・゜✩ 。*
Maydelinne Hanae.
No, no estaba pensando con la cabeza.
No estaba siendo congruente en este momento, lo único que pasaba por mi mente era Devan haciendo un millón de cosas. Cosas de las cuales me hacen sonrojar mucho de solo acordarme.
¿Cómo se me ocurría pedir tal cosa con mi hermanito a un lado? ¡Estaba loca, Jesús!
Estoy tan avergonzada desde que el castaño me lo recordó, porque no me paso por ninguna neurona.
—Tranquila, yo también me olvido de todo cuando estoy contigo.
—Es tu culpa entonces.
—Claro que no, tú tienes la culpa que quiera hacerte el amor.
Siento mis mejillas volver a calentarse, frunzo mi ceño al ver la sonrisa en su rostro.
—Ya deja de decir eso, Devan —coloco las manos en mis mejillas para poder ocultar el rojo de mi rostro.
—Es muy fácil hacerte sonrojar —ríe.
Eso es tan cierto, el simple hecho de que se me quede mirando causa tanto en mí. No pienso que soy la mujer más bella del mundo, tampoco creo que sea fea, me encuentro normal a mi parecer. Pero cuando él me mira o me dice alguna cosa bonita, siento, que floto, que no toco el suelo. Me hace sentir más hermosa, a gusto con mi cuerpo.
Devan se está convirtiendo en algo muy especial para mí, a veces me digo: no te ilusiones así, las cosas buenas nunca duran. Pero, ¿y si lo que siento es para siempre? ¿Si lo que él siente por mí es verdadero?
El chico está volviéndome loca. ¿Lo estará él también por mí?
・゜✩ 。*
El esperado día al fin ha llegado, he decidido dormir un día más con Devan, envuelta en sus brazos donde me encuentro y siento protegida.
Donde ningunos de mis demonios me toca. Donde sus brazos sirven de barrera, una barrera que me protege, que me mantiene completa y feliz.
Muchas veces he pensado que si no tuviera la vida que tengo, tal vez jamás hubiese conocido a Devan. Y siendo sincera, de solo pensar en eso me duele el alma.
Devan ha llegado como una gota de lluvia en el desierto, a refrescar mi vida, a regar las plantas marchitas. Ha sembrado la esperanza en mi pecho, ha sido quien me ha dado fuerzas cuando creí que las perdía.
Y en este preciso momento puedo asegurar que sin él yo no sería nada.
Sin la gotita de lluvia, nunca hubieran florecido las rosas. Hubiese sido siempre un pedazo de tierra seco y craqueado.
A lo que quiero llegar, es que el chico de ojos azules ha cambiado mi vida para bien. Me atrevería a decir que me ha salvado. ¿Cuántas veces no se me paso por la cabeza hacerme daño? Pero nunca lo hice, porque soy demasiado cobarde para herirme.
El que mi vida haya cambiado para bien, que mejorara con la llegada no solo de Devan, si no de mis amigas, me hace tener más esperanzas para salir del hoyo en el que me encuentro.
La esperanza se mantiene viva, fresca e incrementa con cada bello momento. Quiero dejar de llorar en las noches, de borrar el miedo cada vez que me encuentro en el departamento.
Devan borra cada rastro, cada partícula del asco que les tengo a los hombres. No solo me afecta el maltrato, me afecta lo psicológico que esto conlleva.
—¿Estás lista, solecito?
—Para ti siempre estoy lista.
—Me fascinas.
—Y tú me encantas.
Sonrío casi sobre sus labios antes de besarlo, sus dulces labios me hacen navegar por los 7 mares. Quisiera tanto morder ese labio regordete, que me llama.
—Bien, lo primero que quiero entregarte es esto, sé que es muy simple y todo pero,,, Espero te guste.
Saca su mano izquierda detrás de su espalda, ni siquiera me había dado cuenta que ocultaba algo. Lo primero que alcanzo a ver es una rosa de papel. Sonrío sin poder evitarlo. Aprieto los labios esperando a que diga algo sin interrumpirlo, retuerzo mis dedos, nerviosa.
¿Es normal que tenga ganas de llorar? De felicidad está claro, cada vez que está cerca me entran una ganas de abrazarlo y no soltarlo nunca.
—¿Por qué eres tan lindo? —susurro mirando sus ojos, tomo la rosa de papel. Sonrío más.
—Bueno, no sabría decirte, solo me sale contigo —río al ver como revuelve su cabello nervioso—. Ven, esto aún no termina.
Devan Keller.
Decir que May es hermosa queda muy corto, se ve perfecta con ese vestidito de flores. Valio la pena tener que levantarse temprano para alistar todo. No lo he hecho totalmente solo, sus amigas me han ayudado. A decir verdad Michelle y Steffi fueron de gran ayuda.
Sabía que todo tendría que ser frente al mar, siempre me ha gustado tanto el agua. Se me habían ocurrido tantas cosas, pero no podía hacerlas todas.
Al despertar, la había estado mimando demasiado, tenía pensado venir a la playa y alistar una mesa para poder cenar, pero Michelle dijo que eso estaba demasiado usado. Mi solecito se merecía todo, ahí es donde recordé como me había pedido que le hiciese el amor, esas simples palabras hicieron de mi un revoltijo.
Decidí que yo me encargaría de la playa, iríamos a cenar a un restaurante para después enseñarle una parte de la playa especialmente. Nunca me han gustado las etiquetas, para mí May es mi todo y mi nada. No necesita una etiqueta para saber cuánto la amo, pero iba hacerlo. Sí ella se sentía más cómoda sabiendo que era mi todo, se lo daría.
La rosa tomo parte de mi noche, pero el desvelo no hizo desaparecer la emoción. Tenía un solo objetivo que cumplir: Darle la mejor noche a May.