Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 61.
Ven conmigo
Terry guio a Abra de regreso a la camilla de su madre, escabulléndose discretamente y cuidando que nadie conocido las viera. Terry fue la primera en asomarse al otro lado de la cortina, y para su fortuna no había nadie además de su madre. Su padre no quería que nadie más se acercara a ella luego de lo ocurrido, y tenía motivos válidos para quererlo. Terry solía siempre acatar sin excepción las instrucciones de sus padres, pero en esa única ocasión se vería forzada a saltar su autoridad. Era algo más que necesario, quizás la única oportunidad que podrían tener de recuperar a su madre, y no podía dejarla pasar. Así tuviera no sólo que desobedecer, sino también arriesgar su propia seguridad. Si había algo que lamentaba era tener además que arriesgar la de Abra, esta chica que apenas acababa de conocer pero que desde el primer instante le había dejado tan buena impresión. Entendió de inmediato porque su madre la estaba buscando; se notaba de inmediato que era una resplandeciente única.
—Bien, papá y el tío Will no están —señaló con optimismo, e hizo que ambas pasaran. Justo después cerró la cortina detrás de ellas para que nadie más las viera—. Hagámoslo. ¿Qué debo hacer?
Abra miró pensativa a la Sra. Wheeler; no preocupada o asustada, sólo pensativa. Estaba justo igual a cómo estaba cuando llegaron, como si ese exabrupto que había ocurrido unos minutos antes no hubiera ocurrido nunca. Su tío Dan le había dicho que debía aceptar la posibilidad de que quizás no quedara nada más de ella ahí. Abra se había rehusado a aceptar tal posibilidad, pero eso era antes de conocer quién había estado detrás del ataque en un inicio. Ahora que lo sabía, ¿qué pensaba de esa posibilidad? ¿Podría realmente ya no haber nada que se pudiera salvar?
Como fuera, no deseaba implantarle esa idea a Terry, no todavía. Quizás ella misma terminara dándose cuenta si hacía ese único intento que tanto deseaba. Eso, o quizás ambas terminarían siendo compañeras de camilla de la Sra. Wheeler.
«Dios, protégenos», se sorprendió a sí misma pensado. Nunca se había considerado una persona muy religiosa, pese a todas las cosas que había visto y vivido. Pero ciertamente la idea de tener un poco de ayuda superior en este caso en particular, le resultaba muy atractiva.
—Primero, toma su mano —le indicó a Terry, señalando la misma mano que su padre había estado tomando durante todos esos días. Terry se apresuró para sentarse en la silla de su padre, y así poder estrechar la mano derecha de Eleven. Abra la siguió, aunque más cautelosa—. El contacto es importante. Yo colocaré mi mano sobre tu hombro, como lo hizo mi tío. ¿De acuerdo? —Terry asintió, y entonces Abra hizo justo lo que había anunciado.
»Ahora, intentaremos entrar en su mente. El interior de cada una es diferente; créeme, he estado en varias. Imagínate lo que podría ser en el caso de tu madre el lugar en el que se sentiría segura, o en el que iría a refugiarse si tuviera algún problema. E intenta llevarnos hasta ahí.
“Y ten cuidado.” Añadió como advertencia final en forma de un pequeño mensaje mental.
Terry asintió.
“Tú también…”
La joven castaña estrechó un poco más fuerte la mano de su madre, y entonces intentó concentrarse en ese sitio seguro que Abra le había comentado. ¿Cuál podría ser?, ¿cuál sería el sitio seguro de su madre?
¿Su casa, quizás? Más específicamente su estudio; pasaba bastante tiempo ahí. Esa fue la primera opción que se le vino a la mente, pero tuvo que descartarlo casi de inmediato. Ahí era donde la habían atacado y le habían hecho todo este daño. Era probable que no le gustaría estar ahí en esos momentos.
¿Qué otro lugar había? Pensó intensamente queriendo recordar alguno. Tardó casi un minuto entero, pero entonces una idea le iluminó la cabeza.
“Lo tengo, hay un lugar.” Pensó triunfante, y Abra pudo oírla con bastante claridad.
Terry se inclinó hacia el frente, contemplando el rostro dormido de su madre por unos segundos, y luego cerró los ojos lentamente, comenzando a imaginarse aquel sitio en el que estaba pensando. Había estado ahí sólo unas pocas ocasiones, pero lo recordaba bien. Intentó acordarse de su aspecto, de su olor, y la de sensación que la envolvía al estar ahí. Intentó realmente estar en ese sitio, pero no sola sino con su madre; con la gran Eleven…
“Mama… ¿me escuchas…? Mamá… Voy por ti… Por favor, ábreme la puerta… Déjame entrar, mamá…”
Los sonidos que la rodeaban fueron desapareciendo poco a poco, hasta convertirse en un silencio tan absoluto que casi le lastimaba los oídos. Sus ojos se apretaron con más fuerza, sintió como su mente se doblaba y desprendía de su cuerpo, y entonces sus ojos se abrieron de nuevo abruptamente.
— — — —
Lo había logrado, había entrado.
Sin embargo, el sitio en el que se encontraba no era el que estaba buscando.
Terry miró confundida a su alrededor. Aquel lugar era una habitación cuadrada y pequeña, de paredes blancas y un gran espejo (seguramente de doble cara) justo delante de ella, en dónde podía ver el reflejo del cuarto, más no el suyo. En el centro, justo delante de ella, había una mesa con una silla. Justo encima de la mesa, había una lata de Coca-Cola, machucada como si alguien la hubiera aplastado con su mano. A su izquierda había una puerta cerrada, y parecía ser la única salida de aquel sitio.