Capítulo 47: Él ya estuvo

Caminar por la ciudad era como avanzar por una maqueta viva.

Todo era perfecto.

Demasiado.

Las ventanas tenían simetría matemática.
Los árboles no temblaban con el viento.
Porque no había viento.

...

RED mantenía su canal abierto.

—No puedo estabilizar el mapa.
Cada lectura genera una nueva geometría.

...

Gerard apuntaba su arma a cada esquina.
Pero no había movimiento.

Solo ecos sin sonido.

...

Kael’Thamir avanzaba en silencio.
Ilar’eth se deslizaba detrás.

Gary miraba todo con creciente inquietud.

—Esto se siente… como si alguien estuviera intentando recordar…
por nosotros.

...

El grupo giró por una calle angosta.

Allí, en un balcón sin sombra, Gary escuchó una voz:

—“Hijo…”

Se detuvo.
Sus ojos se abrieron de golpe.

—Mamá…

Corrió hacia la puerta.

Pero cuando la cruzó…
el pasillo estaba vacío.
Y las paredes estaban escritas con frases que solo él conocía.

...

Gerard se alejó unos pasos.

Y entonces, lo vio.

Paul.

De pie.
Sin heridas.
Sonriendo.

—¿Paul?

La figura giró…
y desapareció al parpadear.

...

Ilar’eth comenzó a dividirse.

Cada reflejo suyo lo miraba desde los vidrios.

Uno susurró:

—“Yo sí lo detendría.”
Otro dijo:
—“Aún puedes salvarte solo.”

...

RED colapsó momentáneamente.

Y luego habló:

—Confirmado.
Cada uno de nosotros… está viendo una versión diferente de esta ciudad.

...

Kael’Thamir se detuvo en seco.
Sus ojos brillaron con una tonalidad distinta.

—Esto…
no fue creado por resonancia.

...

Gary se acercó.

—¿Entonces por qué existe?

Kael’Thamir lo miró.

—Porque alguien ha estado observándonos.

...

La perfección no era natural.
Era imitación.

...

En una plaza que no estaba en ningún plano, surgió el centro.

Una estructura blanca.
Circular.
Sin sombra.

Y en el centro…

él.

Inosuke.
Adulto.
Sereno.
Con el uniforme perfecto.
El cabello más largo.
Y los ojos cerrados.

...

No hablaba.
No se movía.
No emitía energía.

Solo estaba.

...

Gerard levantó su arma.

Gary lo detuvo.

—No dispares.

—¿Por qué?

—Porque…
él no está allí.

...

RED susurró una última línea:

“Él ya estuvo.”