Resilencia

c u a r e n t a y s e i s

Entramos a la enorme sala del Rey.

No era nada en comparación con la del padre de Rebeca, está era mucho más grande e iluminada, había una enorme lámpara dorada colgando en el alto techo y las paredes eran blancas con delicados detalles en dorado, encima de la pared del fondo había un telón Rojo con un escudo que no supe reconocer pero que llamo mucho mí atención.

Todo era muy bonito, bien cuidado, limpio y con demasiada luz.

-¡Beca!.-Un tipo con traje de pecheras y hombreras, la solapa izquierda llenas de medallas, pantalones pulcramente limpios y planchados, un cabello negro bien peinado y el rostro duro apareció del otro lado de un escritorio, levantándose con una sonrisa de triunfador en el rostro.

Todavía no lo conocía pero ya sabía que él era el Rey, Lucas Temple.

-Hola.-Saludo Rebeca caminando hacia él con la espalda recta y el porte de una princesa. No, de una reina.

Suspire.

Mire hacia mí propia ropa y sentí vergüenza, ni la camisa estaba bien planchada y había una minúscula mancha al lado del último botón. Hubiera jurado que era la camisa más limpia que Rebeca me dejó (por qué le encantaba usar mí ropa y a veces, solo a veces, la ensuciaba a más no poder).

Se abrazaron como si fueran antiguos amigos y luego se alejaron sonriendo como las personas de la realeza que eran, con confianza y amabilidad en los labios.

Máscaras perfectas.

Rebeca se volteó hacia mí sonriendo de oreja a oreja y con los ojos brillando.

-Te presentó a mí prometido, Alex Lokhe.-Camino hasta mí y tomo mí brazo con informalidad antes de señalar al rey.-Alex, él es Lucas, el hermano de la chica que te salvó y el rey de Nakama.

Trague saliva.

-Demasiada formalidad.-Dijo él caminando hasta nosotros mientras le quitaba importancia a su título con la mano y me tendía la otra.-Un gusto.

Mire su mano con la boca abierta, titubeé y se la tomé.

-Buen apretón.-Sonrió mirándome. Asentí sin encontrar que decir y él miró a Rebeca levemente asustado y confuso.-¿Es mudo?.

Ella parecía preocupada, mirándome desde mí derecha con su brazo enganchado en el mío.

Exhale aire.-No, lo siento, no sé cómo presentarme.

La voz me salió estrangulada pero aún así me esforce para que Rebeca no viera mis dudas; o peor, mí arrepentimiento.

-Y además tienes una voz potente.-El alago del rey debió de hacer que toda la sangre de mí cuerpo suba a mi rostro y haga que Rebeca se relaje aliviada, aunque yo no me sentía igual.

-Eh... Mhh Gracia.-Me temblaba todo cuerpo.

Dios, me sentía un idiota.

El rey miró a Rebeca ahora serio, como si la conversación hubiera cambiado, y temi que haya echo algo malo sin querer.

-¿Y?¿Cuál es la desición?.

Parpadeé mirándola fruncir el ceño y alejarse de mí brazo con formalidad, volviendo a su papel.

-Lo haré, pero tengo ciertas cuestiones que conversar sobre William.-El rey Lucas asintió con la mano en el mentón, pensando, y me miró de nuevo a mí.

-Antes quiero decirte que el plazo se adelantó.

-¿Se adelantó?.

Asintió y comenzó a caminar hacia la ventana más alejada, la de al lado del tapiz.

Rebeca me miró preocupada y fruncí el ceño, si algo le preocupaba no era del todo bueno.

-Hoy por la mañana-Comenzo a explicar el rey mientras sacaba algo de un panel en la pared.-una tropa de el lado sur trajo las noticias- Era un cilindro de un metro, dorado y con algo en la punta dónde el Rey Lucas acercó el ojo.-de un ataque en el las murallas Delta.

Tocó un par de botones del cilindro, lo movió y luego se alejo mientras Rebeca y yo nos acercábamos a ver.

Primero fue ella, acercó el rostro y miró por un mini cristal en la punta del cilindro.

Ya lo había visto otra vez, el comandante Henry lo tenía y lo usaba para las prácticas de novatos en la guardia. Era un telescopio, solo que este era más grande y estaba más decorado que el viejo aparatejo del comandante.

Los mire fascinado unos segundos antes de que ella suelte un grito ahogado y se aparte.

-Esos son soldados.-Exclamó antes que yo mismo mire por el cristal.

Sentí al rey asentir con el cabeza.

Era cierto, muy lejos, detrás de un inmenso muro gris, habían doce filas de cien soldados de uniforme azul y blanco, parados en dirección al castillo y armados esperando una orden.

-¿Aparecieron hoy o ya estaban ahí?.-Pregunte mirando las filas y las armas que usaban, no eran centinelas, eran guardias, esa estrategia estaba echa para intimidar no para atacar.

-Hoy me dieron aviso.-Cuando me volteé a ver al rey todavía tenía la mano en el mentón, como si estuviera pensando, pero tenía una mirada de admiración y asombró.

-No atacarán.-Corte.-Son guardias reales, no están entrenados para atacar sino para defender.-Suspire sin entender sus miradas y lance una mirada a la ventana.-Quieren intimidarlos.

—Intimidarnos.—Repitió mirando el telescopio y la ventana de hito en hito.

Mire a Rebeca y ella también parecía estar pensando algo con la mirada en el escritorio del rey.

Volví a inclinarme sobre el telescopio y mire más allá de las murallas y del ejército, no había maquinaria, no habían armas. Había algo dentro de mí cabeza que me indicaba que no era solo intimidación, que había un mensaje más ahí.

Mire el pueblo que había entre las murallas y el castillo, y luego mire las casas bien construidas.

El reino era más pequeño, el castillo había sido construido cerca del lado sur y dejaba poco que ver, pero aún así se notaba que había mucha mejor calidad, con mejores viviendas y, por lo que veía, mejores habitantes.

¿Por qué ellos estaban mejor que los Mangata?.

—¡Lucas!.—La voz de Rebeca me hizo saltar y mover el telescopio sin querer. La mire extrañado y ella prácticamente salto del suelo.—¿Me dejas usar tu biblioteca?.




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