Resiliencia (orgullo Blanco 4)

Sugerencias

[Capítulo 7]

 

{Rahsia}

 

Lo último que quería pensar de ese hombre era que es un atrevido irrespetuoso que no le importaba tener a su mujer cerca y aun así coqueteaba con otras. Y de no haber sido por su mirada que indicaba más que quería matarme, creo que lo habría puesto en su lugar por coger mi mano de esa manera.

Y bueno, si no hubiese tenido esposa y yo no hubiera estado loca por su hijo, tal vez me habría atrevido a fantasear con él, pues era sincera conmigo misma y entre el señor Hamilton y el señor Pride, me hacían reconsiderar eso de si me gustaban mayores.

¡Carajo! Creo que ese apretón de garganta me fundió el cerebro.

Me solté del señor Pride cuando su esposa carraspeó y me avergoncé un poco de la situación, no quería que ella pensara mal de mí ni se imaginara cosas que no eran, aunque hubiese sido increíble pues ella no era del tipo de mujer de la cual un hombre pudiera descuidarse. Y si lo hacía, pues se iba a deber a que estaba con un idiota y ese hombre no tenía pinta de serlo.

—¿Puedo saber qué te sucedió en la garganta? —preguntó la señora Pride y me tensé.

Miré al señor Elliot y se encogió de hombros, con eso me dijo que dejó en mis manos la decisión de comunicarle eso a los padres de Daemon. Para mi maldita desgracia, no podía decirles todo sin exponerme, pero haría lo mejor para el chico.

—¿Podemos hablar sobre esto afuera? Entiendo que no quieran dejar solo a Daemon, yo tampoco deseo hacerlo, pero no me gustaría tocar ese tema aquí con él —expliqué y ambos miraron a su hijo, la intención de no dejarlo ni un segundo era clara.

No sé qué estaba pasando con ellos, pero después de comportarse amables, estaban siendo reacios, desconfiados y no quería eso. No me servía de ayuda, no me podía dar el lujo de que me importara un demonio lo que esas personas pensaran de mí, pues eso también influiría en Daemon y mi trabajo con él.

—El doctor avisó que Daemon no despertará en varias horas, vayan tranquilos a la cafetería. Yo me quedaré con él —se ofreció el señor Elliot.

Con la mirada les pedí que aceptaran eso, segundos después asintieron y el señor Elijah me hizo una señal para que saliera antes que ellos. Los esperé afuera mientras se cruzaban unas palabras en privado entre los tres y tras varios minutos salieron para encontrarse conmigo. Isabella me miró de una manera intimidante y supe entonces que no eran personas fáciles.

Pero de alguna manera me obligué a pensar en que no estaba ahí para que me viesen bien sino para ayudar a Daemon.

—Bueno, antes que nada, quiero presentarme bien con ustedes —comencé a decir cuando nos sentamos en una mesa de la cafetería, alejados de todo, aunque no había muchas personas en ese momento—. Ya les dije mi nombre, Rahsia Brown. Me gradué hace un año como psicóloga, pero trabajo con Daemon desde dos años atrás, aproximadamente —A los dos pareció sorprenderles esa información, a lo mejor a mi jefe se le olvidó ese detalle cuando se comunicó con ellos.

—¿Estás con Cleveland desde entonces?  —preguntó Elijah.

—En realidad, estoy trabajando con él desde hace cinco años. Comencé en su oficina desde muy joven, mis padres me lo permitieron. Fui la chica de los mandados por mucho tiempo, en su momento me hizo secretaria y cuando iba a terminar mi carrera, me dio una oportunidad como pasante. Cuando Daemon llegó al grupo de apoyo hacía mi pasantía y al graduarme, el doctor Cleveland me permitió hacerme cargo de algunos de sus pacientes ya en sesiones personales, su hijo fue uno de ellos, pero les aseguro que a pesar de mi edad y de que soy una recién graduada, he tratado de ser la mejor en lo que hago y ayudarle en ciertos puntos que nadie más ha podido —Me extendí en ciertas cosas con ellos, no obstante, necesitaba que vieran el interés que tenía de ayudar a su hijo.

—Así que los avances de D se deben a ti y no a Tomas, eres la chica de la que él ha hablado tan bien —murmuró Isabella y sentí muy íntimo que llamaran así a su hijo.

No imaginé que tuviese un apodo, quizá porque siempre se mostró ante mí como un chico independiente y serio.

—No me voy a adjudicar nada, me basta con que él tenga y demuestre avances —aseguré. Isabella sonrió y no pude saber con qué razón.

Ironía tal vez, no estaba segura.

—¿Y qué le sucedió a tu cuello? —Esa vez fue el señor Elijah quien preguntó.

Los miré a ambos y respiré profundo.

Opté por decirles lo que pasó con Daemon cuando volvió de la boda de su hermano y desde ese momento comencé a narrarles cada acontecimiento. Pude ver el miedo, alerta, preocupación y desconfianza en sus rostros mientras soltaba los hechos y les demostré mi frustración al mencionarles que no logré avanzar con él tras ese día, ellos podían estar reacios, pero no por eso dejaría de decirles lo que importaba.

—Yo no sé cómo decirles esto —murmuré y sentí que me miraban.

Se disculparon por Daemon al saber que era el causante de mis marcas y les aseguré que eso no era lo importante y no tenían por qué sentirlo.

—Solo suéltalo y no te vayas por las ramas —me animó o desafió el señor Pride y creo que si no tuviese mi conocimiento como psicóloga, habría seguido intimidándome.




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