Salimos de la habitación después de un rato, era cierto que tener gente en la casa era muy molesto y poco práctico cuando querías estar todo el día acostado en la cama besando a tu novia.
Mientras yo me dirigía a la cocina a lavar las verduras y comenzar a cocinar, Rebeca se llevó a la reina para indicarme cómo se usa la ducha y como se limpia luego.
Teníamos que colaborar en la casa.
Ben no estaba en ningún lado y Watson me miraba con curiosidad desde la puerta.
—¿Qué?.—Bufo en dirección a el plato de comida y el estofado de la reina aún dentro.—Si no comes eso no te haré comida de verdad.
Bufo ofendido y se fue por la puerta de atrás, seguramente con Rebeca.
Segundos después ella entró con el cerdo en brazos.—¿Qué pasó?.
—¿Con que?.—Corte media zanahoria y la metí en la olla.
—Watson está raro...—El cerdo bufo para asegurar lo que ella decia y acurrucó la cabeza en el hombro de Rebeca.
Le lance una mirada de odio al animal—Esta enojado por qué no quiero darle comida normal.
—¿Y que tiene esa?.—Ella miró el tarro y frunció el ceño.
—Es la comida que la reina hizo...—Me encogí en hombro y parti una cebolla a la mitad para luego cortarla en trocitos.
Rebeca asintió como si fuera entendible el capricho del cerdo. Sonrió.
—Así por lo menos va a quererme más que a ti.
Le saque la lengua y ella se fue junto con el cerdo en brazos para darle comida que quedó guardada en la heladera.
Bufé y corte más cebolla, morrón y un poco de zanahoria antes de agregarle la carne, sal y taparlo para que se cocine. Dentro de poco le abriría la tapa y en cuanto se dorada el fondo pondría el agua para el arroz.
Extrañaba cocinar ahí, habían pasado solo cinco días afuera pero tengo que admitir que se sintió como si hubieran pasado meses lejos. Odiaba demasiado comer algo que no cocine o cocino mí madre (si, así de paranoico soy) y la comida de la reina dejaba mucho que desear en cuestiones de gusto.
Pero no podía decir nada, ella era reino y nunca supo ni servirse agua sin sirviente.
Exhale aire y abrí la ventana para ver a Rebeca sentada en el pasto jugando con Watson a lanzarle una rama y ver como el cerdo la traía.
No sabía que los cerdos podían hacer eso pero me alegraba que la haga reír un poco.
Oí la olla chillar por hervor y la destape para ponerle más agua y condimentos.
Alce la cabeza y mire a Ben acercarse a Rebeca con el hacha en el hombro y más leñas en una bolsa de tela.
Se detuvo mirando al cerdo incómodo y luego suspiro diciéndole algo que supuse era una excusa.
Tenía ganas de escuchar, me asome a la ventana y la abrí con disimulo pero fue en vano, estaban demasiado lejos.
—¡Maldicion!.
Le daría mí alma a Dios con tal de escuchar lo que decían.
—¿Qué estás haciendo?.—La voz de la reina me hizo saltar casi soltando un chillido, me iba a escuchar.
—Nada.—Saque una olla del bajo mesada y la llene de agua mirando en dirección a la ventana con disimulo.
—¿Qué harás con lo del reinado?.—Mire por encima del hombro y vi a la reina sentarse con la toalla extendida en la silla a su espalda.—¿Cuál fue tu desición?.
Bufé fastidiado, por qué a todo el mundo le importaba eso, no hacían más que ponerme nervioso.
Saque la olla de la Bacha y la puse al fuego.
—Me quedaré con Rebeca, usted ya...
—Por favor, tuteame, soy Tatheana.—Me interrumpio con un suspiro cansado.
Asentí volteárme para apoyarme en la encimera y cruzar los brazos sobre el pecho, confiando plenamente en que Ben no haría ninguna estupidez que lo mandé a volar por los aire con algún portal de Rebeca.
—Estamos comprometidos y la amo, no puedo dejarla sola en esto.
Mire el suelo y la comida de Watson esperando que no sé de cuenta que era lo que ella cocino, intacto como cuando lo saco del fuego.
Pero la reina no dijo nada, solo se me quedó mirando con los ojos abiertos de par en par y las manos congeladas frente a ella, como si la hubiera sorprendido.
Pasaron unos segundos en los que mire a Ben y a Rebeca sentado en el césped hablando y suspire aliviado.
—La amas ¿Eh?.—Tatheana corto en silencio. Asentí encogiéndome de hombro para ocultar la vergüenza que ma daba decirlo. Lo había dicho y ya, era un gran avance, ahora tendría que decírselo a Rebeca.—¿Y crees que solo con amor se resuelve una guerra?.
Suspire.
—No sé si una guerra.—Comenté riéndome.—Pero llegamos acá por... amor—Me sentía incómodo con esa palabra y dude al decirlo.—, y la salvamos a usted y, además, salimos del castillo entre ataques y...
—¿Entonces...?.
Exhale aire, era tan difícil decir lo que sentía, decir lo ella me hacía sentir y como lo hacía. Cómo su sonrisa estallaba todas mis neuronas y cada beso hacia que mí cuerpo se prenda fuego.
Me volteé y mire la carne para disimular que no me había puesto nervioso.
—Ire con ella, haré todo lo que tenga que hacer... Por ella.
La reina parecía que quería sonreír, sus labios tiraban a los lados y casi pude ver la primera sonrisa de esa mujer.
Aún así sus ojos se iluminaron.
—Entonces tienes que prepárate para ser rey.
Asentí resignado, era un desastre de persona y además sería próximamente rey. Baje la cabeza y al lanzarla por fin pude ver una sonrisa de nostalgia en su rostro.
—No es difícil, Alex...—Hasta su voz se había suavizado.—Mi marido era... Todo un rey frente a las cámaras, serio, valiente, guapo... pero detrás del telón...—Soltó una risa y negó con la cabeza jugueteando con sus manos.— Era mí payaso favorito.
—¿El... El padre de William?.—Dude, nunca hablábamos del pervertido sin remedio de su hijo pero notaba que, a pesar de todo, le preocupaba.
Asintió.—Joseph era el rey cuando lo conocí, fue una alianza por conveniencia entre mí reino y el suyo, pero cuando nos conocimos fue el hombre de mí vida...