Recordar, es volver a vivir.
Ada.
—Ada—alguien me llamó.
Alguna vez escuché a alguien decir; Recordar, es volver a vivir. Haciendo referencia a momentos felices que las personas atesoran, recuerdos que para muchos vale oro. Algunos, guardan recuerdos lindos con sus parejas, familias, y personas que aman. Algunos guardan recuerdos de personas que ya no están en esta vida. Recuerdos que no quisieran perder por nada del mundo.
Luego estoy yo. Había tratado de olvidar todo lo que fue mi vida antes de llegar a la ciudad. Me había prometido a mi misma que todo lo que había sucedido antes de llegar a Nueva York lo dejaría en el pasado.
Había sido fácil hasta ahora.
Las botellas rotas, las sillas volando, las personas peleando me remontaron a mis días en Little Falls.
—Ada—me llamó otra voz.
Sentí que alguien me tocó el hombro.
—Ada, llegamos.
Escuche la voz de mi hermana a lo lejos.
—Addy, ¿Qué le sucede?—es una voz masculina, la que pronunció mi nombre al principio.
—No lo sé, parece que esta en shock—responde ella.
Los recuerdos seguían presentes en mi mente. No había nada más que pudiera ver frente a mis ojos. Su imagen, y la de mi madre estaban presentes. Él, reprochándole por que no había nada para comer. Ella, culpándome por no traer comida a casa. Yo, encerrándome con Addy en la habitación cuando él lanzó aquella botella. Lo único que pensé en ese momento es en salir de ahí.
Huir.
Pero, ¿A dónde?
No tenía mucho dinero. Lo poco que tenía guardado bajo el mueble del tocador no me alcanzaría para nada. Había juntado un par de dólares haciendo trabajos temporales, como limpiar las calles de los vecinos, ayudar a la limpieza de la casa de mi profesora…
Había gastado en un poco de comida para mi hermana.
Necesitaba sacarla con urgencia de ahí, pero ¿Cómo…?
—¡Ada!
Volví al presente al sentir que alguien me sacudió por los hombres. Las imágenes desaparecieron, y frente a mi aparecieron Addyson, Naya, Emiliano y su hermano.
—¿Q-qué pasó?
—Ya estamos en casa—dijo Nay.
Los cuatro me miraban con sería preocupación. Habían bajado de la camioneta de Emiliano, y abierto la puerta del lado donde estaba yo.
—Ada ¿Estas bien?—pregunto Emiliano.
Quise explicarle que sí, que solo había recordado algo que no me gustaba recordar. Pero entendí que no lo entendería, ni el ni Addy comprenderían el por que de mi reacción. Además, dudaba que Addyson recordará algo, no quería que supiera lo dura que fue nuestra vida…
El aspecto de Emiliano era… nada parecido al que vi al inicio del juego. Su camisa del Manchester United está completamente sucia, llena de tierra y manchas de bebidas que volaron por todo el lugar. Su cabello perfectamente peinado, estaba desordenado, con polvo por todos lados.
No llegué a formular una respuesta, los recuerdos de las peleas volvieron atacarme.
Su voz, los vidrios rotos, los gritos, los insultos… se repetían en mi mente como una tortura. De nuevo me vi en el centro de mi sala, tumbada en el suelo, medio consiente, con eso en mi brazo. El recuerdo era tangible, a la vez difuso. Solo recuerdo a una versión Addy de cinco años, tratando de despertarme.
—¡Ada! ¡Ada, despierta!—la voz infantil se oía lejana, un poco distorsionada hacia eco por todo el lugar.—¡Ada! ¡Ada! —gritaba, mientras me movía.
Un grito me hizo regresar nuevamente al presente.
—¡Chicas!—la voz llena de desesperación de Chase me hizo reaccionar de nuevo.
—¡Chase! ¡Ada no reacciona!
Su figura apareció en mi campo de visión. Venía corriendo desde la reja de seguridad, con preocupación hacia nosotras.
—Nay ¡¿Estas bien?! ¡¿Addy?! ¡¿Están bien?!—llego hasta ellas y las abrazo. Con rapidez, se cercioro que ambas no tuvieran ningún rasguño.
—Estamos bien, Chase—afirmó su hermana.
—Ada es la que no reacciona—expresó mi hermana severamente preocupada.
Chase llego hasta donde yo seguía sentada en el asiento de la camioneta, apartó a Emiliano y su hermano para acercarse a mi con más facilidad.
—Ada, ¿Qué pasa? ¿Estas bien? ¿Estas herida?
—Esta en shock—siseo Emiliano, obviando el hecho de que seguía en shock desde que estábamos en el campo.
Por alguna razón, podía escuchar y ver cada uno de sus movimientos. Algo no me dejaba reaccionar.
—Esta así desde que comenzó la pelea.
Chase comprendió todo con la información que Naya le brindó.
Delante de mi, ahora ellos volvieron a desaparecer. Solo podía escuchar sus voces.
—Chicas, vayan adentro ¿Sí?—les pidió Chase.
—Pero, ¿Ada?—cuestiono la voz de mi hermana.
—La llevaré enseguida—le aseguró a Addy—Nay, llévala adentro. Por favor.
—Claro.
Los recuerdos amenazaron con volver a aparecer. Mi entorno desaprecio, una vez más me encontré de nuevo en las frías paredes de mi casa. La luz el día se colaba por las pequeñas ranuras de las ventanas cubiertas con cartones para impedir que entre viento helado.
—Ada, escúchame—sentí que alguien tomo mis manos—No estas ahí, ¿Vale? Ya saliste, ya sacaste a Addy de ahí.
Frente a mis ojos solo estaba mi habitación. Mi hermana y yo escondidas en un rincón del pequeño, viejo y deplorable closet. Afuera los gritos de mi madre eran más fuertes.
—Addyson esta bien, esta a salvo—aseguró la voz—, están a salvo.
Mi mano se encontraba alrededor de pequeño rostro de mi hermana, sellando sus labios par evitar que emitiera algún sonido al escuchar el golpe de la puerta al chocar con la pared.
—Vamos Ada, reacciona.
«Todo va a estar bien. Todo va a estar bien» me repetía en mi mente a cada segundo.
—Ada.
El recuerdo se esfumo al sentir el contacto de una mano en mi mejilla. Frente a mi estaba Emiliano, parecía preocupado.