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Capitulo 6. Sentimientos ocultos.
Maydelinne Hanae.
Ha pasado una semana desde aquél horrible domingo, no le he contado a nadie y siendo sincera no creo hacerlo. Me he disculpado tantas veces con Daw porque siento que aquello paso por mi culpa. Yo quise entrar a ese restaurante por su cumpleaños de igual de buscar uno más económico.
Tampoco quiero estarme agobiando por ese asunto.
Miro a los pájaros en el árbol frente a mí, tan libres. Los envidio tanto en estos momentos. Coloco las manos en mi rostro, me encuentro boca abajo en el césped. Ni siquiera escucho los gritos de todo el alumnado. Esta área es hermosa y relajante.
Suspiro, recuesto mi cabeza entre mis manos para no ponerla directamente en el césped, elevo mis piernas cruzándolas en el aire. Me permito despejarme, olvidar toda mi vida un momento. Hay veces en los que me imagino otra vida en mi cabeza, quitando todo lo malo.
Hubo un momento en el que era totalmente fría con la gente, me guardaba todo tipo de sentimiento, solo éramos Dawson y yo. Aunque lo seguimos siendo sé que ahora tengo a mi vecina y a Steffi.
Abro los ojos lentamente topándome con otros color cielo, su mirada penetrante me hace sentir algo dentro de mi pecho. Solo está ahí parado mirándome fijamente. Me enderezo sentándome sobre mis piernas de modo que quedo un poco de rodillas.
Nadie habla, nadie dice nada. Juego con la pulsera de tela que rodea mi muñeca, el silencio no es incómodo, de hecho es muy relajante. Me permito perderme entre el sonido de los pájaros y la ligera brisa que vuela mi cabello. Tomo una pequeña bocanada de aire y miro el cielo. Se encuentra totalmente despejado y azul, como sus ojos.
Miro de reojo como termina de consumir su primer cigarrillo, muerdo mi labio contemplándolo. Conozco a Devan Keller desde que tengo 15 años, el primer día de clases lo vi paseando por el colegio y no pude quitarle los ojos de encima, como muchas chicas. Siempre lo he visto de lejos y que ahora este aquí acompañando mi silencio por así decirse me sorprende. Lo había visto fumando fuera de la escuela pero nunca pensé que también lo hacia dentro de ella. Desde que tengo memoria lo había visto vestir de negro, muy pocas veces traía algo de otro color.
Una voz me devuelve a la realidad, me ha hablado y ni siquiera sé lo que dijo. Un rubor tiñe mis mejillas, no le he quitado la vista de encima en ningún momento.
En toda la semana no se había parado por aquí, de hecho había pensado que ya no iba volver.
—Lo siento, ¿qué dijiste?
Lo veo rodar los ojos.
—Que se te está subiendo un bicho.
Bajo la mirada rápidamente a mis piernas y efectivamente una pequeña oruga trata de escalar a mis piernas. En algún otro momento hubiese gritado, incluso si fuera otro bicho. Pero era una indefensa oruga. Pongo mi dedo frente a ella y esta escala haciéndome cosquillas, una risita sale de mí sin poder contenerla. Veo como se mueve, levanto la mirada de nuevo pero la bajo rápidamente cuando descubro que no me ha quitado la mirada de encima.
Bajo la mano hacia el césped para que el animalito pueda bajar, sacudo mis manos y mis piernas, me levanto para ver la hora en mi celular. Faltan 5 minutos para entrar de nuevo a clase.
—May —me detengo abruptamente cuando escucho aquel susurro ronco. Giro sobre mis talones quedando frente a él, la sorpresa en mi rostro es notable. Nunca pensé que supiera mi nombre.
—¿Si?
Mis ojos conectan con los suyos, cielo y mar. Nos quedamos en silencio solo mirándonos, luego de lo que se sienten horas, niega y comienza a alejarse. Frunzo el ceño y me coloco la mochila. Camino hacia mi siguiente clase completamente desconcertada.
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Otro día más de colegio, otro día común y corriente. Camino mientras pateo una pequeña piedra. Hago una mueca al tocar mi pómulo, puse un poco de maquillaje sobre el morado que se formaba ahí pero eso no quita el dolor.
A veces me pregunto que pasara por la mente de Joan cada vez que me golpea, incluso he pensado que lo hace solo por diversión.
A veces me regaño a mí misma porque le ruego, ¿de qué sirve que le ruegue que se detenga si de todos modos va terminar haciéndolo? ¿De qué sirve que le pida que deje de hacerlo si va terminar ignorándome a mí y a mis lágrimas? He olvidado las incontrolables veces que ha intentado propasarse, que aunque me ha manoseado gravemente mi virginidad sigue intacta. Es lo único que me queda y no me lo va arrebatar tan fácil.
Al llegar al instituto la primera clase que me toca es junto a Devan, quisiera saber qué es lo que iba a decirme ayer pero si no me lo dijo es porque seguro se arrepintió. Lo que me sorprende es que haya dicho mi nombre, no creí que se lo supiera.
Cuando me paro en el marco de la puerta del salón mi vista viaja por todo el buscando al chico de negro, al encontrarlo me dirijo hacia él sin titubear. Dejo mi mochila a un lado del banco y me siento a un lado de él. El cielo de sus ojos no tarda en caer en mí. Le sonrío en grande tratando de ser simpática, Devan voltea el rostro de nuevo volviendo a ver su cuaderno. Mi sonrisa flaquea pero trato de mantenerla. Trago saliva y saco mi cuaderno cuando el profesor llega.
Bien, creo que no le caigo muy bien o simplemente no está de humor.
La clase prosigue normal, de vez en cuando volteo hacia Devan sin poder evitarlo, quisiera poder entablar una conversación con él. El problema es que no sé cómo hacerlo.
Siento una leve caricia en mi pómulo izquierdo, giro mi cabeza hacia los ojos color cielo, me sorprendo por la acción. Hago una pequeña mueca cuando toca el morado que según yo oculte bien.
La caricia se siente tan suave, tan delicada, tan tierna que me permito cerrar los ojos para seguirla sintiendo. La respiración se atasca en mi garganta, ¿Cuándo fue la última vez que sentí una caricia? Abro los ojos topándome con el cielo de sus ojos.