45. Tengo todo.
Las luces se encuentran apagadas, mi cuerpo está hecho un ovillo en la mullida cama. Apenas se distingue el amanecer detrás de aquellas sucias cortinas, los ojos se me vuelven a llenar de lágrimas y una a una corre por mis mejillas. El corazón lo siento presionado contra el pecho, mi cabello es un desastre y no sé ni que día es.
Me encuentro en mi propio limbo, no quiero seguir llorando pero es algo que no puedo controlar, mis ojos se llenan de lágrimas y solo sucede. Salen sin pedir siquiera un permiso, son libres de expandirse junto con mi dolor... La extraño tanto, extraño sus palabras, sus abrazos, sus consejos.
Un débil sollozo sale de mis labios y atraigo mi almohada a mi cuerpo, abrazándola lo más que puedo.
Hace una semana exactamente mi madre falleció, me hace tanta falta, su olor aún está impregnado en la habitación, en su cama, sus sábanas y sus almohadas. Es tan irreal, como de un momento a otro alguien se va para no regresar, alguien sano y fuerte como yo veía a mi madre... y aunque ya no se encuentre conmigo la sigo pensando.
Mi mamá tuvo un aborto espontáneo, no saben cómo es que pudo suceder, ella dijo que se había caído mientras limpiaba el departamento, pero no le creo. Hay algo que no me cae aún, yo estaba en la escuela y cuando me enteré ella ya estaba en el hospital, me lo dijo nuestra vecina, si ella no me hubiese informado estoy segura de que no me enteraba nunca.
Mi tío no se presentó al hospital hasta el tercer día, mi hermanito ya había nacido y mi mamá seguía muy mal, no podía ver a ninguno de los dos porque era menor de edad. Me la pasaba llorando en la sala de espera, incluso algunas personas se acercaban a preguntarme si estaba bien o si tenía hambre. Fue una semana en la que no quería ver a nadie más que a mi mamá.
Joan mi tío, solo había entrado a ver a mamá 2 veces, salía molesto y se iba sin decirme como estaba ella o si necesitaba algo, me frustraba bastante. Dos días después me dijeron que mi madre había sufrido un parocardiaco, quería morir yo con ella...
Quería tantas cosas que me pasaron por la cabeza, ¿qué iba a hacer ahora? Ella era mi todo, lo único que me quedaba en la vida, no sabía como iba a sobrevivir sin su presencia. Ni siquiera dejaron que la viera, Joan organizó el papeleo a regañadientes y mi pequeño hermano se quedó en el hospital, aún era muy pequeño para salir, sin avisar mi tío había decidido dejarlo ahí. No reclamarlo, pero le rogué tanto que al final aceptó, yo tenía que cuidarlo, tenía que aprender a hacerlo para cuando nos lo entregaran.
Recuerdo haber estado viendo vídeos por una semana entera, como es que debía cargarlo, como debía cambiarle los pañales e incluso la vecina de a un lado se ofreció a cuidarlo cuando yo fuera a la escuela. Porque yo realmente ya me había rehusado a dejarla para poder hacerme cargo de mi pequeño hermano, es un recién nacido que ocupaba muchos cuidados y atenciones. Y ella muy amablemente se ofreció a dárselos.
Daw había nacido prematuro según los doctores y aunque yo no entendía del todo en ese entonces, según mis cuentas no tendría porque ser prematuro, pero por esa razón no podía llevármelo. Mi madre tenía una relación con un hombre que llegue a conocer un poco, me gustaba verla feliz, salíamos como si fuéramos una familia y eso me gustaba; tres meses después de que él desapareciera sin dejar rastro o al menos eso había dicho mamá, me confesó que estaba embarazada, al principio me sorprendió porque por una parte jamás pensé en tener un hermano.
Mantengo mis rodillas alrededor de mi cuerpo mientras sigo mirando como el sol desaparece detrás de una pequeña montaña, los pensamientos y escenarios de lo que tuve que pasar aún retumban en mi cabeza, lo que pensé que ya era un desastre se volvió un infierno, las miradas que me daba Joan se volvieron incómodas al principio pero eso fue subiendo de nivel hasta llegar al abuso, al maltrato al que me tenía sometida y ahora... después de unos años de asimilar las cosas, de saber que tal vez el maldito se está pudriendo en el infierno; no puedo seguir con este rencor, no es bueno para mí.
Es momento de dejar ir lo malo, de dejarlo en el pasado como una mal experiencia vivida que ya he logrado superar, ahora tengo todo lo que siempre quise. Alguien que me ama como soy, que me quiere después de lo que he pasado, a mi pequeño hermano y una familia con amigos alrededor que sé que no me dejarían sola.
Tal vez la May de hace dos años aún lloraría en las noches, aún se preguntaría porque le pasaban aquellas atrocidades, pero hoy... la May madura que ha ido con su psicóloga por un año entero, está May está conforme con su pasado. No puedo decir que sí volviera a nacer esperaría lo mismo, sino que de alguna u otra manera aquello me hizo mucho más fuerte. Aquello que alguna vez dolió me ha convertido en lo que soy ahora y tampoco es malo recordarlo, como es que mi madre me dejó sola sin quererlo, dejándome con un monstruo. Es mí pasado, una parte de mí y ahora que lo tengo todo no voy a perderlo, es mío y me pertenece.
—¿Qué tanto piensas?
—Nada, creo que a veces mi cabeza se va a otra galaxia—sonrío antes de voltear hacia la Michi rubia, sus ojos verdes se acentúan aún más con su nuevo color de cabello.
—Yo necesito tu cabeza no solo tu cuerpo, así que aterriza tu cohete y vamos que el sol ya se está ocultando.
Suspiro hondo para inhalar por última vez el aire puro y fresco del campo, me levanto de la manta para ayudar a mi amiga a recoger todo mientras veo de reojo como los niños juntan sus juguetes cuando Devan se los ordena. Mi pequeño Daw abraza sus juguetes como siempre mientras se queda esperando a que mi chico de ojos azules termine lo que hace para poder cargarlo. Con una sonrisa en mi rostro terminamos de guardar todo en los autos.