Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 75. El castigo que merecemos

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 75.
El castigo que merecemos

Hugo el Cirujano y Marty el Viajero entraron a la casa de James la Sombra y Mabel la Doncella, arrastrando detrás de ellos un aire pesado que impregnó todo el interior. No hubo un ofrecimiento de té o de cerveza por parte de los dueños de la casa como en otras ocasiones, pero igual los visitantes no lo esperaban. La situación actual del campamento no se prestaba para ello, y lo sería aún menos una vez que revelaran el tema tan delicado que habían ido a tratar.

Los cuatro Verdaderos se sentaron en la mesa para comer; James y Mabel de un lado, Hugo y Marty del otro enfrente de ellos. El cuaderno con el dibujo a medio empezar de Rose aún reposaba a un lado de la mesa, y su presencia pareció incomodar un poco a los recién llegados, en especial a Hugo.

—¿Cómo sigues, Mabel? —Le preguntó Marty con auténtica preocupación en su voz—. Eso que dijo Rose hace rato… ¿Realmente estás así de mal?

Mabel se sobresaltó un poco, aunque no precisamente por el cuestionamiento de su salud; lo que realmente la descolocaba un poco era la mención hacia las palabras de Rose. De todas formas se esforzó por mantener la calma y esbozar una pequeña sonrisita despreocupada.

—Me siento bien en estos momentos, gracias —fue su respuesta corta, claramente sin intención de revelar más de la cuenta al respecto.

Pasada esa pequeña cortesía, Hugo no dio muchas vueltas al asunto que lo había llevado hasta ahí, y comenzó entonces a hablarle directamente a sus dos hermanos delante de él.

—Nos enteramos de que Deez y los otros no volverán —les informó con la seriedad propia de una advertencia que debía ser tomada en cuenta a como diera lugar.

James y Mabel casi saltaron de sus asientos al oír aquello, y la incredulidad se adueñó por completo de sus expresiones.

—¿Qué? —Pronunció Mabel con fuerza—. ¿De qué hablas?, ¿qué pasó?

—¿Acaso la niña…? —Intentó James preguntar, pero Hugo rápidamente negó con su cabeza para indicarle que no se trataba de lo que estaba pensando.

—El Lamebotas los contactó. Al parecer cuando escucharon lo que pasó con Papá Cuervo, además de todo lo que Rose hizo y dijo esta noche, decidieron que ya no se puede confiar en ella como nuestra líder.

El rostro de Mabel se cubrió ya no se incredulidad, sino de espanto.

—¿Cómo se atreven…? —Exclamó la Doncella, claramente molesta.

James aproximó su mano a la de su compañera, tomándola firmemente intentando pedirle con ese pequeño acto que se calmara. Mabel lo miró de reojo unos momentos y pareció comprenderle, pues justo después respiró hondo y se quedó callada.

—No tiene sentido —añadió James—. ¿Qué piensas hacer sin Rose y sin el Nudo?

—Al parecer se irán al sur —aclaró Marty—, a Texas o incluso a México. Y… —Marty guardó silencio, y viró entonces su rostro hacia su compañero, buscando quizás de alguna forma su permiso o aprobación. Hugo simplemente asintió—. Y nosotros tenemos pensado seguirlos…

—¿Qué cosa? —Exclamó Mabel atónita, incluso soltándose de la mano de James pues lo que menos quería en esos momentos era calmarse—. ¿Abandonarán al Nudo? ¿Se han vuelto locos?

—No hay nada que abandonar, Mabel —le respondió Hugo, un poco a la defensiva—. El Nudo Verdadero está condenado. Rose ha perdido la cabeza, y en lo único que piensa es en su venganza, aunque para ello tenga que malgastar nuestro vapor y nuestras vidas. Esta maldita enfermedad nos está consumiendo de a poco, y ella no hace nada, a pesar de que en primer lugar todo esto fue su culpa. Ella nos llevó hasta ese maldito paleto enfermo sin investigar antes, y mira lo que pasó.

—¿Cómo osas decir eso, maldito bastardo? —Espetó Mabel más furiosa que nunca, parándose rápidamente de su asiento—. Tú tenías tanta hambre como cualquiera de nosotros, ¡y te regocijaste con el vapor nuevo sin hacer preguntas!

—Mabel, tranquilízate por favor… —murmuró James, parándose también y colocando sus manos en sus hombros. Pero Mabel no se tranquilizó ni un poco; sus ojos fervientes de ira se quedaron fijos en Hugo y Marty, y estos se sintieron claramente intimidados por esto.

En esos momentos Mabel no parecía tan enferma como todos decían; hasta James se sentía impresionado por esto. Quizás alimentada por su propio fuego interno, se estaba sobreponiendo a su debilidad. Pero a la Sombra le preocupaba qué tan fuerte sería el golpe cuando dicho fuego se apaciguara.

 —De acuerdo —musitó Hugo, parándose también, pese a que Marty intentó detenerlo—, no voy a decir que todos nosotros somos inocentes de esto. Pero todos sabemos que si ahora hacemos justo lo que Rose dice, todos terminaremos muertos; ya sea por la enfermedad, o por esa niña. Papá Cuervo le advirtió de lo peligrosa que podía ser, y ella no hizo caso. Prefirió arriesgarse con esa absurda idea de capturarla, exponiéndole nuestra identidad en el proceso. Ahora somos un blanco fácil y vulnerable.

—¿Y la solución es irnos? —Inquirió Mabel, agresiva.

—Algunos otros ya están considerando hacerlo —intervino Marty intentando mantener una postura más recatada—, esta misma noche. Nosotros estábamos pensando en reunirnos con Deez y los otros y formar un nuevo grupo más pequeño. Así podremos cazar y movernos más fácil, el vapor nos rendirá más y tendremos más fuerzas para combatir esta enfermedad. —Guardó silencio unos instantes, antes de tomar el suficiente valor para pronunciar lo siguiente—. Pero para eso necesitamos a un buen rastreador. Y tú eres casi tan buena como Rose, Mabel…




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