44. Justicia ilegal.
Devan Keller.
Mantengo la mirada justo en el rostro pacifico de May, el reloj marca las 2 de la mañana. Me encuentro con ropa cómoda y de color negro, mi capucha habitual se encuentra en mi cabeza; entre las penumbras de la habitación repasó las cosas de nuevo, mis pensamientos. Es algo que llevo tiempo planeando y es más que obvio que no iba a pasar por alto lo que ha sufrido mi sol, los maltratos que ha tenido que aguantar de parte de su tío. Y si penso que me quedaría en paz dejándolo solo tras las rejas, esta equivocado. Me conoció aquella vez que lo interceptamos para llevarlo ante la policía, pero eso solo fue una pieza del juego. Un movimiento que debía hacerse para que supiera lo que le hacen a los violadores en las cárceles.
Ahora viene la mía, el final del juego.
He notado que May siempre mira hacia todas partes, como si tuviese miedo, como si estuviera esperando recibir la noticia de que su tío ha escapado y no me gusta verla así. Me hierve la sangre de solo pensar que ese imbécil pueda volverle a poner un dedo encima, necesito deshacerme de él.
El último favor que le pedí a Andrew fue este, espero a que pasen unos minutos más contemplando el sueño de mi sol, acaricio su mejilla antes de levantarme con cuidado y tomar mi mochila para colocarmela. Esto trae tantos recuerdos en mi, las noches que salía con la banda a robar, algo que le prometí a May no volver a hacer; y no lo haré, no volveré a lo mismo. Esta es la última vez que mis manos se manchan de sangre, pero será por una buena causa.
Salgo de la habitación para dirigirme a la de los niños, se encuentran durmiendo, sonrió al ver como mi pequeña hermana abraza a Dawson, el más pequeño tiene su propia cama pero ha estado durmiendo con mis hermanos porque le da un poco de miedo aún. Cierro la puerta con cuidado.
Mientras voy saliendo mi mente se llena de las cosas más oscuras que pueda pensar, en todo lo que le haré al desgraciado. Nunca se me ha dado torturar a la gente, solo hago lo necesario pero se lo merece tanto que seré yo quien lo haga sufrir, todo lo que hizo sufrir a mi sol va pagarlo el doble. Al salir visualizo el auto de Zed aparcado justo en frente, entro sin decir una palabra. Esta noche es mi compañero de delito, nos dirigimos hacia una casa abandonada a las afueras de la ciudad, Andrew se ha encargado de planearlo todo por mi. Se le dan más estas cosas, además el imbécil le debía dinero, Andrew encantado con que lo desaparezca.
—Ella no lo sabe, ¿cierto?
—No.
Mi mirada se encuentra en la ventana, muerdo mi labio inferior concentrado en mi mente. Veo por el rabillo del ojo como mi amigo asiente, el camino es silenciosos hasta que llegamos al lugar acordado. Tomo una bocanada de aire antes de salir del auto con Zed siguiéndome los pasos, el lugar se encuentra en penumbras, entre todos los árboles y maleza se encuentra una pequeña casa destruida, aquí es donde la mayoría de las veces traen a los tipos que Andrew tortura, aunque no todo el tiempo él hace el trabajo sucio le gusta sacar el estrés por medio de eso, nada sano a decir verdad pero él sabrá lidiar con eso.
Mi capucha sigue en su lugar mientras me introduzco por lo que parece la puerta que más bien serian solo paredes levantadas sin ningún tipo de forma, ahí dentro se encuentran ya 3 tipos junto con Andrew, en medio de ellos, amarrado a una silla y con la cabeza gacha esta la persona que ni siquiera debería de ser llamado de ese modo, la escoria parece que se encuentra inconsciente, y también que empezaron la fiesta sin nosotros... pero seré yo quien la termine.
Quito la mochila de mis hombros para dejarla en una esquina, mi vista enfocada en ese imbécil, aprieto las manos a mis costados mientras mi mandíbula se aprieta y es que me entra una molestia tan grande, de solo imaginar todo lo que le hizo a mi sol, de lo que tuvo que sufrir y callar por este malnacido. No merece la vida, ni quiera que haya estado sufriendo en la cárcel, porque ha de ser duro lo que ha vivido en aquel lugar. Para que sepa lo que mi vida sufrió, como se sentía por sus abusos.
De solo pensarlo me encantaría romperle la cara de nuevo, me hierve la sangre ¡Joder! Pero esta vez no solo voy a romperle la cara, está vez voy a acabar con su asquerosa vida, porque no la merece, solo esta ocupando oxígeno que tal vez otra persona pueda tener.
Los demás quedan a mi alrededor cuando me coloco frente a la silla, sin medir mi fuerza tomo un mechón de su cabello y lo jalo hacia atrás para verle la maldita cara, su rostro se encuentra lleno de sangre pero sorpresivamente tiene los ojos abiertos, demasiado despierto se ve de hecho.
—Le suministre una droga para que se mantuviera despierto, tiene que sentir cada golpe —la voz de Andrew no se hace esperar al ver mi cara confundida, no falta voltear a verlo para saber que esta sonriendo solo como él sabe hacerlo.
Siempre pensando en todo.
Mis dientes hacen un pequeño chirrido cuando aprieto la mandíbula y el primer golpe en su rostro llega seguido de varios más. Tampoco quiero lastimarme tanto los nudillos, no quiero que May sé de cuenta, no aún porque sí planeo decírselo.
—Y-ya acaba conmig...
—Cierra la maldita boca —lo cayo con otro golpe justo en su nariz. Mi respiración es agitada luego de unos minutos, no quiero ni escuchar su asquerosa voz—. No mereces seguir respirando, te vas a pudrir en el infierno.—lo tomo de la camisa sin dejar de golpearlo.
Me separo un poco para poder respirar, trago saliva mientras tomo pequeñas bocanadas de aire, mi pecho sube y baja. Una pequeña capa de sudor me cubre y estoy tan exaltado que podría meterle una bala entre ceja y ceja ahora mismo. Pero no lo haré, esa es una forma rápida de morir, no se la merece.
—E-ntonces te veo en el inf-fierno.