Antes de que comiencen a leer, quiero agradecerles por esperar mis tiempos. Como leí por ahí, para que la inspiración llegue y se convierta en creatividad, lo más importante es limpiar la mente, librarse de estrés, preocupaciones, interrupciones y obstáculos. Y pues yo tenía todo eso así que hasta que no me limpiara, no iba a volver. Algunas personas pueden creer que solo soy una máquina de escribir, pero no; soy humana y paso por momentos difíciles. Lo importante es que me levanto y vuelvo y aquí estoy, con un capítulo tranquilo para no dejarlas tan ansiosas o ansiosos después de tiempo sin actualizar.
Con Dios por delante, nos leemos el martes.
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[Capítulo 13]
{Rahsia}
¿Se podía ir a la luna sin despegar los pies de la tierra?
Si me hubiesen hecho esa pregunta una o dos semanas atrás, habría dicho que no y hasta me hubiese reído. Pero justo en este momento, mientras me tumbaba en mi cama de espaldas y veía el techo de mi habitación, sonreí sabiendo que era posible. Rememoré cada cosa que viví con Daemon, en su habitación, a su lado, bajo de él.
¡Uf! Madre mía.
Me sentí acalorada con esos pensamientos y con muchas ganas de volver a ver a ese chico. Todavía no me lo creía, aún seguía en mi sueño y pellizcándome a cada momento para corroborar que me encontraba en la realidad, porque… ¡Dios! Era consciente que ni en el mejor de los sueños habría llegado a tener un orgasmo como el que me provocó su boca. Y lo que yo le hice… ¡Mierda! Eso me sonrojó más. Miré los libros en la mesita de noche y comencé a tirarles besos y a agradecerles por todo lo que me enseñaban ya que sí, mi acción fue guiada por mis lecturas y me sorprendí de lo mucho que se aprendía con las historias románticas.
En todo el camino a casa no hablé con Angie, solo le sonreí y con eso le di a entender hasta lo que no hice, por alguna razón ella solo negó y no hizo preguntas, pero me prometió que hablaríamos cuando regresara por mí y bueno, me sorprendió que no se quedara conmigo, aunque entendí que necesitaba ir a su casa después de pasarla en un hotel con Lucas. Así que luego de revivir todo lo que pasé, me decidí por meterme a la ducha y tras eso busqué un nuevo bañador y ropa cómoda para después del chapuzón que pensaba darme en la piscina de los Pride o en el mar.
Más tarde me encontraba lista y un poco desesperada porque Angie no daba señales de vida, le llamé muchas veces, pero no respondió y tras analizar que se comportó un poco rara, comencé a preocuparme pues temí que una vez más entrara en depresión. Aunque hubiese sido raro ya que la vi bien y no dio indicios de que pasaba por un mal momento, eso también me hizo sentir culpable porque no estuve tan pendiente de ella que digamos.
Corrí a la puerta cuando escuché el timbre y la abrí sin siquiera percatarme de quién llamaba, solté un poco de aire retenido al encontrarme con Angie, iba recién bañada, con ropa cómoda y un bolso playero colgado en uno de sus hombros. Tenía las gafas de sol puestas, pero aun así su nariz roja la delató y el conocerla tan bien me hizo saber que estuvo llorando.
—Solo quiero pasar al baño y luego nos marchamos, cielo —dijo, esa vez fingiendo, ocultándose bajo su personalidad extrovertida.
Me hice a un lado para que pasara, pero la miré seria.
—¡Por cierto! Luces preciosa, ese chico se irá de culo al verte —Sonreí porque en serio me hizo ilusión que asegurara tal cosa, mas no dejé de mirarla y analizarla.
Esa no era Angie Dawson, mi mejor amiga. La chica que a pesar de todo lo que había pasado no dejaba que nada ni nadie le bajara los ánimos, esa era otra mujer, una que tenía una vida como la de un payaso, pues sonreía y mostraba felicidad, pero por dentro algo la estaba destrozando.
Terminé de preparar mis cosas y le envié un mensaje a Daemon diciéndole que nos retrasaríamos un poco, no quería tardarme más para verlo, pero tenía a mi mejor amiga sufriendo por algo y mi corazón se apachurraba con culpa, ya que estaba tan enfocada en lo que vivía que me olvidé de ella.
—¡Lista! Debemos apresurarnos porque los chicos están ansiosos por zarpar —dijo Angie cuando salió del baño, todavía acomodándose el vestido playero que usaba.
—Acabo de avisarle a Daemon que nos retrasaremos un poco, por favor toma asiento —pedí y señalé el sofá de la sala. Ella me miró estupefacta y cuando notó que le hablaba en plan de amiga psicóloga, frunció el ceño y negó.
—No sé qué es lo que piensas, pero de verdad que no estoy para que me psicoanalices —advirtió y seguí con la mano extendida para que tomara asiento.
—No quiero psicoanalizarte, solo soy Rahsia, preocupada por mi mejor amiga porque así uses unas gafas que te cubran el rostro entero, sé que has llorado y por mucho que sonrías o finjas que estás bien, estoy segura de que no. Y siento mucho si mi emoción por lo que sucede con Daemon me hizo no notarlo hasta que entraste por esa puerta.