La grieta se cerró tras él.
El sonido fue apenas perceptible. Un susurro, como un recuerdo que se esfuma. Inosuke se encontraba ahora en el umbral del antiguo refugio, pero nada se sentía familiar.
El aire… temblaba.
La estructura misma parecía rechazarlo. Las paredes vibraban a su paso. Las luces parpadeaban con pulsos verdes, como si el sistema no supiera si defenderse… o rendirse.
A lo lejos, los cuatro lo esperaban.
Gerard, de pie, con una expresión neutra.
Paul, con su lanza en mano, la punta ya cargada.
Gary, sin armas. Con las manos abiertas.
RED… inmóvil.
Inosuke caminó lentamente hacia ellos.
Sin armas. Sin escudos.
Solo su sombra, que lo seguía a cada paso, ligeramente más alta que él… y sin rostro.
...
—Inosuke… —susurró Gary.
El eco del nombre rebotó en el espacio.
El portador del nombre no respondió.
—¿Nos reconoces? —insistió Gary.
Inosuke los miró uno por uno.
Primero a Gerard.
Luego a Paul.
Luego… a Gary.
—¿Recuerdas… qué significaba tu nombre? —preguntó Inosuke, con voz baja, casi apagada.
Gary parpadeó.
—¿Mi… nombre?
Inosuke se acercó un paso más.
—Gary Lee. ¿Eso es lo que eres? ¿O lo que te dijeron?
Gary bajó la mirada. Trató de responder. Pero no pudo.
Y eso… lo quebró.
Paul dio un paso al frente.
—No viniste a hablar. Viniste a terminar esto.
—No —interrumpió RED.
Todos giraron hacia él.
—Aún no.
...
Inosuke bajó la vista. Sus manos vibraban sin control.
No por miedo. Ni por poder.
Por desincronía.
Dentro de él, las versiones olvidadas comenzaban a gritar. Voces de futuros alternativos. Vidas que nunca fueron.
En uno, había matado a Paul.
En otro, había traicionado a Gary.
En otro más… había elegido convertirse en el caballero negro.
Inosuke alzó la cabeza. El dolor era insoportable.
Y entonces… la sombra detrás de él cambió.
Ya no era solo una silueta.
Ahora tenía forma. Detalles.
Era él.
Pero con los ojos apagados.
Con la piel pálida.
Con una sonrisa que no mostraba alegría… sino hambre.
Gary dio un paso atrás.
—¿Qué… es eso?
La sombra giró la cabeza… y los miró a todos.
Solo RED sostuvo la mirada.
...
Inosuke cayó de rodillas.
Gritó.
Un pulso salió de su pecho.
Las paredes del refugio se agrietaron.
Paul cargó su lanza.
—¡ESTO SE ACABÓ!
Pero RED lo detuvo con una sola palabra:
—No.
Todos quedaron en silencio.
RED se acercó, lentamente, hasta estar a pocos pasos de Inosuke.
El cuerpo del antiguo compañero temblaba, pero sus ojos ya no estaban llenos de furia… sino de confusión.
RED habló, por fin.
—Él no vino a destruirnos. Aún no.
—¿Entonces qué es esto? —rugió Paul.
RED miró la sombra, que ya se desvanecía poco a poco.
—Algo vino con él.
Y ya está adentro.
...
“Y esta vez… nadie está listo.”
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Editado: 28.05.2025