Del otro lado el verdadero infierno se había desatado, los pueblerinos se defendían cuanto podían usando sus propias habilidades pero Doblegadores, armas que suprimían las habilidades que un antiguo rey había creado para no tener un motín en su contra o algo peor, estaba ahí y no había mucho que hacer por el corto plazo de tiempo.
Me detuve un momento a mirar, a respirar y pensar con claridad. Mi respiración era difícil de controlar y sentía como una parte de mi cabeza comenzaba a doler.
A mi lado por fin apareció Ben con el pecho subiendo y bajando, el uniforme de guardia había quedado reducido a solo la camisa y sus pantalones manchados con gotas de sangre. A mi derecha Javier sostenía su espada en alto sin signos de haber luchado. Y Alex cargaba una bala en la cámara del arma con un simple click del otro lado de su mejor amigo, me miro.
El portal se cerró a mis espaldas en contra de mi voluntad, no era tan fuerte como para soportar un Doblegador.
Suspire cansada, era como cargarse veinte kilos de peso en la espalda, trague saliva y alce la miraba buscando orientarme en el pueblo. La plaza, eso debíamos pasar para dirigirnos al bosque, pero estaba lejos.
¿Dónde nos encontrábamos?.
Un trueno rugió sobre nuestras cabezas y como si fuera una corazonada busque la gran maseta de la señora Valentine a pocos metros de nosotros que tenia plantas quemadas rodeando la casa como escudo.
Ya sabia donde estábamos.
Mire la casa de Mike a lo lejos y me volteé para caminar hacia ahí cuando recordé quienes estaban conmigo.
-Princesa.- Llamo Alex a mis espaldas y al mirarlos me sorprendí al encontrarlos preparados para pelear. Con determinación brillando en sus ojos.
Trague saliva, mi respiración poco a poco volvía a la normalidad, y sentí en mi mano la espalda que Ben me había prestado, lista también para ser usada.
Los doblegadores comenzaban a pasar factura en todos, debíamos apurarnos.
- Evacuen el pueblo, llévenlos al bosque que se internén ahí hasta que todo pase.- Mire a Javier directamente.- No intenten usar sus habilidades, los Doblegadores sirven para anularlas y consumen la energía.- Mire por encima de mi hombro a la gente que corría, que peleaba y que caía al suelo para ser golpeada por guardias. Fruncí el ceño enojada y cerré los ojos maldiciendo a mi padre por no creerme, una cosa era golpearme a mi y otra lastimar inocentes. Abrí los ojos aterrada por la imagen de Ope en mi cabeza y mire a Alex.- Ve por Ope y Freya, diles que vayan con Dante, nos encontraremos ahí.
Los tres asintieron en acuerdo y me sentí mas que agradecida con que no pongan resistencia. Mi cuerpo comenzaba a pesar como plomo y mi mente no funcionaba al cien.
Me volteé y mire el cielo intentando predecir de donde venia la tormenta, pensé en lo que una vez Mike me había dicho y luego comencé a correr.
Mis piernas se quejaban con cada paso que daba, parecía que agujas se clavaban en mis piernas y la planta de mis pies con cada paso. El vestido no ayudaba. La espada pesaba por tanta fatiga que me recorría el cuerpo y era incapaz de no perder el aire cada tantos metros, pero aun así no deje de avanzar hasta que vio al chico parado en medio de la calle con las manos en dirección a los guardias que querían atacarlo y los rayos que caían, fulminándolos de a uno.
Reuní todas mis fuerzas sobrantes e infle el pecho.
-¡MIKE!.- Grite a todo pulmón por encima de la tormenta, avanzando por al lado de los guardias caídos y saltándolos.
Por fin llame su atención cuando estuve cerca.
-¿Azucena?.-Pregunto y la tormenta flaqueo. Se desconcentro, las gotas de sudor por pelear contra los Doblegadores y los guardias al mismo tiempo pasaban factura en su rostro, en su piel y en su postura, era mas fuerte que yo pero nadie era tanto como para no caer.
Un guardia avanzo hacia él con el arma en alto y cerrando los ojos con fuerza para concentrarme abrí un ovalo a sus pies, mandándolo de vuelta al palacio. Trague saliva e intente caminar pero mis piernas flaquearon, había tomado mucha de mi energía abrir ese ovalo y mi cuerpo estaba tan agitado y cansado que los huesos de mis rodillas encendieron el dolor en todo mi cuerpo.
Cerré los ojos mareada, intentando estabilizarme en vano y oyendo de fondo los rayo golpear con fuerza la tierra de la calle. Mi cabeza giraba demasiado y me incline para sostenerme con las manos antes de sentir los brazos de Mike envolverme para que no caiga.
-Vámonos.- Me ayudo a levantar con apuro, pasando mi brazo por encima de sus hombros y dando cortos pasos que me decían que él también estaba rengueando.
Intente no apoyarme tanto en él y avanzamos.
-¿Como me encontraste?.-Pregunto al rato, su voz sonaba forzada pero aun así miro por encima del hombro y me apuro para caminar mas rápido.
-Seguí el arcoíris.- Bufe recuperándome de a poco y cada vez rengueando menos.- Nos esperan en el Bosque.
No hizo falta mas explicación, ambos sabían el plan, todo el mundo sabia el plan, y debíamos atravesar todo el pueblo para llegar al bosque antes que los centinelas nos alcancen. Rece para que lleguemos mientras miraba asombrada, triste y con el corazón en la boca, a los pueblerinos que no habían llegado, sus cuerpos repartidos por las calles.