Respírame

32 | Melancolía

  ・゜✩ 。*

Capítulo 32. Melancolía.

Maydelinne Hanae.

No sé realmente como se siente esto, no puedo describir como me siento en realidad.

Con cada respirar siento el corazón más chiquito y se me hace tan raro no haber tenido un ataque de asma con este dolor en mi pecho.

Las mismas preguntas atacan mi cabeza como pequeños pinchos logrando que duela, intento buscarle alguna justificación pero no la encuentro. Mucho menos cuando me ha visto y ni siquiera ha venido a mí para darme una buena excusa. Para creérsela.

Me duele más el hecho de que no venga para aclarar las cosas, ¿acaso no le importa lo que yo piense? ¿No le interesa qué este llorando por la estupidez que hizo? No llevamos ni una semana de ser oficialmente novios... Y ya me ha roto el corazón.

Tapo mi boca cuando un pequeño sollozo sale de mis labios. No quisiera despertar a Daw con mi tonto llanto. Abrazo más la almohada contra mi pecho. Hace un rato que escuche la puerta de la entrada y algunos pasos desequilibrados, Joan llego hace unos minutos pero no me preocupo mucho, he cerrado la puerta con pestillo.

Aun así, no me fio de lo que esté haciendo afuera, tal vez fue a acostarse y ya, pero mi mente no deja de crear escenas retorcidas.

Acaricio la mejilla de mi pequeño hermano, delicadamente. Lo único que me queda realmente verdadero es él, aparte de Steffi, Michelle y Anisa.

He planeado estratégicamente lo que haré, tengo un poco de dinero para alquilar un departamento ya amueblado. Sé que quería lo mejor para Dawson, pero por ahorita es para lo único que me alcanza. Lo que me mantiene mejor es el saber que pronto estaremos lejos de las garras de aquel monstruo. Pronto podre decir que soy libre.

Aun no sé qué haré con algunas cosas, como por ejemplo, ¿Quién me ayudara a cuidar a Dawson?

Pero para mí sería lo de menos, las cosas se arreglan poco a poco, podría dejarlo en alguna guardería, no sería la primera vez que alguien que no sea yo, lo cuida. Seremos solo nosotros dos.

También había pensado en mudarnos a otra ciudad, esta idea surgió entre la madrugada, ¿quién me afirma que Joan no va molestarnos? ¿Qué no va buscarnos? Existen varios miedos, pero si no logro hacerlo ahora, no voy a poder irme nunca.

Con todo el dolor de mi corazón, me iré sin avisar, como si no hubiese estado aquí nunca, voy a desaparecer como el humo entre el viento, como las lágrimas en la piel, como... como mi madre se fue sin despedirse.

Por más que duela, tengo que se fuerte, por Dawson, por mí. Por la ausencia de mis padres, porque siempre he podido sola y eso no va cambiar. Porque sé que haré y ninguna lagrima me lo va impedir.

Escucho un fuerte golpe en la puerta pero no me muevo, me mantengo refundida en las sabanas, como si cualquier movimiento pudiera confirmarle que estoy despierta.

—Maydelinne, sal ahora mismo.

Su voz no suena atropellada ni nada por el estilo, pero solo eso me hace aterrarme, esta drogado. Acerco el pequeño cuerpo de mi hermano y cierro los ojos esperando que se canse, que se largue y me deje en paz.

—Abre la maldita puerta, zorra—pego un pequeño salto por la patada que le da a la puerta. Cierro los ojos con fuerza y comienzo a contar hasta 100. Mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar todo lo que susurra tras la puerta, todas las asquerosidades que quiere hacerme. Tapo mis oídos con mis manos rogando que se vaya, que me deje de una vez por todas, que no soy suya como él afirma.

Joan tiene un grave problema, con el alcohol, con las drogas y conmigo.

Dejo que golpee la puerta como un maniático hasta que se cansa, hasta que por fin me deja un poco de paz, cierro los ojos tratando de dormir un poco. Pero no puedo, Devan aparece en mis sueños con las manos ensangrentadas. Con la mirada más fría que me ha dado y el rostro serio. No puedo hacer esto, no puedo salir de una vida de golpes para entrar a otra que ni siquiera sé lo que me espera. Si bien Devan nunca me ha puesto una mano encima, no sé si llegaría a hacerlo. No sé si sería capaz.

Debo dejar de comerme la cabeza con este tema.

                     ・゜✩ 。*

—Por favor, solo cuídalo un par de horas, vendré rápido.

—Dime por favor que no vas a ir a buscar a Devan, May —toma a Daw en brazos mirándome completamente seria. ¿Buscarlo? Me ha pasado tantas veces por la cabeza.

Niego antes de contestar: —No, no voy a buscarlo y no creo hacerlo.

—¿No quieres qué te acompañe? —se ofrece. Niego rápidamente.

—No Michelle, voy a estar bien, solo haré un par de cosas y vuelvo. Por favor, solo cuida de Dawson —me acerco al rostro de mi pequeño y beso todo su rostro haciéndolo reír.

Por una extraña razón cada vez que escucho reír a Dawson me entra una nostalgia terrible, las ganas de llorar me inundan y no sé la razón. Me encanta lo ajeno que es a lo que pasa en nuestras vidas.

Porque es un bebé.

—Ve mi cielo, nosotras cuidamos aquí a Dawson —sonrío al escuchar a Anisa, mi bebé recibe la galleta que le da la pelirroja mayor, gustoso.

No sé qué haría sin esta señora, se ha vuelto un pilar en mi vida. Me atrevería a decir que he llegado a verla como a una madre.

—Gracias.

Y con eso salgo del edificio para dirigirme hacia la otra punta de la ciudad para ver unos departamentos, si no lo hacía hoy, no sabría que otro día hacerlo.

Mientras camino por las calles los recuerdos no me dejan, no dejan de torturarme de taladrarme la cabeza. Acomodo mejor mi suéter alrededor de mi cuerpo. El frío comienza a hacer sus apariciones, algo que me encanta ya que prefiero mil veces que haga frío al calor infernal. Solo espero a que llegue el día en que empiece a nevar, sé que a Dawson va encantarle tanto.

Tomo un taxi para poder llegar hacia el lugar donde viviré próximamente, el barrio no es malo pero tampoco puedo decir que es lo mejor del mundo. Me queda muy lejos de la escuela y de mi trabajo, aunque lo más probable es que la deje, hay muchas cosas que no se pueden mantener toda la vida, no va alcanzarme trabajar solo medio turno. Tal vez después, cuando todo se calme y tenga dinero ahorrado, pueda volver.




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