—Sabes por qué no me enamoro de ti —pregunté y negó sin dejar de verme— porque me despiertas la ternura y los demonios al mismo tiempo —Sus ojos se abrieron demás al escucharme y comencé a acariciarle el rostro—. Con lo primero puedo hacerte la mujer más feliz —aseguré y llevé la mano a su cuello— y con lo segundo, la más infeliz —declaré.
—No te tengo miedo —me retó y negué.
—Deberías, porque no soy como el tipo malo de los libros —advertí—. Yo soy real y bipolar —añadí.