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Capítulo 13. Consequences.
Maydelinne Hanae.
Sigo acariciando el cabello de Devan con tanta delicadeza, con miedo a que pueda lastimarse. Ha estado durmiendo desde hace dos horas y la verdad me preocupa, no me he apartado de su lado un solo segundo. Cuando Zed llego por él no pude resistirme a acompañarlo que hasta Michi termino viniendo por mí.
Zed es el chico morenito que una vez me grito mientras iba a mi trabajo, no lo conozco mucho pero me está cayendo bien.
Levanto la mirada del rostro completamente relajado de Devan hacia la habitación y cosas que se encuentran aquí. No sé de quién será el departamento, puede que sea del chico de ojos azul cielo o de su amigo.
Recuesto la cabeza en el respaldo de la cama tratando de relajarme, mis piernas palpitan por el peso del chico encima de mí. Me remuevo un poco tratando de acomodarme mejor, el quejido del castaño me hace detenerme, observo su rostro magullado.
—Shh—muerdo mi labio volviendo a acariciar su cabello.
La herida debe dolerle horrores, cuando Zed lo curo dijo que la herida era profunda, ¿cómo lo sabía? Ni idea. Maldijo mil veces al tipo que le había hecho tal cosa a su amigo, pero no quiso decirme de que se trataba, porque lo había hecho, ¿qué estaban escondiendo?
—May —el solo susurro de mí nombre me hace poner la piel de gallina, su débil y ronca voz me roba un suspiro. Sus ojos se abren lentamente topándose con los míos—. Es como si me encontrara en el mar al ver tus ojos—susurra. Sonrío como tonta al escuchar el cumplido.
—Bueno, los tuyos es como ver el cielo azul completamente despejado.
Acaricio su mejilla cuando sonríe de lado, dejo de sonreír y muerdo mi labio.
—Me asuste, ¿sabes?
—Creo que me confié mucho.
—Por Dios, Devan, era mucho más grande que tú—mi tono está cargado de enfado y reproche—. Pudo haberte matado ahí mismo...
—Pero no lo hizo—me interrumpe, conecto mis ojos con los suyos, una marea de sentimientos pasan por ellos—. Estas más preocupada por mí que yo mismo.
Trago saliva rompiendo nuestro contacto visual, siento mi rostro comenzar a arder, odio tanto sonrojarme por cualquier cosa.
—Bueno... yo...—comienzo a balbucear—. ¡No es el caso! ¡Casi te matan frente a mí!
Veo al castaño apretar los labios para reprimir una sonrisa, niego lentamente.
—Pero no lo hicieron, tranquila—pasa sus nudillos lentamente por mi mejilla, evito mirarlo—. Hey, no te molestes, no voy a rogarte.
Frunzo el ceño, ¿por qué lo toma tan a la ligera? Casi lo matan y a él no parece preocuparle. He faltado al trabajo de nuevo por su culpa, o tal vez sea la mía. Quisiera preguntarle quien era ese tipo y que es lo que quería pero no me atrevo. No tengo que meterme en asuntos que no me importan, aunque si lo haga.
Devan y yo no somos nada, simplemente somos amigos, si es que a eso llegamos. Pero no puedo evitar preocuparme por él.
—Debo irme ya —quito el cabello que cae por su frente dejando ver un corte en su ceja, veo que hace una mueca. Trago saliva al ver sus labios.
—No, quédate —saca el labio inferior hacia afuera haciendo un tierno puchero. Toma una de mis manos entre las suyas, veo sus nudillos lastimados.
—Tengo que ir a trabajar, ya llegue tarde de nuevo —suspiro hondo—. Mañana descanso, puedo venir a verte.
Niega lentamente.
—Esta es la casa de Zed, yo... estaré bien —deja de mirarme, frunzo un poco la nariz—. Iré a la escuela mañana.
—No, estás loco —niego—. Tienes que descansar, la herida tiene que cerrar y sanar.
—Voy a estar bien, May —se sienta con una mueca, tomo el vaso de agua que su amigo había traído hace rato y se lo paso para que beba. Me levanto y estiro mis piernas. Veo sus hombros desnudos junto con su pecho y llevo mi labio inferior a mis dientes.
Decido ver hacia otra parte antes de que se dé cuenta.
—Bueno —bajo la mirada a mis zapatos nerviosa—. Ya me voy —vuelvo a subir la mirada, sus ojos azules penetran los míos. Me acerco lentamente a él para dejar un delicado beso en su mejilla que termino dando en la comisura de su labio—. Cuídate.
Siento como los elefantes hacen aparición en mi estómago junto con los juegos artificiales, salgo rápidamente de la habitación y cuando cierro la puerta me recuesto en ella. Llevo un dedo a mis labios y los acaricio un poco dejando escapar una sonrisa boba.
—¿Devan ya despertó? —brinco en mi lugar sobresaltado, tapo mi boca para no chillar. Mis mejillas comienzan a colorearse, asiento avergonzada de que me haya viso.
—Ehh, ya me voy —apunto su sala de estar donde seguro Michi me espera, quito un mechón de cabello de mi rostro.
—Claro, tu amiga te espera afuera—asiento y paso por su lado ignorando la sonrisa burlona que me da. Rasco mi cuello y tomo la mano de Michelle para salir de ahí.
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La siguiente semana pasa lenta, estoy en semana de exámenes donde estudio hasta en mi trabajo, he estado pidiendo mis vacaciones, siento que necesito un descanso aunque me quedaría sin hacer nada. Necesito más tiempo con Dawson, he estado pensando en ir a ver algunos departamentos baratos, tengo dinero ahorrado que podría servirme para costear un lugar donde vivir. No quiero seguir ahí, no quiero seguir con ese monstruo.
Vi a Devan ayer en la escuela, ya está mucho mejor y me alegro. De hecho ayer que lo mire me pidió salir con él, me puse más roja que un tomate. Incluso aún sueño con su risa, fue un momento muy vergonzoso... Pero le dije que sí.
Y ahora no sé qué ponerme, ¿Adónde irá a llevarme?
—¿Y si me pongo esto? —le muestro una blusa con estampado de flores a Michelle.
—¿A caso quieres asustarlo? —mueve un monito frente a Daw antes de levantarse—. Tienes que ponerte algo lindo; un vestido —comienza a hurgar en mi ropero. Bufo frustrada y me dejo caer en la cama. Observo a mi hermanito jugar con sus juguetes.