Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 51.
Tu última misión
Aquel era el recuerdo de una tarde soleada de verano en Hawkins, Indiana que en realidad nunca ocurrió, o al menos no exactamente de esa forma. Will Byers y sus amigos jugaban al baseball en el campo de la escuela, que en esos momentos permanecía cerrada por las vacaciones. Todos estaban ahí juntos: Mike, Dustin, Lucas, Max y El; incluso ahí también se encontraba Suzie, la novia de Dustin, pero ella prefirió ver el juego desde las gradas. Jugaban tres contra tres: Mike, Eleven y Will, contra Lucas, Max y Dustin. Era complicado con tan pocos jugadores, pero no imposible. No había nadie más ahí que los viera, así que podían hacerlo tan mal como quisieran y nadie se burlaría; bueno, quizás sólo Max, aunque ellos sabían cuando tomar enserio sus comentarios y cuando no.
Will se puso al bate; Lucas era el lanzador. Ambos se miraron de forma desafiante, bastante sobreactuada, y a Will se le escapó una risa casi nerviosa. Lucas tomó su pelota, tomó una pose de lanzador que seguramente intentaba imitar alguna que había visto en la televisión, y arrojó la bola con todas sus fuerzas hacia él. Will apenas y pudo tocarla, y el más sorprendido había sido él mismo. Logró hacerlo con la suficiente fuerza para poder correr a primera base, en donde Max lo aguardaba. La pelota rebotó en la tierra hasta dirigirse a Dustin en la tercera base, que casi la dejó pasar por entre sus piernas, pero logrando al final tomarla y lanzarla lo mejor posible hacia Max. La pelota, sin embargo, pasó bastante lejos de ella, y Will logró pasar la primera base, y dirigirse incluso a la segunda.
—¡¿Enserio?! —Exclamó la niña pelirroja molesta, virándose hacia Dustin, que algo apenado se encogió de hombros. Max, furiosa, se dirigió apresurada a recoger la pelota. Para cuando la tuvo, Will ya había logrado posicionarse en la segunda base de forma segura.
—¡Tranquilo, Dusty-bun! —Gritó Suzie desde las gradas—. ¡Tú puedes!
—Sí, estate más atento, Dusty-bun. ¿Quieres? —Le reprendió Lucas desde el montículo, justo antes de que Max le pasara de regreso la pelota.
—Y tú lanza mejor, ¿quieres? —Le respondió Dustin con cierta agresividad.
—¿Quieres intentarlo tú mejor?
—Chicos —exclamó Will desde la segunda base, secándose el sudor de su frente con su antebrazo—. Sólo es un juego, vamos. Nos estamos divirtiendo, ¿recuerdan?
—Es fácil divertirse cuando estás ganando —recriminó Max—. Bueno, ¡ya! —Aplaudió la pelirroja con fuerza—. ¡Sigamos!
La siguiente al bate fue Eleven, que tomó firmemente el bate con ambas manos, se colocó en posición, y clavó sus ojos firmes y serios en Lucas, el cual le regresó la misma mirada. Aquello ya no parecía ser un juego como lo había sido con Will.
—Sin trampas y sin poderes esta vez, ¿quieres, El? —advirtió el chico en el montículo.
—Yo no hago trampas —se defendió la chica de cabellos rizados. Su frente brillaba por el sudor, y un par de gotas le recorrían un costado de la cabeza.
—¡Vamos, El! —Le gritó Mike desde las bancas, donde esperaba su turno—. ¡Hazles un home run!
Lucas se preparó, jaló la pelota hacia atrás y realizó un tiro directo a toda velocidad. El se preparó, miró acercarse la bola en línea recta hacia ella, viéndola en su mente como si fuera un proyectil en cámara lenta. En el momento justo, jaló el bate hacia atrás, y luego hacia adelante, golpeando la pelota intensamente. Ésta salió disparada hacia arriba y hacia el frente, y los ojos incrédulos de casi todos los presentes siguieron su ruta, mientras dibujaba una parábola y comenzaba a caer varios metros lejos del campo.
Un completo home run.
Eleven corrió rápidamente hacia la primera base, y sólo hasta entonces Will hizo lo mismo en dirección a tercera, y luego a home. Mientras El y Will aplicaban sus dos carreras, Lucas, frustrado, tomó su guante y lo tiró al suelo. Max y Dustin sólo resoplaron resignados. En el home, Mike recibió más que contento a sus dos amigos, y los tres se abrazaron y se vitorearon.
—Lo hiciste excelente —le dijo Mike a Eleven, y está le sonrió alegre de regreso. Inspirado por la emoción, Mike se inclinó hacia ella y se permitió darle un beso rápido enfrente de los demás. Jane se lo correspondió totalmente. Will, que seguía a su lado, sólo sonrió con algo de incomodidad, y retrocedió un paso para darles espacio. Igual lo miraba de reojo, esperando que terminaran con lo suyo.