Resonancia Infinita

Capítulo 36: No los espera. Los llama.

RED liberó tres sondas desde el Punto de Frontera.

No eran tecnológicas.
Eran fragmentos de resonancia comprimida, envueltos en protección simbólica.
Solo algo así podía cruzar el tejido multiversal sin ser destruido.

Las sondas descendieron sobre un mundo que no aparecía en ningún mapa.

Y lo que encontraron…

Fue orden.

Una base.
Perfectamente simétrica.
Sin grietas.
Sin señales de desgaste.

Los sensores no detectaban radiación, violencia… ni miedo.

Solo una calma antinatural.

—Esto… —murmuró RED— no es solo una fortaleza.

Es un templo.

...

Gerard golpeó la mesa.

—Tenemos que atacar ahora. Antes de que crezca.

Gary lo miró.

—¿Y si ya es tarde?

—¿Eso es una excusa?

Gary respiró hondo.

—No. Es una advertencia. Esa estructura… no fue hecha para esconderse.
Fue hecha para ser vista.

RED intervenía con su calma habitual.

—No estamos listos.
Su frecuencia es más alta.
Sus soldados… no son humanos.

...

Las sondas comenzaron a transmitir imágenes visuales.

Seres encapuchados.
Altos.
Silenciosos.

Entrenaban. Se movían con precisión.
Algunos levitaban. Otros distorsionaban el entorno al caminar.

Gary se acercó.

—Esos no son aprendices.
Son… ecos.

RED amplió el espectro y encontró una señal de pulsos.
Codificada.
Antigua.

—Es… una rutina de entrenamiento.
Y esta frecuencia…

Todos guardaron silencio.

RED la decodificó y leyó las líneas:

“Posición inicial. Inhala. Mira al enemigo. No sientas miedo.
Recuerda quién eres. Recuerda lo que viste.
Ahora… responde.”

Era el antiguo patrón de entrenamiento de Inosuke.
Antes de todo.
Antes del fin.

...

Y al final de la señal, un código aún más profundo.
No un mensaje directo.

Un eco.

Una invitación.

...

RED no dijo nada.
Gary bajó la vista.

Gerard giró el rostro hacia las ventanas.
En el horizonte, un nuevo símbolo comenzaba a repetirse en mundos lejanos: una figura de un caballero, sin rostro, con una capa que parecía viento atrapado.

El Caballero Verde.
El Vacío.
El Domador de Dioses.

Tres nombres.
Un solo ser.

Ya no era una sombra.

Era un estandarte.

...

RED cerró el monitoreo y susurró:

—No los está esperando.

...

Los está llamando.




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