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Capítulo 31. Tocando el cielo.
Maydeline Hanae.
—¿Ves aquella?
—Parece un corazón.
—Esa de allá parecemos nosotros.
Suelto una risotada y levanto la cabeza para verlo.
—¿Desnudos? —acaricio con la yema de mi pulgar su labio inferior. Una sonrisa pícara aparece en su rostro.
—Como quieras, yo encima, tu encima...
—¡Devan! —me siento cubriendo mis mejillas con las palmas de mis manos sintiéndolas calentarse.
Veo de reojo el mar revolotearse gracias al viento, las olas suenan magnificas desde aquí, es uno de esos momentos magníficos e inolvidables. Justo como en las películas o los libros. Con Devan, todo lo que creí que jamás tendría, que nunca viviría, se está haciendo realidad y de la mejor manera.
—Es la mejor vista que he tenido —volteo a verlo cuando habla, sus brazos se encuentran flexionados tras su cabeza mientras mira mi cuerpo descubierto. Tomo rápidamente la sabana para poder cubrirme, avergonzada.
Lo miro fijamente sin decir nada, me ha visto antes, sé que no sirve de nada que me cubra, pero sigue afectándome un poco.
—Eres un pervertido.
—Mierda que sí —sonrío por su sinceridad y me acurruco a su lado para seguir viendo las estrellas—. ¿Te imaginas si a alguien se le ocurriera venir a la playa a esta hora?
—Me envuelvo en la sábana y te dejo a ti sin nada —sonrío mordiendo mi labio inferior. Su risa no se hace esperar, su rostro se ilumina cada vez que sonríe. Me encanta, simplemente este chico me encanta, me tiene loca.
—¿Me dejarías? —envuelve sus brazos en mi cintura acercándome más a él.
—Sabes que no puedo hacerlo, te adoro.
—Te quiero. Sí, te quiero por muchas cosas, porque nada se acerca a lo que siento por ti. Nos podría separar un mar entero, pero nunca dejaría de sentir esto, nadaría hacia ti, May. Es más fuerte que las propias olas del mar. Soy un maldito egoísta por saber que no soy lo que te mereces...
—No lo eres, Devan...
—Lo soy, lo soy May —cierro los ojos al sentir sus nudillos acariciando mi mejilla—. Hay tantas cosas que no sabes.
Escondo mi rostro en su pecho sin tener el valor de escucharlo, prefiero quedarme pegada a él sin saber nada. Caminar a ciegas de su mano se me hace la mejor opción, como él hace conmigo.
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—Me encanto este cumpleaños.
—¿A sí, señorita legal?
Sonrío deteniéndonos frente a mi departamento, envuelvo los brazos alrededor de su cuello.
—Sí, mucho, me ha encantado —beso sus labios lentamente tratando de memorizar hasta el sabor de ellos.
—Entonces deberíamos repetirlo muchas veces —sus dientes atrapan uno de mis labios antes de apartarse. Sonrío estando de acuerdo—. Paso mañana temprano por ti, ahora ve por Dawson. Creo que ya te robe mucho por hoy —vuelve a pegar nuestros labios.
Nuestras despedidas siempre suelen ser largas y me fascina eso.
Me encanta como en cada beso dejamos nuestro corazón, el alma entera. Nos besamos como si no hubiese un mañana, como si no nos volviéramos a ver.
No puedo evitar enamorarme de él, cada vez que estoy en sus brazos es como si estuviese tocando el cielo, entregarme a él fue la mejor decisión que he tomado.
He escuchado muchas veces que el amor es capaz de soportar cualquier cosa si es muy fuerte. A veces me pregunto si podrá soportar lo que tengo guardado, cada vez que veo a Devan mi pecho se encoge con ganas de decirle a gritos todo. Él ha sido sincero conmigo, ¿por qué no puedo hacerlo yo?
Sincerarme con él tal vez no sea tan malo como me lo imagino, miles de veces he pensado en cómo se lo diré, ¿y si se le ocurre golpear a Joan? No quiero que le pase nada por mi culpa. También he pensado que mi secreto seria como una prueba de nuestro amor. Si nuestro amor todo lo puede, no habrá fuerza sobre la tierra que lo destruya.
Después de que Devan se fuera, fui a la casa de Michelle para recoger a Daw, no me esperaba que me tuviesen preparado un pastel de mi sabor favorito. La señora Anisa siempre se ha portado conmigo con tanto cariño, es como una abuela para mí, sin exagerar. Nunca llegue a contarle lo que me ocurría, nunca he podido decírselo a nadie.
Hoy 20 de octubre, puedo decir oficialmente que soy mayor de edad, capaz de irme de aquel departamento que solo me causa pesadillas y aflicciones. Que he tenido el mejor cumpleaños en años, que es un buen día para mí y espero nunca despertar de este sueño.
He hecho el amor con Devan y me siento en una nube, tocando el cielo. Sé cómo se siente ser tratada con ternura y dulzura a la vez. Como el chico de ojos azules con simples susurros en mi oído me hacía derretir mientras me daba todo de él. Mientras me amaba y me llevaba al cielo, me sentía la mujer más querida del universo. Si no estaba enamorada ya de él, justo ahora lo estuviera.
Devan ha llegado a mi vida para cambiarla, cambiarla para mejor, para ser de ella una vida que si valga la pena vivir. No digo que mi vida no valga la pena vivirla, solo que no así. No con esos tratos, no con esas personas toxicas que me rodean, no ahí. En ese departamento donde no quisiera entrar nunca más.
Por eso he decidido algo por mi sola, después de meditarlo tanto, porque lo he meditado bastante. Me he decidido por mudarme, comenzar una vida mejor, sin golpes ni maltratos.
Me mantengo parada en medio de la sala contemplando cada pequeño lugar del departamento, cada lugar lleno de malos recuerdos. Porque cuando yo salga de aquí, me juro no volver.
Lo único que tengo que hacer es buscar un departamento donde poder vivir, he buscado unos en internet. Algunos muy accesibles, seleccione varios, tal vez el día de mañana voy a verlos. Pediré unas cuantas horas en el trabajo para poder ir a buscar el indicado.
Tomo en brazos a Dawson que muerde desesperado su pequeña mordedora azul.