Respírame

14 | Luciérnaga

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Capítulo 14. Luciérnaga.

Maydelinne Hanae.

Entreabro los labios lentamente para poder tomar una bocanada de aire, separo mi cabeza un poco del cuerpo de Devan, sus ojos me miran atentamente. Trago saliva dedicándole una leve sonrisa.

—Cantas muy bien —susurro casi sobre sus labios, vuelvo a recostar mi cabeza en su pecho para seguir bailando. Una de sus manos acaricia mi cintura con suavidad.

Nunca me había sentido tan bien, me siento tan relajada. No me molesta que este tocándome, de hecho me gusta que lo haga. Solo dejo guiarme por él. Llego a sentir que no estamos rodeados de personas, solo nosotros dos, solos.

—Te ves muy linda en ese vestido azul —el susurro en mi oído solo causa que ría por las cosquillas y mueva mi oído lejos de su boca.

—Mi mamá me lo regalo cuando cumplí 15 —digo sin siquiera pensarlo, solo sale de mí con sinceridad. El hecho de que Devan me inspire confianza me aterra. ¿Y si un día se me sale lo que mi tío Joan hace conmigo? Sé con exactitud que no se quedaría tranquilo, ¿Y quién lo haría?

—Pues te queda perfecto —suspiro al sentir su pulgar acariciando mi labio inferior. Subo la mirada de nuevo a sus ojos. Relamo mis labios lentamente topándome con su dedo—. No me tientes así, May.

Bajo mi cabeza sintiendo mi rostro arder, cierro los ojos unos segundos, odio sonrojarme tanto. ¿Por qué hice eso?

—Lo siento —murmuro totalmente avergonzada.

—Vale, no importa —asiento, no quiero verlo con mi rostro ardiendo. Siento como me suelta dejándome totalmente sola en la pista. Lo veo acercarse a la maquina donde escogen la música, muerdo mi labio nerviosa cuando viene de nuevo hacia mí—. Es hora de movernos un poco más.

Sonrío al escuchar This is what you came for, cuando Devan llega toma mi mano y me hace dar una vuelta. Carcajeo y sonrío al ver su sonrisa. Niego divertida al ver sus fabulosos pasos de baile.

—Estás loco —vuelvo a reír ignorando nuestro alrededor. Tira de mí hasta pegar mi espalda a su pecho, no borro la sonrisa de mis labios.

—Enloquece conmigo—pide en un susurro justo en mí oído.

Llevo mi labio inferior a mis dientes, muevo la cadera lentamente a los lados guiándome gracias a la música, cierro mis parpados centrándome.

Dejo de pensar en unos breves minutos, solo me enfoco en moverme junto a Devan, como su cuerpo se amolda completamente bien con el mío. Siento sus manos moverse por mi abdomen con delicadeza, como si estuviese acariciando una copa de cristal y tuviera miedo de romperla. Recargo mi cabeza en su hombro. Estamos bailando lento ignorando la canción, tenemos nuestra propia melodía en nuestras cabezas.

Suelto un pequeño suspiro al sentir sus labios rozar la piel de mi hombro. ¿Qué es lo que Devan causa en mí?

Todo.

Siento que mi piel cosquillea cada vez que me toca, como siento una paz en mi pecho, una paz que hace mucho no sentía.

Sigo meneando las caderas sintiendo como el castaño se pega a mí. Una de mis manos es atrapada por una más grande que la envuelve cálidamente. Miles de fuegos artificiales son disparados en mí estomago sin previo aviso.

Una yo pequeña está bailando dentro de mí.

                    ・゜✩ 。*

Me detengo frente a la puerta café para después darle la espalda. Sonrío mirando sus ojos, entrelazo mis manos, nerviosa.

—Bueno...

—Bueno...—me imita con una sonrisa más grande. Suelto una risita y me sonrojo sin saber que más decir.

—Me encanto pasar un rato contigo —una de sus manos se cuela entre las mías para entrelazarlas. Lo miro entre mis pestañas con las mejillas ardiendo—. Debería repetirse—susurra acercándose lentamente. Mi corazón se acelera a causa de su cercanía. Trago saliva lentamente al verlo acercarse cada vez más. Mi pulso se acelera y comienzan a picarme los labios, como si quisiese que él parara el picor con los suyos. Parpadeo un par de veces cuando deja un pequeño beso en mi labio inferior y se separa—. Buenas noches, Solecito. —susurra en mí oído antes de apartarse e irse.

Tomo una bocanada de aire, sigo mirando por donde se fue Devan.

¿Eso puedo tomarlo como un beso?

Aún en mi mundo de hadas, príncipes y chicos de negro atractivos me encamino a la puerta de las dos pelirrojas. Siento que floto y puedo volar, todo por un pequeño besito en mi labio inferior que se sintió como una caricia. Sonrío como boba reteniendo un grito que quiere salir. Me siento tan alegre que ahora mismo brincaría en la cama.

Toco la puerta color caoba aún con una sonrisita.

—¡Cuéntame todo! —pide Michi en cuanto abro la puerta. Río mientras niego.

—Bien pero déjame entrar.

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Muevo la cabeza un poco al ritmo de la música. Tarareo la canción que se reproduce en mis auriculares. Son las nueve con veinticinco minutos. Hace diez minutos que he salido de la cafetería. El aire fresco vuela mi cabello.

Cuando estos a punto de dar vuelta en una esquina un fuerte brazo se envuelve en mí cintura jalándome hacia la pared más cercana. Reprimo un grito cuando una mano tapa mi boca. Me muevo desesperada hasta que escucho su voz.

—Shh, soy yo, Solecito.

Me alejo un paso de él cuando me suelta. Saco los cascos de mis oídos y lo miro con el ceño fruncido.

—Me has asustado.

—Oh, lo siento—hace una mueca luciendo avergonzado mientras rasca su nuca—. No quise, es solo que quería sorprenderte. Creo que no fue la manera.

Niego despacio.

—Menos en esta calle oscura—paso la mirada por la calle y hago una mueca.

—Ven —toma mi mano y comienza a guiarme por un callejón. Muerdo mi labio para no preguntar adónde vamos—. Sube —indica apuntando una escalera. Aprieto su mano para no caer a causa de la oscuridad. Empujo una puerta de hierro y entrecierro los ojos a causa del pasillo iluminado que se proyecta frente a nosotros—. Por aquí. —continua guiándome hasta abrir otra puerta y entrar a la azotea del edificio.




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