación que no me dejó dormir en toda la noche y asentí haciendo que se levante y me sirva lo que sea que estaba tomando en una taza y la coloque a su lado en la mesa.

—¿Irás a hablar con Jonas?.—Me estire para sacar el pan de la alacena.

—Si, pero primero quiero traer un poco de verdura para que cocines.—Saco un frasco con algo dentro de la heladera y lo dejo sobre la mesa.

—¿Qué es eso?.—Abrí el frasco y mire su contenido aguantándome una mueca de asco.

—La reina...—Frunció el ceño y se corrigió.—Digo Tatheana hizo mermelada.

—¿Tatheana?.—Sonaba divertido pero Rebeca había hecho lo mismo cuando se puso de nombre Azucena.

Asintió sonriendo, rodó los ojos y se encogió en hombros.

—¿Por que te levantaste tan temprano?.—Agarro el frasco y unto el contenido en medio pan.

Oh por dios, su Rebeca comía eso me volvería viudo.

—Voy a buscar leña para arreglar el calefon y para la chimenea.—La mire mientras comía un pedazo de pan con mermelada, fruncía el ceño con asco y escupía lo masticado en una servilleta. Me reí y bebí mí café recién hecho recibiendo su mirada de odio.

Miró la mermelada como si no entendiera como sabía tan mal y luego la apartó de la mesa.

—Iremos con Lucas para la media tarde.

Asentí con el corazón en la boca, de repente se me había ido todo el hambre.

—Avisame cuando vayas con Jonas y vamos juntos.—Le di un mordisco al pan y la mire asentir bebiendo su café.

—Oh por dios, parecen una pareja de viejos.—Gruño Ben desde el colchón. Suspire, ya se me hacía que había demasiado silenció.

—Yo me voy llendo.—Dijo Rebeca levantándose, dejo la taza en la vacha y salió sin decir nada más.

—¿Por que tienes que arruinar todo?.—Bebí otro sorbo de café y mordí el último pedazo de pan.

—Hermano, se ponen en modo "pareja de casados" y me molesta.—Watson apareció a mí lado en la silla antes que Ben logres treparse a la silla frente a mi.

—¿Qué es exactamente lo que te molesta?¿Qué seamos casados o que tú nunca tendrás algo así por qué no sabes mantener relaciones?.

—¡Auch!.

Punto para mí.

Ben se estiró encima de la mesa, tomo un pan y comenzó a untarle mermelada.

—Me acompañarás a cortar leña.—Ordene mirando sorprendido como comía el pan sin la menor mueca de asco.

Asintió.—Si, su majestad.

—Eres un idiota.

—Gracias.—Me sonrió con desgana y metió otro pan con mermelada en su boca.—¿Cómo vas con eso?.

Me encogí en hombros.—Bien, confundido, ansioso, asustado.

—Normal.—Se levanto y sirvió café en la taza que Rebeca había usado.—Todos los días te enteras que tu novia matará a su padre para ser reina y evitar una guerra y por, ende, tu también serás coronado.

Se sentó y me sonrió comiendo un pan.

—A veces quiero golpearte.

Ben se rió y me levanté a cambiarme las vendas por ropa normal.

Ya me sentía mucho mejor, demasiado para tan poco tiempo desde que me habían herido, pero Ben me había contado como la reina Thea me curo de la infección y logró meter su sangre por mis poros con su extraña habilidad de manipular el agua.

Dijo: Es tan asqueroso que estás mejor sin saberlo.

Pero todavía no llegaba a entender cómo fue que su sangre me curo.

Eso no debía pasar.

Suspire y quite las vendas de alrededor de mí estómago con mucho cuidado de no despertar el dolor debajo de mí piel.

Hace años Ben y yo habíamos echo un pacto para que deje de curarme, para estar a salvo de mí y ser casi inmune a él, y la cicatriz en mí mano lo comprobaba.

Hice una mueca por el roce de la tema y mire mí mano sorprendido.

Ese corte deforme con piel abultada y pálida había desaparecido de la palma de mí mano.

Apreté los dientes y cerré la mano sobre las vendas ya sueltas.

Supongo que era la razón por la que Ben pudo curarme en primer lugar. La reina obligó a su sangre a entrar a mí cuerpo, a curarme, y todo rastro de nuestro pacto desapareció.

Quite las vendas de mí pecho y comencé a sentir el viento leve que acariciaba mis cicatrices.

No me gustaba esa noticia.

Me estremecí, dejé las vendas a un lado y salí de la habitación mirando mí palma vacía y suave.

—Ben.—Llamé cuando lo vi de espaldas, lavando las tazas del desayuno. Me miró por encima del hombro.—La cicatriz desapareció.

—¿Qué cicatriz?.

—La de mí mano, idiota.—Por alguna extraña razón sentía furia y a la vez un vacío dentro del estómago, algo frío y asqueroso que me dejaba confundido.

Se volteó y miró mí mano.

—Pero que...—Frunció el ceño y miró su propia palma percatándose que su cicatriz también había desaparecido.

—¿Qué fue lo que hiciste?.—Pregunte en cuanto lo vi pasar el pulgar por su mano como si con eso volviera a parecer.

—Deje caer varias gotas en el agua y la reina las metió por tus poros.

—¿Puede ser...?.—Comencé, pero él me interrumpió con un suspiro, recostándose sobre la mesada.

—No lo sé.—Miro la ventana y luego a mí.—Pero va a ser mejor así.

Pasaron unos segundos en los que procese lo que dijo y me lo quede mirando sin entender.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.