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Capítulo 19. Inseguridades.
Maydelinne Hanae.
La semana siguiente pasó rápidamente, no sé si sea que con Devan los días se me pasan volando o tal vez así la he sentido yo.
El solo hecho de estar cerca de él mi mundo cambia de gris a azul, me sorprende que su sola presencia pueda cambiar mi ánimo. Aunque no lo he visto toda la semana completa, los pocos días que nos hemos visto se ha portado muy lindo. No puedo decir que no nos hemos besado más porque mentiría. La infinidad de besos después de aquel día ha ido creciendo.
Me encanta tanto que me robe los besos, a veces solo estoy concentrada en alguna cosa y llega él de sorpresa. No tengo la menor idea de que somos pero no quiero poner una simple etiqueta, solo dejare que fluya hasta el punto que tenga que llegar.
Hoy que es sábado se le ha ocurrido a Devan invitarme a comer a mí y a Dawson. A Joan no lo he visto en dos días, casi no me lo topo en el departamento y aunque se me hace raro lo agradezco. No me interesa lo que está haciendo.
Termino de colocar la camisetita del pequeño y sonrío al ver su vestuario. He decidido colocarle una camiseta negra, justo como las que trae Devan a veces. Tomo la pañalera, mi bolso y a Daw antes de salir de la habitación.
Se supone que el chico de ojos azules ya nos espera afuera.
Bajo las escaleras mientras escucho balbucear al pequeño.
—¿Qué tanto hablas, mi amor? —miro de reojo como el pequeño castaño me mira.
—Bababa, mama, mamá, mama—sonrío en grande al escucharlo y beso toda su carita causando su risa.
No hace mucho que dice mamá, la primera vez que lo escuche me puse a llorar, escucharlo llamarme así puede conmigo, tal vez no sea mi hijo pero para mí lo es, es mi pequeño y soy su madre.
—Yo también quiero besito —desvió la mirada de mi hermano para posarla en el castaño, una sonrisa aparece en mis labios mientras camino hacia él. Dawson comienza a inquietarse en mis brazos al ver a Devan, me impresiona de nuevo como le ha agarrado cariño—. Ven aquí, campeón.
Se lo paso con cuidado, sonrío al verlos "platicando". Me da tanta ternura el verlos juntos, Daw nunca ha tenido una figura parterna y que ahora Devan le ponga tanta atención me asusta. No quiero que él se acostumbre a esto, sé que no tengo que ser tan negativa pero tengo idea cuanto pueda durar esto.
Trato de alejar los malos pensamientos y concentrarme en hoy, en lo que hoy tengo para disfrutar.
Siento unos labios sobre mí mejilla que me hace reaccionar, sonrío y abrazo al castaño.
—¿Estabas en tu mundo?
—Algo así —levanto la cabeza para verlo. Sus ojos oceánicos topan con los míos.
—¿Qué se te antoja comer? —dice, comenzamos a caminar. Uno de sus brazos está en mis hombros mientras yo lo rodeo por la cintura.
—¿Hamburguesas?
—Mm, suena bien. Aunque yo pensé que querías besos para comer, esos ya los traigo aquí.
Suelto una risita pero termino sonrojándome un poco.
—Esos los recibo a cualquier hora, Devan.
—Que tentador, besarte a cualquier hora en cualquier lugar.
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Tomo otro trocito de pay y lo llevo a la pequeña boquita de Dawson, que lo come encantado, cuando ya no hay vuelve a abrir la boca para que le dé más. Sonrío y vuelvo a repetir el procedimiento.
Acaricio el cabello de Devan que se encuentra acostado en la manta que tendimos en el césped, su cabeza en mi regazo, a diferencia de nosotros él come un pastel de chocolate oscuro con helado del mismo sabor. Lo he probado anteriormente y es una delicia.
—Pensé que después de la hamburguesa ya no iba a caberle nada y mira; ha comido más pay que yo —río al ver la boquita abierta de mi pequeño hermano. Devan se apresura y le da un poco de pastel con helado.
—Es igual a ti de comelón.
—Oye —reprocho—. Aunque bueno, tienes razón—sonrío.
—Tu hermana es una comelona como tú, sí, sí, sí —lo toma en brazos para continuar platicando con él.
Muchas veces me he preguntado ¿qué sería enamorarse de alguien? Un amor que si sea correspondido, un amor que se tenga tan fuerte que hasta las personas a tu alrededor lo sientan. Un amor con lágrimas, con dolor e incluso con obstáculos. Porque soy una fiel creyente que si no se sufre por amor, no es amor. El amor que sobrepasa todo y sigue intacto; el que a pesar de cada golpe trata de sobrellevar las cosas correctamente.
El amor no es solo amar a una persona, es amar sus demonios, amar sus cambios de ánimo, sus malos momentos, no solo es amarlo físicamente. Es soportar sus arrebatos cuando se moleste, ser fuerte por él cuando lo necesite, amar cada partícula de esa persona.
Amar a una persona no es fácil, y tengo tanto miedo de amar a Devan Keller. Miedo a no poder soportar lo que vendrá, porque sé que vendrán cosas malas tanto como buenas.
No lo conozco del todo, tampoco voy a exigirle que me lo diga, él lo hará, a su tiempo, cuando crea que sea convincente.
Solo espero poder soportar las espinas de la bella rosa.
—¿En qué piensas? —salgo de mis cavilaciones al escuchar el susurro en mí oído, volteo a verlo. Una de sus manos quita un mechón de mi cabello que estorba en mi rostro y lo coloca tras mi oreja.
—En nada y en todo.
—¿Qué es ese nada y ese todo? —tardo un poco en contestar pero solo me encojo de hombros.
—Eran cosas sin importancia.
—A mí me importan, Solecito—me toma de las mejillas para verlo directo a los ojos. De reojo veo jugar al pequeño con una cuchara, relamo mis labios antes de que Devan se acerque más y pegue sus labios con los míos.
El sabor a chocolate invade mi boca, muevo mis labios contra los suyos lentamente. Cada sensación que sufre mi cuerpo es como si él también la sintiera. Tal vez suene raro pero así es como lo siento.