Resiliente

Prologo.

Las calles de Manhattan se visten de blanco. El mundo entero está de fiesta, pues esta noche es noche buena. La gente camina y camina por las calles, algunos preocupados por no saber aún que van a usar. Otros emocionados porque ya llego Navidad.

Entre toda esa gente, una chica camina. A su lado, una pequeña, de al menos unos ocho años, sostiene su mano.

Ambas caminan sin rumbo, sin destino. Ellas no se emocionan por las fiestas, ellas no se emocionan por los regalos. Ellas no se preocupan por que van a usar.

En un banco, ambas deciden descansar. La noche llegó, los lugares iluminados por las luces navideñas cierran sus puertas. Poco a poco el lugar va quedando vacío. Y con ello, aumenta el frío.

—¿Volveremos a casa?—pregunto la pequeña niña.

—No lo sé—respondió la chica muy bajito.

Tenía la mirada perdida entre la poca gente que aún habitaban las calles.

La niña no comprendía porqué no estaban en casa. Lo cierto era que no volverían. Estaban muy lejos de casa. Dudaba si alguna vez fue su hogar. La primera vez había huido, pero había regresado. Ahora sabía que no volvería por nada del mundo. No después de lo que había sucedido.

—Tengo mucho frío—dijo frotándose los brazos.

La chica la miró. Apesar de que la niña llevaba un par de capas de ropa, no era suficiente. Así que sin más ella se quitó su abrigo, dejando su piel al descubierto. Le puso el abrigo a la niña, dándole una pequeña sonrisa.

—¿Mejor?

—Sí.

Paso un brazo por sus hombros, y la acercó más a ella.

—¿No tendrás frío?

—No—mintió.

El viento helado hacía que la piel exspuesta se erizara. Trataba de controlar su cuerpo para no temblar. La temperatura seguía descendiendo, probablemente pillaría una pulmonía. Pero prefería ser ella que su pequeña hermana.

A unos metros, en un pequeño lugar que aún seguía abierto y pronto cerraría, una joven pareja salía. Ambos estaban allí para comprar los obsequios de esa noche.

—Olvidé mi teléfono en el mostrador— de devolvió el chico.

En la banca, la pequeña se recosto en las piernas de su hermana. Moría de sueño.

El chico salió de la tienda. Su novia lo esperaba contenta, entusiasmada por la cena de noche buena. Sin embargo su sonrisa se borró al captar en su visión a la chica y su hermana. Su corazón sintió una pequeña presión al verlas ahí.

—Vámonos, esta haciendo más frío y ha comenzado a nevar—dijo el chico.

Ella no lo pensó dos veces y se dirigió hacia la banca sin escuchar a su novio.

—Jenny, amor. ¿a dónde vas?

Llego hasta ella, se quitó su abrigo y se lo dio.

—Toma, hace mucho frío y ha comenzado a nevar.

—Ah..., e-eh- estoy bien, no tengo frío.

—Vamos—Jenny le sonrió y ella, dudosa lo acepto.

Sin decir más volvió hasta donde su novio la esparaba, molesto.

—Jenny ¿Por qué hiciste eso? ¿Tienes idea de cuanto me costó ese abrigo?—le reprochó molesto. Le había regalado el abrigo hace poco.

—Sólo es un abrigo y estoy completamente segura que puedes comprar otro.

—No puedes obsequiar tus cosas a gente que no conoces, Jenny. Además, es demasiado costoso.

—Jim, sólo son cosas materiales. Además, creo que no tienen donde pasar la noche. Adentro, vi como ella le daba su abrigo a la niña.

Jenny volteo hacia atrás para verlas a ambas. Fue testigo de como la chica puso el abrigo encima de la pequeña como si fuera una manta.

Jim también lo vió. Su molestia de disipo en ese instante. Pensó en que, podrían ser él y sus hermanos pequeños, pero ellos tenían una vida diferente. Comprendió lo que su novia Jenny había sentido. Y no lo dudo. Se quitó su chaqueta y camino directamente a ellas. Seguro de ello, la colocó en la espalda de la chica quien se asustó ante la acción.

Intento devolverla, ya creía que era suficiente con la de la chica. Pero ambos se negaron.

Caminaron de vuelta hacia el automóvil, mientras tanto la chica agradecía mirando hacia el cielo.

—Si mis padres no estuvieran en casa las llevaría conmigo—dijo Jenny.

Literalmente no cabía más personas en su pequeño piso.

Jim se quedó observando los obsequios que había comprado a sus pequeños hermanos. Aún no estaban envueltos.

Pensó en lo afortunados que eran él y su famila.

Con un suspiro, se subieron al coche y volvieron a casa.

La chica fue testigo de como la última tienda apagó sus luces, y cerró sus puertas. El lugar ahora estaba desolado. Pensaba en que pasaría de ahora en adelante, tendria conseguir un empleo, y un lugar donde vivir. No sería facil, claro lo tenía. Pero estaba decidía a ello. Lo haría por su pequeña hermanita.

Y allí sentada en ese banco obsevo la nieve caer. La Navidad llegó y en su cabeza sólo pensaba en que hacer. No podía derrumbarse, tenía que ser fuerte por su hermana. Tenía que sacarla adelante.

Rogó a Dios que le ayudará a tener fuerza. Con lágrima en los ojos miraba al cielo nublando.

No se dejaría caer. Pensó que todo eso era una prueba, y que pronto estarían mejor, y que algún día lo recordaría sólo como un mal recuerdo. Debía ser fuerte.

Resiliente.

Sus vidas debían cambiar apartir de ahora. Trabajaría y lucharía por sacar adelante sus vidas. Estaba totalmente decidida.

Con lágrimas en los ojos miró hacía el cielo gris, dándole la bienvenida a la Navidad.

°°°

Hellou, y feliz Navidad adelantada a todos ustedes. Bienvenidos a esta nueva aventura. Pasó por aquí para dejar esto, y de paso darles un pequeñín aviso.

Número 1: Como verán esta historia es nueva, estará dividida en cuatro fases las cuales serán cortas. Todas estarán unidas y así formarán este bello libro.

Número 2: las fases nos pasarán de más de 15 capítulos, para que la historia no sea alarge tanto. Así que sí, pasarán las cosas un poco rápido.




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