Capítulo 46: Bienvenidos a la ilusión

RED analizó el sistema durante horas.

Las lecturas no variaban.

La resonancia no estaba fluyendo.

Se estaba retrayendo.

...

—Esto no es una interferencia —dijo RED al fin—.
Es una respuesta de defensa.

Gerard frunció el ceño.

—¿De qué?

—De algo que aún no podemos nombrar.

...

Al mismo tiempo, se registraron nuevas señales.
Coordenadas sin patrón.
Ecos que no correspondían a ninguna línea temporal conocida.

—Son… construcciones falsas —dijo RED—.
Simulaciones.
Pero hechas desde dentro.

...

Una de las coordenadas comenzó a vibrar con insistencia.
No emitía luz.
Ni sonido.

Pero Gary se llevó las manos al pecho y cayó de rodillas.

—¡Algo… me está arrastrando!

Kael’Thamir se acercó, pero no lo tocó.

—No es dolor.
Es memoria anticipada.

...

Gary, jadeando, susurró:

—Esto… ya pasó.
Pero aún no.

...

Gerard giró hacia RED.

—No podemos entrar allí. No sin saber.

RED dudó.

Pero fue Ilar’eth quien respondió:

—Si no vamos ahora…
no volveremos a ser nosotros.

...

La frase no fue metáfora.
Fue advertencia.

...

RED abrió el corredor.

Y por primera vez…
todo funcionó sin resistencia.

La puerta no vibraba.
No se distorsionaba.

Era estable.

Demasiado estable.

...

Al otro lado, una ciudad.
Simétrica.
Limpia.
Perfecta.

Edificios sin grietas.
Calles sin una mota de polvo.
Silencio absoluto.

...

RED lo confirmó:

—No hay patrones emocionales.
Ni resonancia activa.
Pero todo esto… está vivo.

...

Kael’Thamir dio un paso atrás.

—Esto no es creación.
Es… imitación.

...

Gary se tocó la cabeza.

—Todo se siente… demasiado conocido.
Pero no hay nada que recordar.

...

Ilar’eth no avanzó.

—Este lugar fue construido no para contenernos…
sino para hacernos creer que aún tenemos elección.

...

RED intentó rastrear la fuente del eco.

Solo halló una inscripción.

Tallada con precisión digital en la entrada de la ciudad:

“Resonancia estabilizada. Realidad intervenida.”

...

El silencio fue absoluto.

Y entonces, la última línea apareció en todos los dispositivos, aunque nadie la escribió:

“Bienvenidos a la ilusión.”