Resonancia Infinita

Capítulo 57: Donde la Resonancia se retuerce

El multiverso se rompía, capa por capa.

Cada fragmento de realidad se deshacía en hilos de existencia flotante, retorciéndose como si la creación misma intentara huir de lo que estaba ocurriendo. Y aun así, entre la tormenta de distorsión, ellos avanzaban.

No por esperanza.

No por fe.

Solo por la necesidad de llegar.

Gerard al frente, con Gary y Paul a su flanco, guiaban a la coalición por senderos que dejaban de ser caminos al segundo siguiente. A su alrededor, la Resonancia se plegaba, desplegaba y volvía a replegarse, como si respirara en agonía.

Tras ellos, marchaban los aliados.

Kael’Thamir.
Ilar’eth.
La Tercera Voz.
Antrax.
Kaor.
Dremah.
Lurea.
Xephyr.
Mhorlak.
Selnir.

Diez nombres.

Diez anomalías.

Diez razones por las cuales la Resonancia aún no había devorado todo.

Sus pasos no eran silenciosos, pero el eco de la batalla eclipsaba cualquier otro sonido. No era un combate lejano. Era un choque de fuerzas tan vastas que deformaban el concepto mismo de distancia.

Inosuke.

Y su reflejo.

El Caballero Negro original.

Ninguno de los presentes conocía la verdad de ese enfrentamiento. Para ellos, era la colisión de dos titanes. Un pulso que amenazaba con desgarrar las raíces del ser.

Las distorsiones aumentaban a cada metro. A ratos, el suelo desaparecía bajo sus pies, sustituido por abismos de luz líquida. Otras veces, el aire se solidificaba, obligándolos a forzar cada movimiento como si caminaran a través de un cristal que se resistía a romperse.

Pero no se detenían.

—Falta poco —gruñó Paul, abriéndose paso con brutalidad.

—No sabemos si llegaremos a tiempo —respondió Gerard, sin detenerse.

El Caballero Negro joven seguía entre ellos, inmutable. Su armadura reflejaba las distorsiones, como si cada fragmento de la Resonancia reconociera en él algo familiar y, a la vez, prohibido.

La Tercera Voz, fluctuando en su forma, era un espectro que tejía estabilidades momentáneas en el caos.

Las entidades no hablaban.

Sus nombres ya habían sido pronunciados.

Su propósito era claro.

Acabar con Inosuke.

Cada estruendo que sacudía la trama de la existencia era una cuenta atrás. El choque entre Inosuke y el Caballero Negro resonaba en todas las direcciones, sin respeto por las leyes de la física.

Y aun así, el equipo avanzaba.

No sabían que el enemigo al que enfrentaban era un reflejo de sí mismo.

No sabían que cada paso los acercaba a una verdad que ninguno estaba preparado para entender.

Pero seguían.

Porque si existía una oportunidad de fracturar lo inevitable, estaba al otro lado de esa tormenta.

La Resonancia gritaba.

El multiverso se desgarraba.

Y ellos, por fin, estaban cerca.

Muy cerca.




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