Capítulo 26: Donde el eco regresa

La base flotante temblaba.

No por un ataque.

No por una falla estructural.

Sino por el tiempo.

El tejido dimensional alrededor del refugio llevaba semanas debilitándose, como si algo invisible lo carcomiera. RED no hablaba mucho, pero sus ojos estaban permanentemente fijos en las lecturas. Las frecuencias normales fluctuaban como olas impredecibles.

Gerard ya no preguntaba por Inosuke.

Simplemente entrenaba.

Cada mañana ajustaba su brazo mecánico. Cada noche modificaba su programa de evasión táctica. Sus heridas no habían cerrado del todo, pero el dolor físico hacía que el emocional pasara a segundo plano.

Gary era el único que mantenía encendida la transmisión de búsqueda. En silencio. A escondidas. En la frecuencia más baja posible.

Paul lo sabía.

Y no decía nada.

Pero cada día, afilaba su lanza más tiempo. Cada noche, dormía menos.

...

—Hoy fue más intenso —dijo Gary, mirando el radar fracturado—. Las líneas están cediendo.

—No hay interferencia externa —respondió RED.

—¿Qué lo causa entonces?

RED solo giró la pantalla.

En ella, una lectura simple:

-Inestabilidad: Origen Interno.

Gary apretó los puños.

—Está volviendo.

...

Paul reunió al equipo en el cuarto principal.

Colocó una imagen proyectada en el aire. Era una simulación de Inosuke, basada en los últimos registros que habían logrado rescatar.

—Tenemos que asumir lo peor —comenzó.

—No sabemos si sigue siendo él —dijo Gerard.

—Peor aún —intervino RED por primera vez en días—. Tal vez… sigue siendo demasiado él.

Gary bajó la mirada.

—No me parece justo.

—¿Justo? —Paul lo miró con dureza—. ¿Después de lo que hizo? ¿Después de lo que se convirtió?

—Aún lo sentimos —respondió Gary—. Su frecuencia aparece en todas partes, en cada grieta. Pero no nos ataca. No nos borra. Está... esperando.

Paul dio un paso al frente.

—Por eso debemos estar listos. Si vuelve con intención de destruirnos…

Silencio.

—...debemos detenerlo.

Nadie respondió.
Pero todos lo pensaron.

...

En otro extremo del plano dimensional, el nodo palpitaba.

Era una estructura flotante hecha de fragmentos desordenados: acero, hueso, sombra, luz, palabras. Todo convulsionaba como si estuviera vivo.

Y a través de él… caminaba una figura.

Su capa no tocaba el suelo. Sus pies tampoco. Cada paso que daba reconfiguraba el espacio. Las paredes se abrían y colapsaban a su paso. Criaturas espectrales huían sin emitir sonidos. Las grietas se sellaban… solo para volver a abrirse detrás de él.

Era Inosuke.

O algo que había sido él.

...

Su rostro estaba en calma. Sus ojos, ahora fijos en un color entre el jade y la ceniza, no parpadeaban.

Las memorias que conservaba eran difusas. No sentía odio.
Tampoco amor.

Solo un impulso: verlos.

Y decidir.

...

—RED… —susurró.

La palabra no tenía emoción.

Solo existencia.

A su alrededor, comenzaron a manifestarse sombras humanas. Pero no enemigos. No clones.

Eran versiones de él mismo, fallidas, muertas, deformadas por decisiones nunca tomadas.

Y en medio de ellas, una figura oscura con sus ojos apagados.

Una silueta que lo seguía a cada paso desde que activó la resonancia vacía.

Aún no hablaba. Aún no atacaba.

Solo lo observaba.

Y sonreía.

...

En el refugio, el sistema de RED emitió un pitido.

Todos giraron.

Una nueva señal se había abierto. Un vórtice. Sin firma conocida… pero con un código antiguo. Inconfundible.

Paul se puso de pie.

—Es él.

Gary se levantó lentamente.

—¿Qué hacemos?

RED no respondió al instante.

Pero al cabo de unos segundos, pronunció una sola palabra:

—Esperamos.

...

Inosuke se detuvo frente a la grieta final.

La plataforma conectaba directo al refugio.

A sus antiguos compañeros.

A lo que había sido una familia.

O una ilusión.

La sombra detrás de él se detuvo.

Inosuke respiró hondo.

Los sables no estaban en sus manos.

Pero lo escuchaban.

...

—Es momento de ver si… aún son dignos.

Y cruzó.