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Capítulo 18. Uno de muchos.
Maydelinne Hanae.
Una carcajada sale de mis labios al ver al castaño caminar sobre un tronco intentando no caer.
No tengo idea de donde estamos, Devan solo comenzó a manejar hasta detenernos en esta calle y decir que quería subir a ese tronco, la calle se encuentra solitaria, podría decir que hasta se ve de película.
Camino un poco hasta estar en medio de la calle, una sonrisa aparece en mis labios mientras estiro mis brazos hacia los lados. Dejo que la brisa vuele mi cabello, siento que estoy volando, soy libre.
Siento unas manos subir por mis brazos hasta entrelazarse con mis dedos, abro los ojos y veo por encima del hombro a Devan.
—Nunca pasan carros por aquí.
—Se ve que es muy tranquilo —bajo mis brazos junto con los suyos.
—Dicen que aquí hay una maldición—volteo a verlo rápidamente un poco asustada—. Hay alguien que... Hace cosquillas —un chillido sale de mi boca al sentir los dedos del chico en mi estómago.
Carcajeando me separo de él como puedo.
—¡No Devan! No me gustan las cosquillas —camino de espaldas viendo cómo se acerca cada vez más—. Por favor.
—El monstro tiene hambre —antes de que pueda asimilarlo corre hacia mí, chillo sin poder evitarlo y corro lejos de él. Las risas abandonan mis labios—. ¡Ven aquí presa jugosa!
—¡No! —miro por encima de mi hombro como sigue detrás de mí, sonrío sin poder evitarlo al ver la sonrisa en su rostro—. No quiero cosquillas—me detengo frente a él con la respiración agitada, medio metro nos separa y no sé si eso me mantiene segura de las cosquillas.
Lo veo elevar una ceja y mover los dedos de sus manos como si estuviese haciendo cosquillas, suelto una risita y me doblo un poco a causa de la risa.
—¡Ven aquí!
—¡No Devan! —vuelvo a correr cuando lo veo más cerca—. ¡Ah! —siento sus manos envolverse en mi cintura para comenzar a mover sus dedos por mi estómago. Una serie de carcajadas y chillidos sale de mis labios. Dejo de tocar el suelo unos minutos, recuesto mi cabeza en el hombro de Devan mientras sigo riendo—, p-por favor, detente.
—¿Palabras mágicas? —pregunta riendo sin soltarme. Las cosquillas de detienen, tomo una bocanada de aire y trago saliva para tranquilizarme.
—No las sé... ¡Devan!
—Esas no son—sigue atacándome con sus cosquillas—. Devan Keller es el más hermoso y sexy del mundo.
—¡Está bien! ¡Está bien, ya! ¡Lo diré! —pataleo un poco para que me baje. En cuanto toco el suelo me alejo de él, muerdo mi labio mirándolo con la respiración agitada—. Devan es el más hermoso y sexy del mundo. —le saco la lengua y acomodo mi cabello despeinado.
Veo mis brazos que aun brillan ya que aquí no está muy iluminado que digamos.
—Que obediente eres—cruzo mis brazos mirándolo como si estuviese enojada—, oh vamos, no te molestes—toma mis mejillas sin hacer mucha presión.
—Pudo haberme dado un ataque, ¿qué habrías hecho?
—Respiración de boca a boca —suelta con una sonrisa en los labios, trato con todas mis fuerzas de no sonrojarme pero termino fracasando.
—No funciona —me suelto de su agarre y me recargo en su auto sin siquiera mirarlo. Claramente no sé si funciona o no pero... Él no tiene que saberlo.
—Bueno, yo hago que funcione —se acerca lentamente a mí.
Relamo mis labios cuando me doy cuenta de que los está viendo, no debería de hacerlo pero últimamente me afecta demasiado su cercanía. Quiero que siempre este tocándome o mirándome. Su simple tacto me estremece, me hace sentir algo nuevo.
Últimamente me siento ansiosa porque me bese, he tenido curiosidad de saber qué es lo que se siente tener sus labios sobre los míos, pero no quiero parecer una desesperada.
La primera vez que me dieron un beso fue antes de la muerte de mi madre, tenía mis 15 años recién cumplidos y había un chico que me llamaba la atención. Nos estábamos conociendo y nos besamos algunas veces pero deje de hablarle cuando ocurrió todo. No le conté a nadie, simplemente solo deje de hablarle a todo el mundo y me cerré.
Y el que ahora tenga a un chico cerca de mí me pone nerviosa, hace mucho que deje de tener acercamientos tan íntimos con una persona.
Con Devan era diferente, me moría porque me besara, y si no lo hacía pronto terminaría haciéndolo yo.
Levanto la mirada cuando está más cerca de mí, siento sus manos colarse por mis muslos para sentarme en el capo del auto y poder estar a su altura, está más cerca.
Enfoco mis ojos en los suyos sin parpadear, nuestras respiraciones se mezclan, su aliento fresco acaricia mis labios. Miles de elefantes corren por mi estómago sin control.
Sus labios acarician los míos y cierro los ojos inconscientemente esperando. Entreabro los labios olvidando todo, me enfoco solo en su respiración y nuestros labios.
—Bésame, bésame hasta que me dejes sin aire.
Murmuro sobre sus labios, abro los ojos al no sentir nada luego de unos segundos.
Lo veo con los ojos cerrados muy cerca pero sin la intensión de besarme, acaricio su labio inferior con los míos y decido tomar la iniciativa. Termino de acercarme hasta tomar sus labios con los míos.
Miles de fuegos artificiales explotan en mi vientre al momento en que corresponde, siento sus brazos envolverse en mi cintura. Lo imito y envuelvo mis brazos en su cuello, acaricio el cabello de su nuca.
El beso es lento, siento cada caricia de sus dedos en mi cintura, siento cada latido de su corazón al estar tan cerca. Meto mis dedos entre las hebras de su cabello sin dejar de besarnos. El tiempo pasa en cámara lenta, mi cuerpo siente cada chispa de electricidad gracias a sus labios.
Luego de unos segundos nos separamos por falta de aire, siento su mano en mi mejilla mientras trato de recuperar el aliento, trago saliva antes de abrir los ojos. La marea de sentimientos en sus ojos hace que se me hinche el corazón.