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Capítulo 34. Incondicionalmente.
Maydelinne Hanae.
Pero yo quería saber, ¿por qué era un delincuente? ¿Por qué robaba, mataba y lastimaba sin sentir siquiera un poco de remordimiento?
Y sin poder evitarlo una pregunta paso por mi mente, una que no me dejaría dormir en días, que no me dejaría descansar.
¿Y si Devan era igual a Joan?
Es que no podía ser, había una larga línea entre mi tío y el chico de ojos azules.
—Cuéntame todo, por favor... —levante la cabeza para poder observarlo. Sus ojos se hallaban cristalizados.
Lo veo pelear con él mismo, sus ojos, ojos azules como si el cielo estuviese en su mirada, se debaten entre sí.
—Somos una camarilla de delincuentes, robamos, asaltamos bancos, restaurantes, tiendas. Saqueamos las mejores casas, no voy a mentirte más —niega—, he vendido droga, he matado a personas que se lo merecen, tengo tratos con algunos traficantes.
No sé cómo sentirme en realidad, el shock no me permite llorar, no me permite desahogarme como quiero.
—Basta, basta, ya —pequeñas lagrimas se deslizan por mis mejillas, pego mi frente a su pecho, el olor a él llega a mis fosas nasales.
Me permito disfrutarlo, memorizarlo si es posible. Porque no sé qué es lo que pasara después.
Estoy tan harta de llorar, porque no arreglan absolutamente nada. Solo mojan tus mejillas y aunque no quiera verlo así, te hacen ver débil. Todo mundo tiene derecho a llorar, a desahogarse como quiera, pero para mí que lo único que he hecho desde que murió mi madre, es llorar.
—Estoy siéndote sincero May, es lo que querías y es lo que estoy haciendo.
—¿Por qué? ¿Por qué haces esto?
Siento como se encoge de hombros.
—Supongo que por el dinero fácil, estaba desesperado cuando comencé, mis hermanos y yo nos moríamos de hambre, necesitaba dinero —veo su rostro atentamente en busca de algo que me confirme lo que dice, lo que sale de sus labios. Pero no hay nada, está completamente serio—. No pude dejarlo ya, no solamente porque dicen que de eso no sales si no es muerto. Porque comenzó a gustarme, ganas cantidades de dinero solo por hacer un simple trabajo. En ningún lado te dan tanto dinero por solo llevar unos paquetes al lugar destinado.
—Pero eso no está bien, Devan.
—¿Y dime que lo está ahora? Lo tengo muy claro, Solecito. Y esa es una de las razones por las que no quería meterte en esto, me da miedo que algo te pase, pero al mismo tiempo soy un egoísta de mierda por no quererme separar de ti.
—Has matado personas.
—Ninguna inocente, May Sé que no hago bien pero es parte de mí, es normal en mi vida ya. Sé que tal vez estás pensando muchas cosas malas de mí. Pero óyeme bien solecito, nunca te lastimaría... No estando consciente.
Sus ojos trasmiten tanta sinceridad, tanta que me es difícil no creerle. ¿Pero qué hago? No me encuentro completamente lista para contarle lo que me pasa a mí. Es como si algo me lo impidiera, ¿el miedo? El miedo a que me mire con otros ojos, que le de asco tocarme, me aterra que me deje cuando le cuente todo.
Pero algo si tengo claro, si no me acepta con mis demonios, no me quiere tanto como yo lo hago.
Porque aun después de escuchar todo, de saber que sus manos se encuentran manchadas, mi amor por él no puede cambiar de un segundo a otro. Porque entonces no sería sincero, no estaría amándolo con el corazón, con todo lo que soy.
Porque lo amo con cada pedazo de mi corazón.
—Te creo.
Mis ojos se topan con los suyos, parpadeo varias veces para aligerar el ardor que siento en ellos. Sus manos toman mis mejillas con una delicadeza que me derrite, que me envía a algún lugar sin retorno, me hace olvidar hasta donde estoy parada.
Son increíble las emociones que me hace sentir, puedo estar llorando un segundo y al otro besarlo de felicidad. Soy toda una bipolar cuando se trata de él.
—No puedo dejarte, May. Aunque me lo pidas no puedo.
Muerdo mi labio inferior sin dejar de ver sus ojos, no puedo dejar de verlo. Tomo una bocanada de aire antes de volver a hablar.
—No quiero que me dejes, no quiero.
Tal vez era una estúpida por no terminar cualquier lazo con Devan, ¿Quién querría entrar en una vida de más preocupaciones? Donde no sabría si él podía salir herido o al revés. Donde yo podría ser la afectada. Donde sería cómplice por no decir nada y quedarme callada.
—No voy a dejarte, eso tenlo por seguro, solecito.
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Cuando llego al departamento con Dawson en brazos y algunas cosas que pude traerme, no puedo esconder la sonrisa de felicidad. Es un sueño hecho realidad, no planeaba llevarme nada del antiguo departamento. Solo lo que me pertenecía. He decidido comprarle otra cuna al pequeño. Porque merecemos empezar desde cero, sin problemas... Sin golpes.
No me aguante el contarle a Devan, sé que dije que no lo haría pero si las cosas con él se habían resuelto ¿por qué no? Lo necesito como el aire que respiro. Como si fuese una gota de agua en el desierto.
Por otra parte, me dolía el hecho de que no vería a Michelle y Anisa a diario. Era una costumbre verlas a diario.
Aun no sabía si iba a dejar la escuela, cuando le conté al chico de ojos azules, se negó, al principio dijo que estaba cometiendo una estupidez. Cuando se calmó volvió a hablarme del tema, dijo que estaba en todo mi derecho porque era mi vida, que no faltaba mucho para terminar mi primer año pero que lo entendía más no estaba de acuerdo. Se ofreció a ir por mí todos los días, ¿Cómo no quiere que me siga enamorando de él si hace ese tipo de cosas? Sale con cada cosa de su cabeza, que termino amándolo más.
—¿No te gustaría vivir conmigo? —acaricio sus manos mientras miramos el cielo desde el balcón—. Dijiste que ibas a buscar un departamento.