Resiliencia (orgullo Blanco 4)

Piezas de puzle

¡Dios! Después de dos semanas puedo actualizar este último capítulo del año y de la historia y me siento aliviada, triste y feliz.

Como muchas y muchos sabrán ya que lo publiqué en mis redes, estoy de vacaciones y fuera del país, visitando a mi familia que ya tenía 4 años de no verla y tratando de disfrutar con ellos al 100 así que lo siento por la espera, aunque también espero que comprendan.

Los finales siempre son difíciles para mí y nunca quedo satisfecha con ellos, pero los escribo con el corazón así que espero que lo disfruten. Nos leeremos pronto en Abigail y ojala me sigan apoyando tanto o más que en Resiliencia.

Los quiero mucho y deseo abundante salud, amor y bienestar para todos en este año que ya casi nos llega, cuídense y feliz 2,021.

 

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[Capítulo 31]

 

{Rahsia}

 

Lloré de camino hacia el hospital porque cuando la adrenalina me abandonó, todo lo vivido se reprodujo en mi cabeza y aparte de irreal, se sintió como si me rompían en mil pedazos. Me dolía Ian y, pensar en su sonrisa contagiosa, en los comentarios fuera de lugar y las acciones sin sentido que tuvo fueron una puñalada a mi corazón. Luego, Demian se apoderó de mis pensamientos, recordar las pocas veces que rio y sonrió hicieron que mis ojos se nublaran; siempre vi en sus orbes color esperanza la oscuridad, pero también la necesidad. Algo que le molestó que señalará cuando me enfurecía y le gritaba sus verdades.

Logré acercarme un poco a él, creo que hasta le caí bien después de todo y pensé en lo increíble que era el hecho de que cuando sabías pelar las capas de un corazón amargo, descubrías dulzura, pero era incluso más increíble tener un día a una persona y al siguiente, obligarte a entender que ya no estaba más ni lo estaría. Sollocé al ser consciente de que habían muerto, que me abandonaron después de asegurar que estarían a mi lado porque como tonta llegué a desear que siguieran conmigo aun cuando el juego acabara. Se convirtieron en mi familia y…

¡Dios! Ya no estaban. Ganamos la partida, pero perdimos piezas importantes.

—¡Madre mía! —dije con la voz entrecortada y sintiendo la garganta como si me hubiesen puesto fuego puro.

—¡Shss! —susurró Daemon al abrazarme y apretarme en su costado, dejándome llorar como tanto necesitaba. 

Antes de subir a un todo terreno fuera de aquel edificio la madrugada del siguiente día, le pedí a Elliot que por favor contactara a mi abuela y no hubo necesidad de explicarle las razones, ellos ya sabían que ella era una víctima en todo ese asunto y prometió reunirla conmigo pronto. Daemon iba a mi lado, se había limpiado la sangre y ya usaba camisa y así como a mí, la adrenalina lo abandonó y ya comenzaba a ver los estragos. Me acomodé bien entre su costado y pecho, él dejó su brazo a mi alrededor y comenzó a acariciarme la espalda de arriba abajo; tenía los ojos cerrados y unos auriculares en los oídos que conectó a su móvil para desconectarse de la realidad. Pienso que aguardaba paciente a terminar el tedioso camino. La carga ya se nos estaba haciendo pesada y él era tan fuerte que no quería derrumbarse sin antes dejarme entre la seguridad que tendríamos en el hospital.

Lo sentí colocarme uno de sus auriculares en mi oreja expuesta y escuché atenta la melodía que se reproducía. Era Dean Lewis con Half A Man y a lo mejor no era su intención, pero me lastimó el alma con las primeras estrofas. Miré hacia el frente, el señor Elliot manejaba y de copiloto se encontraba otro hombre que no conocía; parecía que ambos iban inmersos en su propio mundo, la radio sonaba con una canción alegre, mientras que en la parte de atrás yo me moría de tristeza y miedo porque esa melodía podía significar muchas cosas, aunque lo que más predominaba era el temor de que mi chico se estuviese dando por vencido.

Incluso así, armándome de valor decidí mirarlo a él y me topé con sus ojos oscuros detallándome como si nunca me hubiese visto en su vida.

Pero ¿cómo se supone que debo amarte, cuando no amo quien soy? ¿Y cómo puedo darte todo de mí, cuando solo soy un hombre a medias? Porque soy un barco que se hunde y se quema, así que suelta mi mano.

Sin contenerme, fruncí el ceño e hice un puchero al escuchar tan crueles palabras, pero lo que más me destrozó el alma rota, fue cuando de sus ojos cayeron lágrimas y se mordió el labio para evitar un sollozo.

—No me hagas esto, amor —logré susurrar en su oído. Con una mano lo cogí del cuello y sentí cuando él me tomó con fuerzas, mas no dijo nada. Simplemente unió su frente a la mía y negó en cuanto otra estrofa me desgarró.

Lo que está roto ya no puede estar completo…

Pero ¿cómo se supone que debo amarte, cuando no amo quien soy? ¿Y cómo puedo darte todo de mí, cuando solo soy un hombre a medias? Porque soy un barco que se hunde y se quema, así que suelta mi mano.

Oh, ¿Cómo puedo darte todo de mí, cuando solo soy un hombre a medias?




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