La base estaba destruida en un 70%.
RED había sellado la sala principal.
Gary apenas se movía.
Paul sangraba por la boca.
Gerard no hablaba.
Inosuke caminaba entre ellos.
Sin culpa.
Sin redención.
Solo… vaciado.
Los observó desde lo alto de una pasarela colapsada.
El metal bajo sus pies se curvaba a su paso.
No quedaba rastro de humanidad en sus ojos.
RED levantó la mirada desde su rincón y dijo:
—Ya no eres él.
Inosuke no respondió.
Ni siquiera negó.
Solo siguió caminando.
La sombra no hablaba con sonido.
No usaba palabras.
Pero ahora, dentro de Inosuke, se expresaba como un pulso constante.
—No hay más duda.
—No hay más dolor.
—Solo queda renacer.
Inosuke ya no pensaba en Sakura.
Ni en Gerard.
Ni en RED.
Ni siquiera en sí mismo.
Recordaba fragmentos que no entendía.
Una sonrisa en un tren.
Un grito frente a una puerta.
Un cielo nocturno… de otro mundo.
Todo era ruido.
Y él quería silencio.
Inosuke abrió las manos.
No invocó sables.
Invocó… resonancia pura.
Del vacío, pronunció un nombre sin voz.
Y el cielo se desgarró.
De una grieta multidimensional, emergió Velenn.
No el mismo que había vencido.
Otro.
Uno de otro plano.
Uno que no lo reconocía.
Uno que solo obedecía su propia lógica.
Inosuke cayó de rodillas frente a él.
Velenn no preguntó.
No dudó.
Atacó.
Una lanza de niebla sólida atravesó el torso de Inosuke.
Luego otra.
Y otra.
Cientos. Miles.
Cada una borraba un recuerdo.
Uno a uno.
Sakura.
Su nombre.
Su origen.
La primera vez que sonrió.
La última vez que lloró.
Todo.
Se fue.
Y Inosuke seguía de pie.
Su cuerpo sangraba… pero no rojo.
Era gris.
Sus ojos eran dos lunas rotas.
Su boca… decía frases sin sentido.
—No me van a detener.
—Todo fue en vano.
—Lo intentaron… lo intenté…
Velenn atravesó su espalda una última vez.
Y lo dejó en el suelo.
Roto.
Vuelto a ensamblar.
Otro.
Velenn desapareció.
Inosuke quedó tendido, sonriendo.
...
Gary lo vio alejarse.
No caminaba.
Flotaba.
Cada paso dejaba fisuras en la dimensión.
Las realidades comenzaban a colapsar a su alrededor.
RED activó escudos, pero ya era inútil.
Inosuke se giró por última vez.
Nadie le habló.
Nadie lo detuvo.
Y con una voz tan baja como el olvido, dijo:
—Todo fue en vano.
Nunca me van a detener.
Y se fue.
A romper universos.
A deshacer lo que otros soñaron.
A convertirse en lo que él nunca pensó ser.
El fin de Inosuke…
había comenzado.
#272 en Ciencia ficción
#1912 en Fantasía
#939 en Personajes sobrenaturales
poderes sobrenaturales, invasionsobrenatural, ciencia ficción futurista
Editado: 22.05.2025