Resplandor entre Tinieblas
Por
WingzemonX
Capítulo 71.
Andy
A las 9:15 de la mañana, el corte comercial terminó y comenzó a sonar de fondo el tema principal de Good Morning with Claudia Bertalli. El público presente en el estudio aplaudía al unísono con fuerza, como si fuera una fuerte granizada; incluso se oían algunos gritos de emoción entre ellos. Claudia Bertalli se encontraba en el centro de su set, sonriendo hacia las personas con sus hermosos dientes blancos. Detrás de ella se encontraban dos sillas de terciopelo azul, y detrás de éstas una vista simulada de la ciudad de New York, alumbrada por los rayos del sol matutino.
Claudia Bertalli, una mujer rubia de piel bronceada y ojos verdes, ceñida en un vestido casual verde aqua, se veía entusiasmada, o quizás incluso algo cohibida, por la ferviente emoción del público. Aguardó unos momentos hasta que la música estuvo a punto de terminar, y entonces extendió sus manos hacia el frente para indicarle a la gente que ya podían (y debían) dejar de aplaudir. Paulatinamente así lo hicieron, aunque algunos ocuparon más tiempo que otros.
—Y estamos de vuelta, damas y caballeros —proclamó la presentadora mirando directo a la Cámara 2 una vez que reinó el silencio, con esa alegría tan contagiosa que la cateterizaba—. ¿Cómo se encuentran en casa?, porque aquí los ánimos están que arden por nuestro siguiente invitado —Hizo una mueca graciosa de sorpresa, o incluso de miedo, lo que provocó algunas risas en el estudio—. Espero que ya se hayan terminado su café y estén lo suficientemente despiertos para esto. Con más de treinta años de carrera, veinte discos, y siete películas galardonadas, una de ellas a estrenarse este fin de semana en cines… Reciban con un caluroso aplauso al único, ¡Andy Woodhouse!
El estudio estalló en aplausos y gritos de júbilo que retumbaron las paredes. Pancartas con mensajes como “Nosotros Amamos Andy” o “Todos Somos Hijos de la Luz” ondearon sobre las cabezas de las personas. La puerta simulada colocada a un lado del set se abrió automáticamente, revelando del otro lado a la persona que todos esperaban. Al verlo, los gritos y los aplausos aumentaron el doble. De fondo comenzó a sonar una versión instrumental de La Balada de las Estrellas, una de las canciones más emblemáticas del invitado, pero apenas y era apreciable por el escándalo. Claudia incluso se tapó los oídos e hizo una mueca de espanto a la cámara, como broma.
Cuando la puerta se abrió, aquel hombre de cabello y barba anaranjada comenzó a caminar hacia el centro del set, mirando hacia el público mientras besaba sus dos manos y lanzaba imaginariamente sus besos hacia todos ellos. Sus intensos y profundos ojos color avellana se posaron en cada uno de los presentes, o al menos así lo sintieron ellos. Su cabello largo y lacio caía libremente sobre sus hombros. Su barba estaba completamente cerrada, bien recortada y cuidada. Usaba una camisa azul oscuro de tela brillante, abierta de los primer tres botones que dejaba a la vista su pecho blanco con algo de vello, anaranjado también, y varios collares de cuentas que colgaban de su cuello.
Se aproximó jovial hacia Claudia, y ambos se dieron un caluroso abrazo, en el cuál la presentadora se encargó de quizás exagerar un poco su emoción. El abrazo fue acompañado de un sutil beso del invitado en la mejilla de Claudia. Luego de que se separaron, se giró de nuevo hacia el público para saludarlos, y entonar con su suave voz la letra de La Balada de las Estrellas justo en dónde iba en ese momento. El público y la propia Claudia no tardaron en unírsele por unos segundos, hasta que la estrofa terminara y la música callara. Una última ronda de aplausos se hizo presente, y ambos entonces pasaron a sentarse en los sillones azules.
—Ojala me recibieran a mí así todos los días —comentó Claudia como reclamo, y más risas le acompañaron del público, y también de su invitado que no tardó en ponerse cómodo y cruzar sus piernas enfundadas en unos pantalones negros ajustados—. Andy, no sé cómo expresarte lo feliz que estoy de verte de nuevo. Hace mucho que no venías por aquí, canalla.
—Más bien hace mucho que tú no me invitabas —le respondió Andy, apuntándole juguetonamente con su dedo.
El estudio ahora sí estaba en silencio, pues todos, público y staff, estaban atentos a cada una de las palabras del invitado. Y no era para menos. Andy Woodhouse era una de las estrellas de la música más grandes de los últimos treinta años, y en la última década había incursionando también al cine, hasta incluso haber ganado recientemente un Oscar a Mejor Actor. Famoso también por sus muchas acciones caritativas alrededor del mundo, y por sus filosofías de vida que habían servido de inspiraciones para miles de personas. Siempre con su cabello largo y su barba que asemejaban, según algunos, la apariencia más popularizada de Jesús. Incluso le habían propuesto interpretarlo hace un par de años atrás, pero lo rechazó.
—Oh, tú no necesitas invitación, y lo sabes —respondió la conductora a su último comentario, dándole una palmada en su rodilla—. Pero es que además has estado en extremo ocupado, ¿no?
—Supongo que sí —añadió Andy, asintiendo—. Acabamos de volver de una gira por Asia, y mi reloj interno aún no se acostumbra al cambio de horario.
—Y en lugar de estar descansando te tenemos aquí; vaya montón de explotadores que somos. Pero enserio, Andy, no sé cómo lo haces. Tantos años de carrera, y sigues tan vigente. ¿A qué crees que se deba?