Respírame

EXTRA NAVIDEÑO

DEVAN.

Termino de colocar los regalos debajo del árbol, cada uno de ellos tiene el nombre de los niños, May fue muy minuciosa a la hora de escogerlos, le emocionaba demasiado ya que esta sería la primer navidad de Nicole y quería que fuera especial aunque la bebé ni siquiera supiera que es lo que estaba pasando. Los regalos tenían diferentes envolturas navideñas y llamativas con sus respectivos moños, todo hacia contraste a colores navideños. Las galletas y el vaso de leche se encontraba en una esquina esperando a que santa lo degustará, siendo sincero todo me parecía una mierda, le dejaban comida a alguien que nunca iba a aparecer y aparte le daban los créditos de los regalos que los padres compraban, aunque es cierto que nunca tuve una buena navidad hasta que estuve con mi sol; tampoco quería arruinar la navidad de los niños que aunque mis hermanos ya sabían que santa no existía aún quedaba Dawson y Nicole.

Y molería a golpes a la persona que le dijera a mi princesa que el tal santa no existía, sí cuando ella tuviera más conciencia le gustaba o le hacía ilusión creer que existía un santa que le traía regalos, cuidaría su inocencia y su niñez. Cada vez que miraba como la chica que ojos azules alimentaba a nuestra hija no podía creer que ambas fueran mías y no hablaba de posesividad. Era más que eso, algo más grande.

Observo el plato con galletas y tomo una llevándomela a la boca.

—No podemos desperdiciar —el sabor a chocolate llena mi paladar y hago una mueca, nunca me ha gustado el chocolate con leche, solo me las como para que los niños no piensen que su santa ha sido maleducado. Tomo otra galleta de vainilla y le doy un mordisco—, esta está mejor.

—¿Qué estás haciendo?

—Haciendo lo que me pediste. —me bebo la leche calientita de un trago.

Escucho los pasos de la castaña detrás de mí, giro con el plato de galletas en la mano, la bata de dormir cubre su cuerpo hasta los muslos y aunque suene pervertido estoy seguro de que debajo no hay nada, solo se ha puesto la bata para venir a ver porque diablos tardaba tanto y es que acomodar los regalos no es cosa de unos segundos. Debe de encajar perfectamente para que se mirara bien, entre los más grandes y los más chicos, todo eso lo aprendí en mis años de delincuente.

De algo debía de servir.

—Pero te dije que podías regresar las galletas al tarro y la leche al cartón, los niños no se van a dar cuenta.

—No escuche eso —susurro llevando la última galleta a mi boca—, tal vez me ha dado un poco de hambre. —hablo con la boca llena dejando el plato sin galletas en su lugar, me acerco lentamente a mi sol para envolverla en mis brazos, hace frío y no puedo creer que haya salido así.

—¿Quieres qué te prepare algo de comer?

—No. Solo me comí las galletas para que vivieran toda la emoción completa, tal parece que desde hace unos años soy Santa Claus.

—Ay amor —ríe envolviendo sus brazos en mi cuello—, todavía te quedan muchos años como Santa Claus para Nicole.

—Ni que lo digas, yo por ella soy hasta los reyes magos.

Caminamos sin soltarnos hasta nuestra habitación no sin antes pasar a la de mi solecito más chiquito para supervisar que todo estuviera en orden. Mis hermanos se encontraban en la adolescencia, sentía que habían pasado años desde que eran unos niños, cada uno tenía su habitación propia, hasta Dawson que tenía nueve años había pedido dormir solo hace apenas unos meses. Agradecía que hoy en día tuviéramos una buena casa donde vivir, estabilidad económica y mental. Los negocios con Roger en nuestra empresa cada día daban más frutos, al principio aunque nos costó levantarnos supimos mantenerla en una buena posición. No voy a mentir que Andrew llego a ayudar económicamente sin ningún tipo de beneficio, sabía que lo hacía por mí, porque me miraba como a un hermano y aunque al principio llegue a trabajar en su empresa después de salirme de los trabajos turbios como solía llamarlos Zeb, Drew entendió cuando quise desligarme de todo su mundo, aunque estuviera en su empresa que se encontraba limpia había algo que me decía que yo tenía que tener algo propio y cuando Roger me lo propuso no pude decirle que no.

Ahora le daba una buena vida a mi familia y todo era con dinero limpio, sin peligro y con May tranquila. Lo hice por ella y mis hermanos, no se merecían la mortificación de que un día no llegara a casa a salvo o terminara tras las rejas, ellos se merecían algo mejor, si sol lo merecía y se lo di. Ahora tenía que ver crecer a mi princesa, cuidarla y velar sus sueños.

—¿En qué tanto piensas? —siento sus caricias en mi cabello, cierro los ojos y escondo mi rostro en su cuello acostados en la cama.

—En que ya quiero que amanezca para que mi solecito habrá los regalos y se emocione.

—Aun es pequeña Devan, no creo que sepa que es lo que abre.

—Bueno, aunque sea aún podemos comprarle lo que nosotros queramos y no lo que ella pida. Después va pedir casita de muñecas. —su cuerpo se agita debido a su risa—. Mañana necesitas hacer el rico pastel de chocolate oscuro.

—Hay muchas cosas que debemos hacer mañana y vas a ayudarme, tendremos casa llena acuérdate.

—Mierda. Mejor quedémonos todo el día acostados así. —la pego más a mi si eso se puede sintiendo sus pechos pegados al mío.

—No podemos, es su primer año Devan.

Susurra con un deje de reproche, aunque lo he dicho jugando me encanta cuando se molesta.

—Lo sé lo sé, debe de ser especial. Iré a comprar lo que falta temprano, cálmate fiera. Mantén tus garras guardadas.

Entre la oscuridad siento un golpe en el hombro, sonrío sobre la piel de su cuello con burla.

—Ya mejor duérmete.

Una carcajada sale de mis labios y decido dormir de una vez, tiene razón, el día de mañana será un día movido y tampoco quiero que nos agarren las prisas a última hora, todo debe de estar listo para antes de medianoche.




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