Resonancia Infinita

Capítulo 7: Siempre vuelves a empezar

El silencio pesaba más que nunca.

Inosuke no sabía cuánto tiempo había pasado desde que Gerard lo rescató. Estaban en un lugar que no entendía del todo: una estructura amplia, circular, de paredes metálicas con pulsos de luz tenues, como si respiraran. No había ventanas. Solo ese zumbido sutil que parecía responder a sus pensamientos.

Sentado en el suelo, con la espalda apoyada en una de las columnas, Inosuke no podía dejar de mirar el uniforme de Gerard. Tenía algo reconfortante y, al mismo tiempo, aterrador. Era idéntico al que había visto en su reflejo adulto… solo que este estaba limpio, sin daños, como recién salido de algún cuartel imposible de ubicar en el tiempo.

Gerard se sentó frente a él, dejando su casco a un lado.

—¿Qué está pasando? —preguntó finalmente Inosuke, su voz más cansada que confundida.

Gerard lo miró en silencio por unos segundos. Como si decidiera por dónde empezar.

—Hay cosas que sé, y otras que apenas entiendo —dijo—. Pero de todas, la más constante es esta: tú y yo hemos estado aquí antes. O en versiones distintas de “aquí”. Nos hemos conocido en distintos ciclos, distintas realidades. Y en cada una, estamos huyendo… o luchando.

—¿Luchando contra qué?

—Contra él.

Inosuke sintió el escalofrío antes de escuchar el nombre.

—¿El caballero?

Gerard asintió.

—No tiene nombre. Nadie sabe quién es ni por qué lo hace. Solo aparece, destruye, borra. Se manifiesta como una sombra… como una voluntad pura de aniquilación. Lo llaman de distintas formas. En algunos mundos, “El Juicio”. En otros, “La Nada”. Nosotros simplemente lo llamamos el caballero negro.

—¿Y tú…? ¿Tú también lo has enfrentado?

Gerard sonrió, con tristeza.

—Más veces de las que puedo contar. A veces ganamos. A veces no. Y en todas esas veces, tú estás en el centro.

Inosuke se inclinó hacia adelante.

—¿Qué quieres decir?

—Tu existencia… es un núcleo. No eres un humano común. Nunca lo fuiste. Donde tú apareces, el equilibrio se rompe. El caballero lo sabe. Por eso te busca. Por eso intenta destruirte. Y por eso yo siempre te busco antes.

Inosuke bajó la cabeza. No era fácil asimilarlo. Tenía tantos recuerdos rotos. Tantas piezas sueltas. Y ahora alguien le decía que él era el origen de todo.

—¿Y Sakura?

Gerard lo miró por un instante, pero no respondió.

—¿Dónde están los demás? —preguntó Inosuke, casi rogando por una certeza.

—Esparcidos —dijo Gerard—. Como tú. Algunos despiertos. Otros… aún atrapados. Tenemos que reunirlos. Solo juntos podremos enfrentarlo esta vez.

Inosuke respiró hondo. Sentía que todo en su cuerpo vibraba. Como si su resonancia respondiera a esas palabras. Como si algo dentro de él supiera que era cierto.

—¿Y si no quiero ser parte de esto? —preguntó.

—No se trata de querer. —Gerard se acercó y colocó frente a él un pequeño dispositivo. Parecía un cristal comprimido, que latía con una luz idéntica a la que Inosuke sentía dentro—. Esto siempre está contigo. Siempre vuelve a ti. Siempre. Aunque olvides. Aunque mueras. Aunque te rompas.

Inosuke tomó el objeto. Al tocarlo, una onda de calor lo atravesó. Y entonces, vio imágenes fugaces: Gerard luchando a su lado, el caballero emergiendo de un cielo roto, una esfera gigantesca con runas flotantes, una ciudad desintegrándose lentamente.

Y él. Siempre él. Al centro de todo.

—Esta vez… —dijo Gerard, mirándolo fijo— tú fuiste quien inició todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.