Fueron los gritos de Freya los que despertaron a la Rebeca aquella mañana ni bien salía el sol. Ambas miraron la puerta luego de mirarse entre ellas y oyeron por detrás los golpes de los centinelas que el rey había mandado. Un quejido que los mocos de la niña comenzaron a caer por su mentón.
-Abue...-Comenzó Freya, pero la princesa de adelanto y le tapo la boca en la mano para que no gritara, poniendo toda su atención en los ruidos del otro lado de la puerta. Tenían que salir de ahí antes de que la encuentren y culpen a Ope de raptarla o por traición.
Tenia que aparecer sola y de la nada.
Las botas de los soldados retumbaron en el segundo piso de la casa, corrieron en dirección a su habitación y de repente, como si se oyera el desesperado pensamiento de Rebeca, un enorme ovalo apareció en donde estaba la puerta reflejando del otro lado el interior del Bosque Rojo.
La princesa trago saliva con el corazón en la boca, cago a la niña en su hombro mientras escuchaba el pomo de la puerta girar y los soldados gritar para que salgan, y salto dentro del ovalo soltando por fin la boca de la niña para cubrirse de lo que sea que haya del otro lado.
El bosque a su alrededor era cálido y húmedo, el sol se filtraba por entre las hojas de encima de su cabeza manteniéndolas abrigadas y daba al suelo de tierra un tono rojo hermoso. Los pájaros cantaban como si las estuvieran recibiendo y el aroma a tierra húmeda, mañanera, envolvió a la princesa.
Suspiro, agitada por la adrenalina, y se volteo a mirar el lugar por donde habían llegado esperando que nadie las siguiera. Pero el ovalo se había cerrado, desapareciendo en quien sabe donde.
-Era de esperar.-Susurro para si con la cabeza baja, trago saliva y miro a su acompañante.
-¿Donde estamos?.-Pregunto Freya llorando a moco tendido y con un ataque de hipo que enterneció a la princesa. Pero al final no contesto en lo que se volteaba y miraba hacia todos lados buscando algo con que orientarse. Pero fallo.
-No se...- Exhalo aire frustrada, intentando oír por encima del llanto de la niña algo que la devuelva al palacio o al pueblo, de ahí en mas ella podría desenvolverse por si sola. Pero a su pedido solo respondieron los pájaros.
-¿Como hiciste eso?.-La niña había comenzado a temblar de pies a cabeza. La princesa le tendió la mano pero solo la miro, negándose a tomarla.-¿Que paso?¿Donde esta Ope?¿Por que esos hombres vinieron a buscarnos?¿Quienes eran?.
Freya lloraba demasiado fuerte y Rebeca comenzaba a desesperarse por no saber que hacer para calmarla. Se agacho a su lado y la miro fijamente con tanta suplica como podía poner en sus ojos.
-Freya...-Comenzó, pero quedo interrumpida cuando en el aire se oyó el sonoro cañón del pueblo. La ultima vez que Rebeca había escuchado aquel cañón varias personas habían perdido la vida. Si antes no estaba asustada ahora si. Se levanto.- Tenemos que irnos...-Y le tendió nuevamente la mano a la niña y esta volvió a retroceder. Suspiro cansada.- Mira, no se que pasa, ni como hice eso, pero tenemos que irnos antes de que oscurezca.
Freya dudo mirándola con desconfianza pero al final acepto su mano tranquilizando a Rebeca por completo. Esta se volteó hacia donde creyó oír el cañón e intento mirar el cielo por detrás de las espesas ramas y hojas en vano, estaban muy dentro del bosque como para orientarse.
Así que al final se limitaron a caminar por horas, agarrada de las manos e intentando no caer en pozos o lastimarse con las ramas bajas. De vez en cuando la pequeña soltaba susurros quejosos, sobre el hambre, sobre el cansancio o la sed, pero nunca dejo de caminar subiéndose los mocos de vez en cuando y limpiándose con las mangas de sus ropas.
Rebeca en serio valoro la fuerza y el aguante de esa Freya y sentía mucha lastima cuando esta tropezaba y la tenia que levantar en hombros. Odiaba verla llorar, un nudo se alzaba en su garganta por la culpa, pero no dijo nada hasta que llegaron al limite del bosque.
Miro el cielo, el sol ocultándose en el horizonte, y suspiro.
-Por lo menos llegamos.- Susurro dando un par de pasos mas hacia la salida, por fin orientada. Se había hartado del canto de los pájaros y el ruido de las pisadas sobre las hojas, el silencio la había cansado.
Pero no basto que dieran dos pasos y oyeran voces, golpes y forcejeos. Se ocultaron detrás de un arbusto con el corazón palpitando del miedo, mirando la casa del otro lado del cementerio.
Rebeca trago saliva al ver al dueño de la casa siendo empujado fuera de la misma por varios Centinelas Reales.
-¡VAYANSE DE MI CASA!.- Grito Dante encamarándose en la puerta en vano, los guardias siguieron empujándolo. Freya abrió la boca con los ojos llenos de lagrimas pero antes de que haga algún ruido Rebeca se la tapo con la mano haciéndole señas para que no hablara. Las silenciosas lagrimas de la niña se derramaron por encima de la mano de la princesa.
-¡No creen que si algún miembro de la realeza estuviera entre nosotros nos hubiéramos dado cuenta!.- Bufo el hijo de Dante con molestia, cediendo a que no lo empujen mas y caminando a voluntad fuera de la casa.-¡De todas formas nunca vendrían a esta mugrosa casa, por favor!.