Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 67. La quinta tragedia

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 67.
La quinta tragedia

La repentina muerte de la Tía Marion hizo que Ann y Richard tuvieran que retrasar un par de días más la mudanza a su casa en Twin Lakes, para así poder atender los asuntos del funeral y la herencia. Marion no había llegado a vivir lo suficiente para cumplir la amenaza de cambiar su testamento, por lo que aún todo le sería pasado a Richard. Éste se sentía hasta cierto punto sucio de recibir esas acciones y propiedades luego de cómo había terminado su última discusión. Pensó seriamente en hacer justo lo que ella había dicho que haría la última vez que la vio: dar todo a los pobres. Fue la insistencia de prácticamente todos sus conocidos, principalmente la de Ann, lo que lo convenció al final de no hacerlo.

—Ella no quería darle su dinero los pobres, sino a Mark, ¿recuerdas? —le había dicho Ann una noche mientras reposaban en su cama—. Ella misma lo dijo. Si no quieres ese dinero para ti, entonces sólo guárdaselo a tu hijo. Y que él haga lo que prefiera con él cuando sea mayor.

Aquello para Richard tuvo bastante sentido, así que decidió hacerlo de esa forma.

Arreglado aquel asunto, la pareja continuó con sus planes originales. Pasar el invierno en Twin Lakes era una tradición que habían llevado a cabo desde hace siete años, por el tiempo en que Damien comenzó a vivir con ellos. Richard había adquirido aquella hermosa casa sobre el Lago Mary por un precio bastante razonable. Era de buen tamaño y acogedora. Durante el resto del año la rentaban o prestaban a sus amigos, en especial en el verano. Pero llegado el invierno, cerraban la mansión en Chicago, mandaban a todos los sirvientes a casa con sus sueldos pagados, y se movían para allá desde una semana antes de Navidad, hasta después de Año Nuevo.

Sin embargo, desde que los niños entraron a la Academia y pasaban la mayor parte del tiempo allá, Richard y Ann habían comenzado a irse ellos solos desde un poco después Acción de Gracias. No pasaban todo el tiempo en Wisconsin, y de vez en cuando se iban algunos días al extranjero, pero al volver lo hacían justo a la casa del lago. Aquellas eran las pequeñas vacaciones que Richard esperaba con más ansias cada año, especialmente cuando los chicos al fin eran libres y se les podían unir y pasar esas dos semanas como familia.

Ese año, sin embargo, ese lapso entre el Día de Acción de Gracias y el inicio de las vacaciones de invierno, fue manchado por una serie de desgracias para la familia Thorn, de las cuales la muerte de la tía Marion había sido sólo la primera.

La segunda pasó un poco desapercibida por los Thorn, al menos de forma personal. Joan Hart, una reportera que había estado cubriendo las excavaciones en el Medio Oriente financiadas por Thorn Industries para su Museo, había muerto atropellada por camión en la autopista. Había sido un accidente terrible, y lo fue aún más porque había ocurrido el mismo día que se presentó ante Richard cuestionándole sobre lo que había ocurrido con su hermano en Londres años antes. Aquello provocó que fuera sacada a la fuerza por seguridad. Un par de días después se enterarían de su tráfico desenlace. Richard se sintió por un momento satisfecho por ello, pues la manera en la que había abordado lo de Robert y Damien realmente lo había hecho enojar, pero se arrepintió casi de inmediato de haber tenido tales pensamientos.

La tercera fue un extraño accidente en la planta química de Thorn Industries, del cual aún se seguían investigando sus causas. Al parecer hubo una fuga en el contenedor que almacenaba un químico mortal, y afectó a doce trabajadores de la planta; cinco habían sido ya dados de alta, cuatro seguían hospitalizados, y tres habían fallecidos. Uno de estos tres había muerto en el acto, y había sido el más expuesto al químico. Dicha persona era el Dr. David Pasarian, científico jefe y encargado de su proyecto de cultivos orgánicos. Un verdadero genio en su campo, que había muerto de una forma terrible y dolorosa. La planta tendría que detener sus operaciones hasta que se hicieran las averiguaciones y arreglos pertinentes, y eso podría tomar hasta después de Año Nuevo. Sería un golpe significativo a las finanzas e imagen de la empresa, por no mencionar a las personas y familias involucradas. Pero hallarían la forma de sobrellevarlo, siempre lo hacían. Thorn Industries era una empresa fuerte, y había sobrevivido a escándalos peores (por ejemplo, lo ocurrido con Robert).

La cuarta tragedia fue bastante dolorosa para Richard a modo personal, incluso más que la muerte de Marion. Bill Atherton, quien había trabajado como Gerente General de Thorn Industries incluso desde la época en la que el padre de Richard encabezaba la empresa, se había aparentemente suicidado menos de una semana después de la muerte de Pasarian. Su esposa lo había encontrado encerrado en su cochera con su vehículo encendido. Se había envenenado a sí mismo con los gases del motor. No hubo ninguna nota, ni nada que explicara por qué lo había hecho. Había tenido algunos problemas con su esposa, y las presiones del trabajo ya habían comenzado a sobrepasarlo debido a su edad, y había considerado el retiro. Y encima de todo, el incidente de Pasarian ciertamente le había traído mucha más presión. Pero, ¿suicidarse por ello? Para Richard aquello no tenía sentido.

Bill había sido un gran amigo de Richard, e incluso un mentor. Su inexplicable pérdida simplemente lo devastó, y eso fue bastante evidente en su forma de actuar. Se volvió mucho más reservado y arisco. Intentó volver a la oficina para encargarse de los asuntos de Bill, pero su cabeza sencillamente no daba para eso y tuvo un par de altercados violentos con personas debido a su mal humor. Al final tuvo que nombrar a un nuevo Gerente General y retirarse de regreso a sus vacaciones, ahora más forzadas que antes para intentar despejar su mente. El nuevo Gerente era Paul Buher, un joven muy inteligente y ambicioso, que esperaba pudiera encargarse de resolver ambos escándalos de la manera más efectiva posible. “Yo me encargo de todo, Richard,” le había dicho Paul con una de sus radiantes sonrisas.




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