Brais Khalid.
Había hablado con un compañero especializado en los psicoanálisis, quien me había recomendado hacerle uno a Rose para descubrir no sólo la fuente de su sueño sino también de algún posible trauma.
Dijo que el sueño puede ser parte de algún recuerdo bloqueado por la mente, y que un análisis profundo puede resolver todas nuestras dudas, así que ahora debía comunicarle a Rose ésto, pero iba a hacerlo después de decirle sobre Bianca, otra paciente con un comportamiento parecido al de Rose.
Al principio tenía en mente hablar con Ike (el chico maltratado por su madre), pero él no estuvo de acuerdo. Así que busqué a Bianca y ella dijo que quería intentar ayudar a Rose.
Bianca era poco sociable, sus padres entendieron que necesitaba ayuda psicológica luego de que intentara suicidarse. Fue difícil tratar su caso, al principio no me daba mucha información, pero luego descubrí la razón de su depresión y fue fácil ayudarla (sin pastillas, así lo pidieron sus padres) a superar todo.
Ahora es una chica feliz, y quiere ayudar en todo lo que pueda a las personas.
Me preparé para ir a desayunar y luego de hacerlo me dirigí a mi trabajo, no pensaba faltar más.
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Rose.
Mi cabeza comenzó a doler más de lo normal, no estaba segura de poder ir a la escuela pero no quería que mi padre me castigara por faltar.
No soy tan idiota como para no saber que si no desayuno bien mi condición no va a mejorar hoy, así que me preparé un té y tomé una pastilla (aún sabiendo que el efecto no es permanente) espero que el dolor pase pronto y me deje prestar algo de atención a los profesores.
En mis audífonos sonó Don't Let Me Down - The Chainsmokers, y comencé mi camino.
Brais me había explicado en un largo mensaje que iba a comenzar a hacerme un psicoanálisis y que las sesiones debían ser tres o cinco veces por semana.
Yo no sé qué pensar sobre eso, pero no podía negarme a una posible solución a mis problemas así que le dije que estaba de acuerdo, ya iba a encontrar alguna forma de salir de mi casa tantas veces sin que mi padre mi castigara, y si no la encontraba tendría que soportar los castigos.
De ninguna manera voy a abandonar esto, ni siquiera cuando mi padre me golpee por estar intentando encontrar respuestas.
Estaba en clase de matemáticas cuando el efecto de las pastillas dejó de funcionar y de nuevo mi cabeza me dolía.
Me sentí mareada, todo daba vueltas y mi cabeza dolía más que en la mañana, luego todo se volvió oscuro.
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Desperté en la enfermería de la escuela.
- Rose, ¿Como te sientes? - preguntó la enfermera
- Aún me duele la cabeza, ¿Me desmayé? -
- Si, uno de tus compañeros te trajo hasta aquí y luego volvió a clases. -
- ¿Ya puedo regresar? -
- No puedes volver a clases, podrías desmayarte de nuevo. Además, llamé a tu padre y él dijo que venía en camino. -
No debería haber hecho eso, él creerá que acabo de fingir todo esto de nuevo. No quiero que me castigue.
En ese momento, el director entró con mi padre.
- ¿Estás bien hija? - fue lo primero que preguntó, sintiendo estar preocupado.
- Si señor, solo se trata de un dolor de cabeza bastante fuerte. - respondió la enfermera por mi.
- ¿Puede volver a casa o necesita ir al hospital? -
- No es necesario, solo debe permanecer en casa hasta que mejore. -
- Bien, entonces vamos - dije ya cansada de ver a mi padre actuar así.
El camino a casa fue silencioso y tranquilo pero yo sabía que me iba a castigar.
Él me gritó.
Me golpeó donde tantas veces lo había hecho.
Y me volvió a repetir que iba a ser mi culpa si no teníamos dinero por sacarlo del trabajo sólo por caprichos.
Y yo solo quería pedir ayuda.
Pero no lo hice, porque sé que merezco los golpes y que si no me lastima él tal vez lo haría yo.
Me era más fácil dejar que me lastimara él, que intentar hacerlo yo misma.
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Le dije a Brais que ese día no podía ir, pero él insistió en que quería comenzar con las sesiones y que si no asistía a todas el tratamiento no iba a funcionar.
Entonces, luego de usar el poco maquillaje que me quedaba para tapar los golpes de mi rostro, puse pestillo a mi puerta y escapé por la ventana.
Él me estaba esperando en su auto en la esquina, así que no tuve que preocuparme por caminar demasiado.
Subí a su auto y luego nos dirigimos hacia su consultorio, donde serían las sesiones a partir de ahora.
El lugar era espacioso, en la habitación había un diván color negro y a su lado un sofá individual color gris, además de un librero que ocupaba casi toda la pared y un escritorio de madera junto una silla.
Él me dijo que tomara asiento en el diván y así lo hice.
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Narrador Omnisciente.
Brais se sentó en el sofá dispuesto a escuchar todo lo que Rose tuviera para decir, él sabía que ella necesitaba desahogarse y quería que lo hiciera.
- Bien Rose, necesito que hables, eso es lo único que tienes que hacer durante las sesiones. Yo no voy a interrumpir demasiado ya que sólo tengo que escucharte. Puedes hablar de lo que sea, ninguna información es inútil. -
- Bueno... Hoy en la mañana mi cabeza dolía mucho por lo que no quería ir a la escuela, realmente no tenía ganas de ir, pero lo hice para que mi padre no me castigue luego. Nada raro sucedió en la escuela, solo me desmayé como cuando lo hice en la calle el día en que me encontraste y me llevaste al hospital donde tantas veces he estado. Luego pensaba que ya estoy cansada de ir a ese lugar, no me gustan los hospitales, ni tampoco la escuela, ni mi casa, pero son lugares a los que siempre tengo que regresar y eso no me gusta. -
- ¿Por qué no te gustan esos lugares? -
- Porque no me siento bien en ninguno de ellos. -