Resiliente

4

Una cita desastrosa.

Emiliano.

Las video llamadas con mis hermanos mayores se había vuelto algo normal desde que vos se fueron de Nueva York. Tanto por mantener la conexión familiar, como por trabajo.

A veces, era lo primero que hacíamos al despertar. Hablar con Álvaro, y Alonso. En ocasiones, mis padres estaban presentes como ahora. Adrián, también lo estaba, así que a pesar de la distancia era un lindo momento familiar para comenzar el día.

Alonso se encontraba con su esposa, Claire, y sus dos pequeños hijos, Liam y Finn. Álvaro solo con su esposa, Erin, quien ya tenía la barriga hinchada por el embarazo.

Justo, Álvaro contaba como en el último ultrasonido de había podido ver con más claridad a su bebé. Aun no sabían si sería niño o niña, dado que no se dejaba ver el sexo. Pero la probabilidad de que fuese un niño era más grande.

—Fue un momento realmente bello—dijo Erin—Álvaro estaba totalmente hipnotizado.

—Ya queremos conocer al bebé—sonrió mi hermano—cuanto escuché los latidos a travez del monitor fue..., maravilloso.

—Estamos entusiasmados por la llegada del nuevo miembro de la familia—expresó mi padre—Dios nos permita, vivir este momento con ustedes.

—Tenemos planeado ir a visitarlos en unos meses, ya sea antes de que Erin de a luz.

—Sería estupendo—comentó mamá—Alonso también tiene planes de venir este para este año, estaríamos toda la familia reunidos para las fiestas.

—Claire y yo estamos en planeandolo, pero no es seguro—confesó mi hermano mayor —Todo depende del trabajo que tenga.

—Planeabamos pasar las fiestas con mis padres—dijo su esposa.

—Sería maravilloso que pudieran estar aquí con nosotros—mamá insistió.

—Aún faltan meses, veremos si podemos organizarnos.

—No hagas esperar a tu madre, Alonso. Ambos estamos deseando poder verlos antes de que finalice el año. Tienes que traerme a mis nietos.

—También pueden venir ustedes a visitarnos.

—Lo haremos pronto—aseguró mamá antes de que mi padre se negara.

—¿Como van las cosas con el dichoso salón de fiestas?—Álvaro cambió el tema.

—Todo está genial hasta ahora.

—Los dejamos—papá se puso de pie junto a mi madre—, Adrián tiene que ir al colegio, y yo debo tomar un vuelo pronto.

Se despidieron de mis padres, y de mi hermano menor. Quien subió a su habitación para tomar sus cosas e irse.

—Entonces, ¿no ha sido un fracaso ya?—se burlo mi hermano. Su esposa ya había salido del cuadro de la imagen. Por lo que, tanto Claire, y los niños también.

Ahora solo estábamos los cuatro.

—Sigo pensando que es mala idea—murmuró Alejandro a mi lado. Hoy amaneció de muy mal humor.

—Al final del mes veremos que tal le ha ido, y tomaremos una decisión definitiva—sentencia Alonso.

—Podrían implementarlo ustedes también—sugerí con entusiasmo—Nosotros estamos teniendo buena demanda, seguro que ustedes...

—No creo que funcione—se negó Álvaro—Chicago no es lugar para eso.

—Los Angeles tampoco. ¿Sabes cuantas celebridades se hospedan en nuestro hotel al mes? Implementar un salón de fiestas nos quitaría credibilidad como empresa.

Alejandro, quien mantenía la cabeza recargada y los ojos cerrados, soltó una risa burlona.

—Tú idea sigue siendo estúpida.

—No dije que fuera estúpida—aclaró Alonso—Solo que no tendríamos la misma respuesta que Nueva York.

—Para mi sonó estúpido.

—Hoy estas más gruñón de lo normal—Álvaro se burlo de él.

Básicamente, su pasatiempo favorito era estar burlándose de nosotros.

—Cierra la boca.

—¿Qué sucede, Alejandro? Álvaro tiene razón, estas más amargado de lo normal.

—No es nada.

Tenía la ligera sospecha que se trataba sobre su ex novia. Aun así no dije nada, ya le preguntaría cuando estuviéramos a solas.

—Hablaremos después. Tengo que irme, han surgido cosas que tengo que resolver—dijo viendo su teléfono.

—Yo tengo que ir al hotel, y después iremos a casa de mis suegros. Los dejo—colgó Álvaro primero.

—Te llamaré más tarde, Alejandro. Nos vemos Emiliano.

Y terminó la llamada.

Sonreí inconscientemente. Hoy nada me quitaría la felicidad qué llevaba por dentro. Mi hermano se mantuvo en su lugar.

Adrián bajó listó para irse al colegio. No sin antes recordarme que tendría otro partido de Soufball pronto. Felizmente le asegure que ahí estaría. Y se marchó.

Mi padre bajo con una maleta en su mano.

—Alejandro, vámonos—le dijo a mi hermano.

—¿Dónde?

—Me llevarás al aeropuerto—le lanzó las llaves de su auto.

—Qué te lleve el chófer, para eso lo contrataron—respondió sin mover un solo musculo.

—El chófer ha llevado a tu hermano al colegio. Debo irme ya, o perderé el vuelo, no le da tiempo de llegar.

—Contrata otro si no te es suficiente.

Mi padre, ya exasperado se acercó y le dio una patada en el pie.

—Obedece, y deja de responder.

Alejandro solo exhalo con fuerza. No obedeció a mi padre, por lo que me vi obligado a intervenir.

—Yo te llevaré, papá.

—Solo lo acepto porque se me hará tarde y no pienso perder el vuelo por los berrinches de tu hermano—camine junto a él hasta la puerta.

—Dejalo, esta un poco gruñón.

—Lo que no entiendo es por qué.

—Tal vez su ex novia lo haya rechazado—bromeo.

—No me rechazó—dijo enseguida—Solo que ella ahora está enfocada en sus cosas. Me ha dicho que no es el momento. Pero al menos acepto mi detalle de las flores. Eso me da un poco de esperanza de recuperarla.

—¿Y tu?—papá se enfocó en mi.

—¿Yo qué?

—Uno amanece amargado y el otro contento ¿A que se debe tanta felicidad?

—Tiene una cita con la chica esa que trabaja con George Solan—respondió mi hermano por mi.

—Una cita.

—No es una cita como tal—intente persuadir no hablar del tema.




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