Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 62.
Vamos por él
Dan acababa hace poco justo de decirle a Abra como el Resplandor (al menos el que él conocía, y que aún no estaba seguro que fuera lo mismo a lo que estos individuos se referían) a veces actuaba de formas extrañas; “uniendo a las personas con un fin”, recordaba haber dicho. Y al menos en el caso de Charlie (alias Roberta) y él, parecía haber jugado un poco en ese terreno. Esa pequeña plática frente a la máquina de café, junto con aquel rápido apretón de manos, parecía haber rompido el hielo entre ambos. Sin fijarse o tener que forzarlo demasiado, ambos comenzaron a platicar un poco más entre ellos, inspirados solamente por el inusual deseo de querer saber más del otro. Incluso Charlie se sirvió su propio café con el fin de hacer un poco más de tiempo, y Dan se tomó el que tenía en su mano antes de que se enfriara; al final siempre podía llenar otro más para su sobrina.
—El Overlook, por supuesto que conozco el caso —señaló Charlie con cierto orgullo, mientras ambos caminaban de regreso a la sala de espera, cada uno con un vaso de café aunque el de ella ya estaba casi por terminarse—. El último cuidador fue un hombre llamado…
Charlie intentó hacer un poco de memoria, pero fue evidente que ese dato en especial se le escapaba por completo. Para su suerte, a Dan no; nunca podría.
—Jack Torrance —le respondió luego de unos momentos—. Mi padre.
Charlie lo volteó a ver un tanto sorprendida ante esa declaración.
—¿Entonces tú estabas ahí cuando…? —No terminó su pregunta, pero igual Dan asintió como respuesta, sonriéndole—. Oh, vaya… —Charlie dio un sorbo más de su café, quizás el último que le quedaba—. Mi curiosidad de reportera me pide preguntarte los detalles, pero siento que sería un poco impertinente de mi parte.
—Descuida. Hasta hace unos cinco años me era muy difícil hablar de ello, pero ahora he hecho las paces con lo ocurrido y logré seguir adelante.
—¿Cómo hiciste eso?
—Conocer a Abra ayudó bastante. Ella me dio un motivo para pensar más en el futuro que en pasado. Y también recibí mucha ayuda del Programa, y de los buenos amigos que hice en él.
—¿El programa? —Charlie se detuvo unos momentos y se tomó la libertad de tomarlo de su brazo con su mano libre para que también se detuviera—. ¿Hablas de Alcohólicos Anónimos? —Dan de nuevo asintió—. Oh, ¿eres…? —De nuevo no terminó su pregunta, pero igualmente Daniel no lo necesitó, así como ella no necesitó que él asintiera para entender su respuesta.
—Diecisiete años sobrio, y contado —señaló Daniel con el mismo orgullo con el que ella había revelado que en efecto conocía el caso del Overlook.
—Felicidades —asintió Charlie con verdadero agrado, y entonces ambos reanudaron su caminata—. De hecho pensaba invitarte a tomar un trago para poder charlar más amenamente de nuestros traumas de la niñez, pero al parecer también eso sería impertinente.
Daniel soltó una pequeña risa divertida. Era hasta cierto punto encantador como se tomaba tan a la ligera aquello. La mayoría de las personas a las que les decía sobre su alcoholismo solían reaccionar con cierta aversión a la idea, o con miedo a decir o hacer algo incorrecto como si fuera de papel. El hecho de que ella reaccionara de esa forma, sin restarle importancia pero tampoco dándole el poder de definir a la persona con la que hablaba, era señal de que seguro tenía su propio camino duro recorrido, y lo entendía.
—Podría ser un café —propuso Dan a continuación, alzando el vaso que tenía en su mano—. Mejor que éste, claro.
Ella lo miró de nuevo, y una vez más en esos labios rosados se dibujó esa llamativa y tentadora sonrisa.
—Eso suena bien…
Entre charla y charla, cuando menos lo pensaron ya estaban de regreso a la misma sala de espera de antes. Sin embargo, cuando Dan puso su atención justo en el asiento en el que minutos antes había dejado a su sobrina, se sorprendió al verlo vacío. Miró a su alrededor un tanto consternado esperando verla en algún punto del pasillo, pero no fue así.
—¿A dónde fue? —preguntó despacio, ligeramente irritado.
—Quizás fue ella misma por su café —comentó Charlie, encogiéndose de hombros.
—Le dije que no se moviera de aquí —señaló firmemente, y casi de inmediato una muy incómoda sensación le recorrió todo el cuerpo—. Algo no está bien…
Sin dar más explicación, comenzó a andar en dirección al área de cuidados intensivos, incluso tirando el café que tenía en su mano en el primer bote que encontró en el camino para así moverse con mayor rapidez. Charlie lo siguió, preocupada por su reacción, tirando su vaso ya vacío en el mismo bote y andando con rapidez detrás de él.
«Era enserio lo del tío sobreprotector», pensó la mujer rubia. Pero no tendría porque necesariamente estar pasando algo malo, ¿no?
Daniel y Charlie llegaron apresuradamente a la camilla de la Sra. Wheeler. Tal y como Dan temía, no había nadie, a excepción de Abra y Terry. Ésta última tomaba la mano de su madre, pero en esos momentos tenía los ojos muy abiertos y su boca abierta intentando tomar un poco de aire, sin ningún resultado. Marcas rojas comenzaban a formarse en su cuello y muñecas, como si algo estuviera apretando fuertemente su piel. Abra estaba detrás de ella, tomándola del hombro. Se veía bien, pero largas lágrimas le recorrían ambas mejillas.