Resiliente

2

La chica del labial rojo.

Emiliano.

No había podido dejar de pensar en Ada durante toda la noche. Desde que la vi, me había parecido linda. Era linda. Había querido acercarme, sin embargo no tuve el valor suficiente. Al ver que durante la fiesta paso la mayor parte del tiempo junto George, decidí preguntarle a él sobre ella. Me la presentó, y pude conversar con ella un poco.

Al menos hasta que se fue.

—El salón de eventos está siendo todo un éxito.—hablé a través de la pantalla—Ayer, George Solan realizó una pequeña gala de inauguración, la organización, el bufete, digamos que quedó satisfecho con el servicio que ofrecemos.

—Es una buena noticia—dice Alonso, el mayor de mis hermanos.

Estamos en una vídeo llamada junto a mi segundo hermano mayor, Álvaro. Alejando—mi tercer hermano mayor—, se encuentra sentado a un lado de mi.

—La agenda de este mes está comenzando a llenarse.

—Sinceramente, pensé que sería un fracaso tu idea del salón para eventos—se burla Álvaro.

—Yo lo sigo creyendo—dijo Alejandro—, no creo que esa sea la solución a atraer más huéspedes al Hotel.

—Siempre le ves el lado malo a las cosa—me quejé—. Hay por lo menos tres ceremonias de boda en el mes. Y todas contrataron el servicio que ofrecemos para evento.

—Lo siento Emiliano, estoy de acuerdo con Alejandro. Esto no es de lo que hablamos—Alonso da su opinión—Le dimos rienda a tu idea del salón, invertimos mucho en esto, Emiliano...

—Lo sé.

—No creo que vaya a funcionar—Comenta Álvaro. Es su opinión.

Y lo respeto.

El primer Hotel Bourdeou se fundó en 1968, quedando al mando el padre de mi padre, mi abuelo. Con el tiempo se fue convirtiendo en un prestigioso hotel, aumentado su costo y la calidad en servicio.

Mi abuelo, fue quien le delegó la responsabilidad a mi padre a los veinte años. Gracias a el, ahora contamos con una pequeña cadena de Hoteles en el país. Sólo en las tres ciudades importantes.

Mi padre, heredó las responsabilidades a mi y mis hermanos, dividiendo el trabajo. Alonso está a cargo de uno, Álvaro de otro. Alejandro y yo de otro.

—Hasta ahora el noventa por ciento de los que dados ya han liquidado el cincueta por ciento del precio que se de dio—intento convencerlos.

—Emiliano, nuestro trabajo es hacer crecer el negocio familiar, o sea el Hotel. Mejorar. No estar organizando bodas ni quinceañeras—alega Alejandro a mi lado.—Además, esos eventos no tienen nada que ver con el hotel.

—Existen cadenas de Hoteles que implementan esta táctica de negocio.

—Yo no veo ningún negocio en esto.

—Y Hoteles Bourdeo no es como los otros hoteles—secunda Álvaro—Tenemos nuestro propio modelo de negocio.

Me mantengo en silencio.

Soy el menor de cuatro hermanos, siempre le dicen No a mis ideas para mejorar el hotel. En algunas ocasiones, Alonso me apoya, sin embargo, de alguna manera, Álvaro y Alejandro terminan convenciendolo.

—¿Alonso?

—Coincido con Álvaro. Nuestro propio modelo de negocios nos ha permitido ser de los mejores hoteles del país. Implementar algo que no... No se como ayudaría.

Alejandro me susurra un pequeño "te lo dije"

—Al principio me pareció buena idea pero...

—Sólo quiero que escuches—le interrumpo— una de las parejas que hará su boda allí tiene famila que viven en otros estados, reservaron habitaciones para todos.

Eso parece llamar su atención.

—Continúa.

—Es una familia numerosa. Incluso algunos invitados preguntaron si quedaban habitaciones disponibles para la fecha de la boda.

—¿Por qué lo harían?—cuestiona mi hermano a mi lado.

—Para no conducir de madrugada y en estado de ebriedad—responde Alvaro.

—Además, no tendríamos que organizar nada. Para eso se contrataría a algún organizador de eventos por fuera.

—Podría funcionar.

—Por Dios, Álvaro, ya decide. ¿Si o no?

—¿Papá que opina?—evade el cuestionamiento de Alejandro.

—Apoya a Emiliano—Aresponde Alonso.

Aunque nosotros estemos a cargo y llevemos las riendas de todo, papá sigue siendo el dueño absoluto. Cada decisión debe ser consultada y aprobada por él.

—Pues claro que lo apoya, es el consentido.

—El consentido es Adrián, por ser el menor de todos.

—Sí tienes el apoyo de papá, tienes el mío—Alonso me si sonrió a través de la pantalla.

—Bien, son tres sobre dos. Creo que el salón de eventos se queda—sentenció Álvaro.

Alejandro a mi lado hizo una mueca.

—¿Algo que decir, Alejandro?

—Sólo quiere el estúpido salón porque sabes que no será la primera vez que George Solan haga algún evento allí—resoplo.

—¿Qué quieres decir?

—Ayer conoció a una chica, trabaja como ejecutiva en la empresa de George. Emiliano se enamoró de ella.

—No me enamoré de ella—reí nervioso.

—Le envió escrito en un papel su número telefónico y no se ha comunicado con él.

—¿Cuanto ha pasado desde entonces?—se interesa Álvaro.

—Diez horas como mucho.

Como lo supuse, Álvaro comenzó a reír.

Mi hermano mayor lo reprende, como hace siempre. Alonso es como un padre para nosotros. No es que papá no haya sido buen padre, pero hubo ocaciones en las que si ausencia era demasiada, y a medida que crecimos, Alonso fue tomando ese cargo. A los veinte años, lo dejo a cargo de uno de sus hoteles, y cuando le delegó la responsabilidad a Álvaro también, tuvo más tiempo para pasar con nosotros. Aún así, Alonso sigue siendo con el ese rol. Supongo que sobrellevo de manera positiva que papá a veces prefería su trabajo.

—¿Es linda?—pregunta cuando deja de reír.

—Dice que es la mujer más linda que ha visto en toda su vida. La llama, la chica del labial rojo.

Cierro los ojos, un poco avergonzado.

Ayer por la noche que llegue a casa, no me aguante la emoción y le conté a Alejandro que había conocido a una chica hermosa, que llavaba labial rojo, lo que la hacía destacar entre todos los invitados.
Había querido hablar con ella, acercarme. Sin embargo no me atreví. Cuando George me la presentó fue extraordinario. Podría decir que quede hechizado por ella.




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