Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 58.
Calcinarlo vivo
—¡¿Un trato?! —Exclamó Charlie McGee claramente furiosa, aquella tarde hace ya varios años atrás. Eleven, desde su silla al otro lado del escritorio de su estudio, la miró apacible.
En aquel entonces, ambas mujeres rondarían la mitad de sus treintas, y sus rostros aún mostraban una notoria juventud y fuerza, y mucho menos cansancio (en especial en el caso de Charlie). La pequeña Terry tendría apenas unos cinco años. Matilda Honey estaría en Connecticut terminando su carrera a una muy corta edad, y un joven Cole Sear ya habría considerado por primera vez la opción de unirse a las fuerzas policiacas, sin pasarle en lo absoluto por la cabeza el cáncer terminal que le descubrirían a su madre sólo un par de años después. Y la Fundación Eleven estaría en uno de sus mejores momentos.
Antes de esa tarde, Jane y Charlie habrían perdido contacto por un tiempo por diferentes motivos, principalmente derivamos de sus metas tan diferentes, y los límites que cada una estaba dispuesta a cruzar para obtenerlos. Pero esa tarde, a espaldas de Mike y de sus hijos, Jane había citado a su vieja amiga ahí en su casa para que pudieran hablar a solas y comunicarle la decisión que acababa de tomar. A pesar de todo lo que había pasado entre ellas, sintió que si alguien merecía ser informada de ello, esa era Charlie McGee; por respeto a su amistad, y por todo lo que habían vivido tanto juntas como separadas.
Su reacción adversa fue más que esperada.
—¿Cómo que un trato? —añadió Charlie justo después sin bajar ni un poco su tono. Por suerte se encontraban solas en ese momento, pues sus gritos de seguro habrían alarmada de más a la familia de Jane—. ¿Has perdido por completo la cabeza? ¡No se hacen tratos con esos sujetos!
—Lucas acaba de tomar el mando del DIC, y he llegado a una tregua con él —se explicó Eleven, serena—. Nos dejará y apoyará con nuestra labor, y nosotros haremos lo mismo con la suya.
—¿Con cuál? ¿La de secuestrar personas como nosotros, ponerles bolsas negras en las cabezas y meterlas en celdas subterráneas lejos de la luz del día?
—Lucas no es así…
—¡Es uno de ellos!, ¡todos son así! —Espetó Charlie frenética, chocando sus manos contra el escritorio—. Para ellos no somos más que ratas de laboratorio a las que pueden usar y desechar cuando les dé la gana. ¡Tú mejor que yo deberías saberlo!
Los ojos de Charlie la miraron fijamente con intensidad. El ambiente en el estudio comenzó a calentarse, figurativa pero también literalmente. Eleven confiaba en que Charlie fuera capaz de controlarse, pero si no era así tendría que reaccionar antes de que por un paso en falso terminara quemando su casa, o incluso a ella misma. Pero por lo pronto, necesitaba ser quien mantuviera la cabeza fría en esa habitación.
—Escucha… —musitó Jane, parándose de su silla y rodeando su escritorio. Charlie la siguió con la mirada—. Queramos o no admitirlo, hay muchos “como nosotros” allá afuera, y no todos hacen el uso correcto de sus habilidades. Muchos han crecido sin la guía correcta, o inspirados por la avaricia o los deseos personales. Y estos poderes, en manos de aquellos que no los saben usar como se debe, son un arma peligrosa. Y eso tú, mejor que yo, deberías saberlo. —La mirada de Charlie se volvió aún más dura ante tal insinuación. Jane continuó—. Nuestra misión es proteger a estos niños, y guiarlos desde pequeños a que puedan tener una vida adulta estable, incluso con sus habilidades. Pero, para aquellos que no podamos ayudar de esa forma, siempre se necesitará de alguien que haga lo que se debe hacer.
Hubo silencio unos segundos. Los puños de la mujer rubia se apretaron con fuerza, y claramente parecía tener deseos de estrellarlos en algo o en alguien. Por fortuna no hizo tal cosa, ni tampoco lo otro que Jane tanto temía. En su lugar, le respondió con una voz fría, que sin embargo se sentía bastante amenazante.
—Te desconozco… No puedo creer que enserio estés dispuesta a estrecharles las manos a estos monstruos. Después de todo lo que te hicieron a ti, a mí, a Kali y tantos más. Después de lo que les hicieron a nuestros padres…
—Charlie, tienes que aceptarlo de una buena vez —señaló El fervientemente, y entonces se le aproximó tomando su rostro firmemente entre sus manos para que la viera fijamente a los ojos. Charlie intentó apartarla, pero Jane no la dejó—. La Tienda, esa Tienda que nos hizo tanto daño, la que mató a tus padres, la que me tuvo encerrada durante toda mi niñez, la que le hizo tanto daño a mi madre… Esa organización ya no existe; desapareció hace mucho tiempo. Te has negado a verlo, pero el enemigo con el que combates, hace mucho que ya no está. Todos los involucrados en aquellos proyectos ya están muertos. Ya no tienes de quien vengarte.
—Otros nombres, otras caras… la misma basura de siempre —declaró Charlie molesta, tomando a Eleven de sus muñecas y apartando sus manos de ella con violencia, incluso empujando a la castaña un poco hacia atrás—. Tú ya no eres la Eleven que yo conocí. Me repugna tan sólo ver en qué te has convertido.
Charlie rápidamente le sacó la vuelta, empujándola de nuevo un poco para que le abriera paso, y se dirigió apresurada a la puerta. Eleven no se opuso físicamente a esto, pero antes de que se fuera volvió a hablarle.