Resiliencia (orgullo Blanco 4)

Daño y alivio

[Capítulo 9]

 

{Rahsia}

 

Quise moverme y no pude, seguía sin respirar y lo único que logré hacer fue ver hacia la puerta principal y rogué para que papá volviese. Mi cabeza se negaba a procesar lo que acababa de escuchar y miré a Isabella rogándole con mis ojos que desmintiera lo que dijo.

—Estoy esperando a que digas algo —murmuró con la voz débil y volteó el rostro para verme.

—Y yo estoy esperando a que digas que es una broma, a que te rías de mi cara de póker —confesé y sonrió con tristeza. 

—Solo te pido que no tengas miedo de mí, porque ahora mismo temo que salgas corriendo.

—Quiero hacerlo, pero ni a eso me atrevo —solté—. Por ridículo que parezca, aquí me siento en una zona segura —añadí sintiéndome como tonta.

Estaba a unos pasos de ella, pero en ese momento me sucedía como cuando sentía un miedo indescriptible por la noches, al pensar mucho en que vivo sola y que en el apartamento puede haber fantasma. Esos instantes donde me cubría de pies a cabeza con la sábana y me quedaba quietecita, creyendo así que lo que fuera que existiera viviendo conmigo, me dejaría tranquila si no me movía.

¿Ridículo? Tal vez, pero me funcionaba y rogué para que en ese momento también lo hiciera.

—¿Crees entonces que esa chica tuvo toda la razón de dañar a Daemon para lastimarme a mí? —inquirió, aunque no lo hizo con ironía— ¿Piensas que lo que hice la justifica?

Parecía importarle mi opinión y no entendí la razón. A lo mejor buscaba mi ayuda como terapeuta, tal vez nunca se atrevió a hablar de eso con nadie y la culpa por lo que Daemon sufrió a causa de ella, la torturaba día tras día. Y me obligué a ser neutra tras analizar sus palabras, pues mi trabajo era comprender a las personas y hacerles ver sus errores y virtudes de una manera objetiva.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué asesinaron a su padre? ¡Dios! Siento que hice esa pregunta como si hablara de porqué hicieron trampa en algún juego —me reproché y sentí una opresión horrible en el pecho.

Para mi desgracia, vi muchas muertes y a pesar de que me dolía y atormentaba, llegó un momento en que se convirtió en algo común para mi diario vivir.

—Sea como sea que te lo explique, al final lo único cierto es que lo hice por venganza —admitió y no supe cómo reaccionar.

Sin embargo, regresé a mi lugar y le pedí que hablara, prometiéndole que no la interrumpiría en nada. Quería escuchar todo de ella y ayudarla si lo necesitaba, no le prometí que comprendería ya que en ese momento no me sentí capaz de hacerlo, mas sí aseguré que analizaría todo lo que saldría de su boca. De nuevo comenzó a narrarme una historia, solo que esa vez fue la suya, iniciando desde el día en que perdió a su madre y adentrándome al mundo que la obligaron a vivir.

Su vida solo podía imaginarla en los libros, aunque tenía claro que toda historia partía de una realidad y ella era el ejemplo de eso. Para su desgracia, sus padres le faltaron siendo muy joven aún y tuvo que sobrevivir a como diera lugar; lo mismo sucedía con personas que se convertían en delincuentes o vagabundos, nos era fácil juzgar y tacharlos como basura de la sociedad, sin saber que a lo mejor su única opción fue crecer en las calles, con gente que nunca les dio un buen consejo o los guio por el buen camino. Isabella Pride fue víctima de un mundo al que nunca quiso pertenecer y pagó cosas que no se buscó, no la justifiqué por el daño que causó, mas sí entendí que no podía tacharla de nada porque en su lugar, tal vez hubiese hecho lo mismo.

También me vi reflejada en ella, pues pasé por situaciones similares, con la única y enorme diferencia de que yo sí tenía a una madre que incluso en mis veinticuatro años de vida, seguía protegiéndome y en el pasado, evitó que me dañaran poniéndose en mi lugar. Y luego llegó Caleb para cuidarnos a las dos. Isabella en cambio se formó a base de errores, caídas y levantones al haberse quedado sin padres cuando solo tenía dieciocho años y expuesta a un mundo muy diferente del cual la criaron.  

—No te voy a justificar, pero te entiendo y me sorprende demasiado que esa tipeja, aun sabiendo la verdad, siguiera con su daño. Tiene una mente muy podrida para atreverse a tanto —aseguré cuando finalizó con su historia.

—¿Y si hubiese sido a tu padre al que le hice todo eso, también me entenderías? —cuestionó y por inercia me llevé las manos al rostro, unidas como si iba a rezar, aunque solo colocándolas entre mi boca y nariz.

Esa pregunta no me la esperé.

Pensé en Caleb, porque era la figura paterna en mi vida y había mucho de su pasado que no sabía, no obstante, conmigo era un príncipe, un padre abnegado y ejemplo para muchos, aunque incluso así, no podía responderle.

—Todo lo que pueda decirte ahora mismo, será mentira o suposición, pues solo estando en el momento y en la situación, que espero jamás estarlo —aclaré—, podría saber en realidad cómo actuaría o qué pensaría —dije y suspiró profundo—. Sin embargo, algo que sí te puedo asegurar es que a mí no me educaron para vengarme de nadie y si Caleb te ha hablado de mi historia, entonces sabes que lo único que siempre he querido en la vida es sentirme a salvo y sí, quiero que esos malditos paguen por lo que nos hicieron a mamá y a mí, mas no sería capaz de tomar la justicia por mi mano y menos de dañar a terceras personas. No obstante, admito que no le estoy deseando nada bueno a esa chica que lastimó a nuestro be…digo… a tu hijo —Me corregí antes de cagarla y ella sonrió, débil, pero lo hizo.




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